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Una mujer con su bebé delante de una casa quemada a causa de un ataque terrorista en Mozambique, 2019. MARCO LONGARI/AFP via Getty Images

Aunque los recursos energéticos podrían dar un importante impulso a la economía mozambiqueña, la mala situación en materia de estabilidad política y seguridad siembran dudas.

El país africano entra en el segundo mandato de Filipe Nyusi tras unas elecciones generales poco creíbles marcadas por la violencia. Los primeros 100 días de gobierno vienen cargados de promesas para apuntalar los frágiles acuerdos de paz y promover el empleo juvenil. Sin embargo, el trasfondo aparece agitado por tres factores de compleja solución: los ataques indiscriminados de la autoproclamada Junta Militar, un movimiento de insurgencia de corte islamista en el norte de Mozambique y los trabajos de reconstrucción todavía pendientes tras el azote, hace ahora un año, de los devastadores ciclones Idai y Kenneth.

Falta de confianza en las instituciones, dudas sobre la legitimidad del censo electoral y resultados “poco creíbles” son algunas de las conclusiones avanzadas por las organizaciones de observación nacional e internacional tras la celebración de los comicios generales del pasado 15 de octubre que dieron la victoria por segunda vez consecutiva a Nyusi, candidato presidencial de la ex guerrilla Frente de Liberación de Mozambique (Frelimo). Reconvertida en formación política tras la independencia de Portugal en 1975, esta formación se ha aferrado al poder durante más de cuatro décadas restando espacio a la también ex guerrilla y principal partido de la oposición Resistencia Nacional Mozambiqueña (Renamo). El país es uno de los Estados donde la democracia ha retrocedido terreno este año, con elecciones irregulares y opiniones disidentes silenciadas desde el Gobierno, según apunta la ONG Freedom House en su último informe sobre la libertad en el mundo.

Las irregularidades vinieron acompañadas de un clima violento en la campaña electoral con enfrentamientos entre simpatizantes de las dos ex guerrillas que dejaron decenas de muertos. La escalada de violencia culminó con el asesinato por parte de miembros de la Policía del observador nacional Anastácio Matavele en la provincia de Gaza. La Policía nunca hizo públicas las conclusiones de la investigación interna de este asesinato, pero Gaza, bastión histórico de Frelimo, estuvo bajo la lupa por el inusitado aumento de electores en la última actualización del censo, que se tradujo en la atribución de ocho escaños más para esta provincia y la dimisión del director del Instituto Nacional de Estadística por poner en entredicho la credibilidad de los números.

Como preámbulo a la celebración de elecciones, las dos ex guerrillas firmaron los terceros acuerdos de paz desde que en 1992 finalizara una de las guerras civiles más largas y cruentas de África (1977-1992).Como condiciones a la tregua, Renamo impuso la elección de gobernadores provinciales por voto popular y Frelimo, el desarme inminente de Renamo y la reintegración de más de 5.000 rebeldes en las filas de las Fuerzas Armadas y de la Policía. El principal partido de oposición confiaba en obtener la gobernación de las provincias del centro y norte del país, donde acumula mayor apoyo. Contrariamente, los resultados electorales amplificaron la presencia del partido en el poder: Frelimo se hizo con la presidencia, más de dos terceras partes de la Asamblea de la República y los 10 gobernadores provinciales. Renamo sigue sin reconocer los resultados, aunque sus diputados han ocupado los 60 escaños obtenidos en las urnas.

 

Acuerdos de paz en la cuerda floja

Los terceros acuerdos de paz hacen ahora equilibrios sobre una cuerda floja. Y no solo por el descontento de Renamo tras las votaciones, sino porque el desarme y la reintegración de rebeldes continúa pendiente. Así, el secretario general de Renamo, André Madjibire, insiste en que las actividades de Desarme, Desmovilización y Reintegración (DDR) arranquen lo antes posible haciendo un llamamiento al Gobierno para que acelere el proceso. Sin resolver queda también el devenir de la autoproclamada Junta Militar, una rama disidente con las condiciones de paz pactadas y con la elección de Ossufo Momande al frente de Renamo tras la muerte del legendario líder Afonso Dhlakama. Desde junio del pasado año, la Junta Militar ha cristalizado su protesta en ofensivas armadas en las principales carreteras del centro del país. La división en el seno del partido se hace patente en las palabras de Momade cuando afirma desconocer lo que reivindica el líder de la Junta, Mariano Nhongo. “No sé qué razones le motivaron a abandonar las bases de Renamo”, declaraba públicamente tras rechazar Nhongo la mediación de diálogo presentada por el Consejo Cristiano de Mozambique.

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El presidente de Mozambique, Filipe Nyusi, bajando de un avión en s llegada a Sochi, Rusia. Alexander Ryumin\TASS via Getty Images

El clima de inestabilidad que atraviesa el país se ve agravado por la presencia de un movimiento de insurgencia islamista en Cabo Delgado desde hace tres años. Cabo Esquecido (olvidado) es el apelativo local de esta provincia norteña que arroja los peores índices de desarrollo humano de Mozambique. En 2017 la población civil comenzó a sufrir actos indiscriminados de violencia terrorista que han arrasado aldeas originando, según el Alto Comisionado de  Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), más de 100.000 desplazados. Aunque en ocasiones son reivindicados por el autoproclamado Estado Islámico –que dice contar con el apoyo del grupo yihadista local Ansar al Sunna (Adeptos de la tradición profética)–, la mayoría de los casos quedan sin autoría ni punición, dejando a la población en un limbo de confusión y desamparo. El presidente Nyusi ha pedido la implicación de la sociedad civil y la ayuda de la comunidad internacional para poner fin a esta ola de terror que ya se ha cobrado al menos 350 vidas en una región que concita el interés de los principales consorcios internacionales de explotación de hidrocarburos.

 

El gas natural: ¿un maná para dejar atrás la pobreza?

El pasado enero Filipe Nyusi calificaba en su discurso de investidura de“emergencia nacional” la lucha contra la pobreza. Según datos del Banco Mundial, más de la mitad de la población sobrevive con menos de dos dólares diarios y el reciente escándalo de las deudas ocultas supuso el bloqueo de fondos y programas de ayuda del Fondo Monetario Internacional, hundiendo al país en una profunda crisis económica.

Las detenciones comenzaron en febrero del pasado año, cuando Estados Unidos emitió una orden de captura contra Manuel Chang, ex ministro de Finanzas, por su supuesta implicación en un fraude de 2.000 millones de euros que afectó a inversores estadounidenses. Chang y otros implicados serían juzgados por haber captado préstamos falsamente garantizados por el Gobierno mozambiqueño para después venderlos de forma fraudulenta.

En este escenario de depauperización, Mozambique podría encontrar la vía de escape gracias al descubrimiento de gas natural offshore en sus aguas territoriales.

Fruto de los trabajos de prospección en esta área de África austral, la compañía estadounidense Anadarko anunció en 2010 haber identificado la que probablemente sea la tercera mayor reserva de gas mundial, un hallazgo corroborado poco después por la empresa de hidrocarburos italiana Ente Nazionale Idrocarburi (ENI). Desde entonces, ExxonMobil, BP, Shell o China National Petroleum Corporation han desembarcado en la región interesadas en formar parte del negocio. La inversión extranjera en los proyectos de extracción de gas natural se calcula en unos 128.000 millones de euros y el Gobierno se ha fijado 2022 como horizonte exportador. En la frontera con Tanzania se levantan las instalaciones para almacenar el gas natural licuado (GLN) y una ciudad para albergar 150.000 habitantes. La agencia calificadora Fitch prevé que la producción de gas aumente un 26,5% al año de aquí a 2029 y augura un crecimiento medio anual de un 12,4% del PIB mozambiqueño a lo largo de la próxima década.

Paradójicamente, estos yacimientos offshore fueron localizados frente a la costa de Cabo Delgado, región castigada no solo por un movimiento de insurgencia islamista de origen incierto sino que sufrió además el devastador impacto de los ciclones Idai y Kenneth hace ahora un año. Con las tareas de reconstrucción todavía por comenzar, la explotación de las reservas de gas podría significar un soplo de aire fresco para Mozambique, después de que las catástrofes naturales estrangularan su actividad económica dejando el crecimiento del PIB por debajo del 2%.

Los buenos augurios, sin embargo, deben tomarse con cautela debido a la volatilidad de la situación política y de seguridad en la zona que podrían posponer los trabajos de exportación de GLN. Desde Total, con una inversión de 25.000 millones de dólares en la región, rebajan los riesgos. “Aunque algunos ataques nos han llevado a paralizar de forma cautelar los trabajos en la zona, avanzamos a buen ritmo para entregar el primer cargamento de GLN en 2024”, asegura a la agencia de noticias Lusa un portavoz de la empresa de hidrocarburos francesa.

Las voces críticas alertan sobre el impacto negativo que la construcción de nuevas instalaciones e infraestructuras ocasiona en la vida de las comunidades locales, obligando al desplazamiento de aldeas y perturbando actividades comerciales como la pesca tradicional. Además, la corrupción endémica que arrastra la Administración pública y la falta de experiencia gestora siembra dudas sobre la redistribución equitativa de los beneficios.

Si afianzar los acuerdos de paz y la seguridad ciudadana es clave para el éxito del segundo gobierno de Nyusi, no lo es menos luchar contra el paro juvenil, uno de los principales desafíos del nuevo Ejecutivo en un país donde el 75% de la población es menor de 25 años. En palabras del Presidente , “Mozambique es un país de jóvenes y el desarrollo solo será posible con su implicación”. El Plan Quinquenal 2020-2024 que deberá validar la Asamblea de la República se muestra ambicioso en este apartado, prometiendo crear tres millones de empleos para los jóvenes. De ahí el nacimiento de la nueva Secretaría de Estado de Juventud y Empleo, que se centrará en promover la formación profesional, el autoempleo y la creación de iniciativas empresariales y de negocios entre este sector de la población.

Si bien los recursos energéticos aún por explotar abren la puerta para que Mozambique repunte en la clasificación global de desarrollo, las proyecciones en materia de estabilidad política y de seguridad esparcen dudas sobre la estabilidad del país a largo plazo. El corte autoritario de una democracia mellada, el deterioro de las condiciones de seguridad en Cabo Delgado y la fragilidad de los últimos acuerdos de paz amenazan con romper el equilibrio del segundo mandato de Filipe Nyusi y de la nomenclatura de Frelimo, abrazada al poder desde hace demasiado tiempo.