He aquí las preocupaciones y objeciones habituales de los políticos ante la idea de consultar a unos jurados de ciudadanos seleccionados al azar o unas asambleas ciudadanas.

Las conclusiones de un sondeo de opinión llevado a cabo entre políticos australianos, elaborado conjuntamente con el Comité Electoral Permanente Conjunto del Parlamento, es que el 14% de los políticos de este país cree que los jurados ciudadanos son una forma de aliviar una situación incómoda, mientras que el 64% piensa todo lo contrario. ¿En qué se basan unas opiniones tan opuestas? ¿Qué ventajas ve ese 14% y qué problemas preocupan al 64% porque cree que están sin resolver? La newDemocracy Foundation advierte que, cuando se sugiere que la participación de los ciudadanos se determine mediante selección aleatoria o sorteos cívicos, hay ciertas objeciones que aparecen repetidamente. Esas preocupaciones comunes se agrupan en los siguientes cinco apartados. Vemos uno por uno los argumentos que las sostienen:

 

Es un retroceso simplista respecto a los parlamentos, que, aunque pueda parecer que no hacen bien su tarea, en realidad sí desempeñan muy bien sus funciones.

“La representatividad y los debates ya existen, se llaman parlamento, y han cumplido bien su función”.

En un mundo cambiante, reformar se ha vuelto mucho más difícil. Se necesitan métodos nuevos. Las prácticas deliberativas que promueve newDemocracy, combinadas con un sorteo cívico, son un instrumento importante para los gobiernos y los parlamentos reformistas de todo el espectro político.

Dichos métodos no significan derogar ningún poder o autoridad, igual que no los deroga el uso actual de las respuestas a las encuestas y los grupos de discusión. Por el contrario, profundizan la conversación entre los representantes elegidos y los electores, lo que permite avanzar hacia una cultura de verdadera colaboración y responsabilidad compartida.

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Todo lo opuesto a la dependencia de una serie muy limitada de opiniones de los grupos de intereses y de presión, que tienen gran habilidad para utilizar los medios de comunicación contra una posible política del gobierno que perjudica a sus clientes.

Un método de participación como la asamblea ciudadana puede ayudar a que los parlamentos sean más eficaces, porque hace que vuelvan a centrarse en el debate (no en las opiniones y las reacciones), que es el motivo de que sean tan útiles desde hace siglos.

“Los sorteos cívicos son antipolíticos y asumen la opinión simplista de que la compleja labor que llevan a cabo los políticos la puede ejercer cualquiera. No es así. La política consiste en lograr un acuerdo factible, y no siempre conviene que los debates sean públicos”.

No cabe duda de que los políticos ejercen una tarea compleja y los debates públicos no siempre son apropiados. Sin embargo, cuando se mezclan unas decisiones difíciles con escasa confianza de la población, los debates cívicos pueden ser muy útiles para ayudar a los líderes a hacer su trabajo.

El autor Bernard Crick dice que la política es un choque inevitable de posiciones que derivan en luchas de poder pero, al final, llegan a acuerdos. Desde este punto de vista, la política necesita negociaciones y concesiones entre intereses opuestos. Desde la perspectiva de Crick, esa es la única forma de evitar alternativas peores o peligrosas. Y la conclusión inevitable es que la democracia deliberativa no es conveniente. Pero la amplia experiencia de newDemocracy no indica eso (ver OurWork).

Los resultados que muestran los informes de los ciudadanos y las decisiones que toman al final los dirigentes elegidos demuestran que el jurado sirve para ampliar las opciones técnicas y políticas a disposición de los representantes elegidos porque suma una voz con la que los votantes se identifican íntimamente.

“A veces los problemas son tan polémicos que ni siquiera unos jurados debidamente constituidos pueden evitar los sectarismos y el pensamiento rígido”.

Los métodos deliberativos ofrecen la posibilidad de una política mejor, que en vez de ser reaccionaria y regirse por las emociones, consista en una elaboración de políticas a partir de realidades y que cuenten con amplia aceptación. Un sorteo cívico permite obtener una muestra variada de personas que quizá empiezan el proceso con opiniones fijas y viejas convicciones, pero están asombrosamente dispuestas a tener en cuenta las opiniones de otros si se crea un entorno que facilite un trabajo productivo y creativo con el que todos puedan estar satisfechos.

 

Se reirán de nosotros si lo hacemos

Los políticos recuerdan la propuesta de Julia Gillard de convocar una Asamblea Ciudadana sobre el cambio climático, que no acabó bien. Había formas de evitar aquel desastre, y en newDemocracy somos conscientes de cómo y cuándo convienen un sorteo cívico y un debate público, por el asunto, el momento oportuno y las probabilidades de éxito. No siempre acertamos, pero aprendemos de nuestras experiencias y perfeccionamos los métodos de deliberación para proyectos futuros (ver Learnings from South Australia’s Nuclear Fuel Cycle Jury).

“Los gobiernos o ministros darán la impresión de debilidad, de no poder tomar decisiones (que es para lo que se les paga)”.

En algunas cuestiones, cualquier medida que tome un ministro o un gobierno será objeto de críticas. Ese es el motivo de que, en algunas áreas estratégicas, las reformas se posterguen constantemente o estén sujetas a grandes excepciones antes de empezar a examinarlas. En este capítulo entran las reformas fiscales, la forma de sufragar el sistema de salud, las leyes sobre drogas y la política energética.

Es evidente que ya hoy se tacha a los políticos de “débiles” precisamente porque eluden las grandes cuestiones. Utilizar un enfoque nuevo puede considerarse un intento de innovar para superar bloqueos previsibles.

En algunas ocasiones, los representantes elegidos que han recurrido a sorteos cívicos han reforzado su ventaja electoral; un ejemplo destacado es el del candidato del Partido Laborista Australiano a alcalde de Canada Bay, que cortó el giro en contra del partido en todo el estado siguiendo una tendencia similar en las elecciones estatales de 2011 y logró una subida de los votos del 9,4% en su favor.

“Sí, pero nunca prosperará aquí, en este entorno mediático hipercrítico”.

Lograr previamente la colaboración de los medios de comunicación, sobre todo los locales, es fundamental. Si a la gente le cuesta entender las decisiones, lo normal es que se oponga a ellas. Además, los periodistas políticos están cada vez más familiarizados con la metodología y comprenden el valor que pueden tener para nuestro sistema democrático unos juicios bien organizados. En un nivel superior, newDemocracy ha señalado sistemáticamente que los medios de comunicación no atacan a los ciudadanos elegidos al azar, lo que, en nuestra opinión, constituye una ventaja más de involucrar a personas de fuera del sistema (y que también son consumidores de medios).

“Los métodos deliberativos favorecen un estilo político más cosmopolita. Por eso los jurados ciudadanos no son ni pueden ser verdaderamente neutrales y el nacionalismo y los intereses locales quedan en desventaja”.

Este es un argumento importante. Los proyectos suelen funcionar peor en ámbitos regionales. Sin embargo, estamos experimentando con proyectos más regionales para profundizar en este aspecto y estamos reuniendo grupos de ámbito estatal para ver si ese inconveniente desaparece cuando se agrupa a todos.

La democracia deliberativa debe considerarse un complemento y una parte de la democracia representativa, no un sustitutivo. Lo que debemos evaluar no es la democracia deliberativa en abstracto, sino dentro de un sistema reformado.

 

La gente no está capacitada

“La gente es tonta”.

Lo más importante en un debate ciudadano no es la capacidad de cada individuo, sino su capacidad colectiva. Existen pruebas sólidas de que un grupo heterogéneo de personas inteligentes y menos inteligentes tiene más probabilidades de producir buenos resultados que un grupo homogéneo de personas muy inteligentes (ver Group Diversity Trumps Individual Ability).

Las personas inteligentes y formadas suelen aprender menos de sus errores y tienden a hacer menos caso a los consejos de los demás. Y, cuando se equivocan, son más capaces de elaborar argumentos complejos para justificar sus razonamientos, por lo que se vuelven cada vez más dogmáticos. Además, da la impresión de que tienen más “ceguera de sesgo”, lo que significa que son menos propensos a ver los fallos de su lógica.

ciudadados_ideasEs más importante el uso de la capacidad de pensamiento crítico para buscar los conocimientos de los expertos y dejar al descubierto los sesgos inconscientes (ver Critical Thinking). También son necesarias las preguntas ingenuas, la apertura de mente y la curiosidad. Un grupo heterogéneo tienen muchas probabilidades de incluir toda esa riqueza cognitiva (ver Concerns About People’s Abilities).

Quizá ha llegado la hora, en la larga historia de la democracia, de que la relación entre los que gobiernan y los gobernados deje de ser una relación entre el adulto y el niño, en la que los votantes quieren que sus figuras parentales solucionen las cosas, para convertirse en una responsabilidad compartida que permita abordar juntos los difíciles problemas de nuestra época.

“Unos ciudadanos escogidos al azar no deben rendir cuentas como los representantes elegidos, que pueden perder su escaño”.

Es verdad. Los ciudadanos van a defender sus decisiones pero no tienen que presentarse a ninguna elección. Recordemos que se trata de reforzar y complementar el proceso político para aprovechar la “sabiduría colectiva basada en datos”.

Igualmente, puede verse que las elecciones limitan la capacidad de juzgar, puesto que impiden que un representante elegido tome una decisión que él o ella considera la más apropiada por temor a que no se entienda bien. Parece que tener en cuenta las sugerencias de un grupo que no tiene esa restricción, sin llegar al nivel de la autoridad definitiva y responsable, puede ayudar a reparar ese equilibrio.

“Los grandes grupos y los ciudadanos corrientes no pueden abordar asuntos complejos”. 

Desde luego, cuando en una reunión pública hay unos grupos numerosos que no paran de gritarse entre sí y contra las autoridades, es imposible que aborden asuntos complejos. Sus miembros participan de forma voluntaria y lo más habitual es que tengan opiniones fijas y que las defiendan de forma agitada. Pero eso no pasa con un jurado ciudadanos ni una asamblea ciudadana, que dedican días a estudiar un problema y cuyos participantes se han seleccionado aleatoriamente. Todo depende de un buen proceso de formación de grupos.

En esa situación, las deliberaciones comienzan siempre por establecer los principios que sostienen cualquier postura planteada. No es necesario tener conocimientos técnicos, porque se llama a expertos para que respondan a las preguntas que surjan, igual que hacen los parlamentarios. La mayor parte del debate se desarrolla en grupos pequeños, que plantean preguntas e interrogan a los expertos.

Ya ha habido grupos de este tipo que han abordado asuntos tan complejos como los alimentos transgénicos, los residuos nucleares, el cambio climático y la política energética. Y siempre han surgido recomendaciones sensatas y fundadas.

 

No es posible reunir un grupo verdaderamente representativo

“Es una selección voluntaria, no todo el mundo acepta la invitación. Los grupos reducidos son demasiado pequeños. La muestra tiene un tamaño insuficiente para representar a toda la población”.

Es cierto que no todo el mundo acepta una invitación enviada a una muestra aleatoria de la población. Desde luego, ha habido casos en los que el número de respuestas ha superado las expectativas (las invitaciones a participar en el Parlamento Ciudadano de Australia tuvieron una aceptación del 30% y el proyecto digital de Neblo et al. dirigido a congresistas de Estados Unidos tuvo una acogida del 35%). El objetivo es dar con una muestra que sea representativa desde un punto de vista descriptivo, no estadístico (ver Sample Size). Se trata de contar con un grupo de gente que se parezca a la población general.

“Los jurados y las asambleas de ciudadanos son demasiado pequeños; estos debates públicos no llegan a la población general”.

Australia tiene 76 senadores y solo 151 miembros de la Cámara de Representantes, pero la autoridad de la que están investidos hace que no importe que sea un número escaso en relación con los más de 25 millones de ciudadanos australianos.Todos los parlamentos de nuestros estados tienen al menos una cámara con menos de 50 miembros.

Dar a una Asamblea Ciudadana un papel de peso garantiza la atención de  los medios, y eso se transmite a la población general. El mejor ejemplo es quizá el irlandés (ver Ireland’s Primer Minister Office). Un centenar de ciudadanos, entre los que a veces se incluyen representantes elegidos, pueden reflejar con exactitud las opiniones de toda una población, y de ahí que a veces se utilice el término “minipoblación”.

 

Pensar que se puede lograr un acuerdo auténtico y realista sin que tenga un coste para quien no participa es un espejismo

“La gente no puede ponerse nunca de acuerdo, y mucho menos llegar a un acuerdo sensato. Cualquiera que haya asistido a una reunión pública tumultuosa lo sabe”.

Lo cierto es que sí es posible ponerse de acuerdo. Las deliberaciones consisten en sopesar los pros y los contras de varias opciones, esforzarse en pensar qué concesiones habrá que hacer para escoger cada alternativa. Las conversaciones son respetuosas y productivas, y se pone el énfasis en los temas, no las personas. A los participantes pueden no gustarles las recomendaciones aprobadas, aunque a la mayoría, sí; pero la minoría decide que puede aceptarlas. Si no, se incluye un dictamen discrepante. En ningún momento del debate se insiste en el consenso, sino en la exploración continua de los elementos comunes. Después de ver lo que les ha costado, los participantes comprenden mejor lo difícil que es para los representantes elegidos (ver Deliberation).

“La gente presentaría demandas que los gobiernos no podrían satisfacer jamás. Éstos se verán arrinconados por recomendaciones que no están dispuestos a aceptar o a poner en práctica”.

Esto suele ocurrir con el método participativo de contar siempre con las mismas personas, que utiliza a voluntarios y carece del tiempo, las informaciones y los instrumentos para llegar a conclusiones sólidas. Sin embargo, las recomendaciones de los jurados ciudadanos suelen ser meditadas y factibles. Se hace hincapié en recomendaciones concretas, medibles, factibles, realistas y oportunas. Los participantes estudian los pros y los contras y no presentan exigencias exorbitantes (ver los proyectos de Infrastructure Victoria, City of Melbourne y Yarra Valley Water).

 

Este artículo forma parte del especial

Contar con la ciudadanía: algunas ideas para la Conferencia sobre el Futuro de Europa 

CONTAR CON LA CIUDADANÍA_ ALGUNAS IDEAS PARA LA CONFERENCIA SOBRE EL FUTURO DE EUROPA (4)

 

 

La versión original en inglés de este artículo puede consultarse en newDemocracy.

 

Con la colaboración de:

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