En la última década se ha venido experimentando intensamente con nuevas herramientas online orientadas a expandir y mejorar la calidad de la participación democrática. Diferentes iniciativas se han puesto en marcha en todo el mundo para conseguir una mayor inclusión, así como para incorporar la inteligencia colectiva distribuida de la sociedad a la toma de decisiones de los gobiernos. El cambio de década es un buen momento para realizar una evaluación general. ¿Qué hemos aprendido? ¿Cuáles son los límites de la participación digital? ¿En qué fases del proceso deliberativo puede resultar útil? Finalmente, ¿cuál es el futuro de la participación democrática? Y, ¿cuál es el encaje de las herramientas digitales en el mismo?

Voto por Internet

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Las herramientas online abrieron la caja de pandora de la participación directa. Ya no es necesario acudir presencialmente para votar y cualquiera puede hacerlo sobre cualquier asunto en cualquier momento. La iniciativa Democracia 4.0 propone que la ciudadanía pueda participar en todas las decisiones del Congreso de los Diputados mediante el voto por Internet. En Estonia ya se puede votar por Internet desde hace años en muchos de los procesos electorales. El Ayuntamiento de Madrid realizó una “Gran Votación” digital en la cual se decidieron temas como la peatonalización parcial de la Gran Vía (una de las principales calles de la capital). Los presupuestos participativos en formato digital, que comenzaron en Reikiavik (Islandia), se han ido extendiendo a más ciudades de todo el mundo como Madrid, París o Barcelona. Casi todos estos procesos incluyen una fase online de votación final de propuestas. Cabe destacar que el voto por Internet se usa ya en muchos partidos políticos para decidir listas electorales u órganos internos (en algunos casos incluso la dirección del propio partido). El Partido Pirata alemán fue más allá al utilizar durante varios años una herramienta de votación por Internet que permitía poder delegar el voto en diferentes personas o “delegados líquidos” para cualquier decisión programática del partido.

A pesar de las críticas que se han realizado en relación a las posibles fallas de seguridad en estos procesos (el eterno miedo al hacker), estos fraudes apenas han sido documentados durante estos años, lo cual no deja a todo el mundo tranquilo. Es cierto que ante decisiones con intereses más relevantes en juego, y mayores recursos puestos en quebrar los procesos, estos posibles amaños podrían acabar ocurriendo. Pero el reto al que se enfrenta el voto por Internet va más allá de la tecnología en sí. Es un problema que afecta al principio general del sufragio. Es el voto el que está en crisis. Recientes procesos electorales han demostrado que nuevas estrategias para influir en el voto están funcionando de manera alarmantemente efectiva. Las clásicas campañas electorales, ya de por sí basadas en el marketing de masas, han dado paso a formas más opacas y temibles de persuasión, las cuales usan incluso premisas falsas y estrategias psicológicas personalizadas. ¿Cómo trascender la participación basada en el voto?

 

‘Crowdsourcing’

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La tecnología de crowdsourcing (se podría traducir como “lluvia de ideas de masas”) trata de usar Internet como una herramienta para recabar propuestas, ideas o comentarios del máximo número posible de personas. Algunos de los procesos de votación antes mencionados, como los presupuestos participativos, van precedidos de una fase de recolección de propuestas, las cuales además se pueden valorar con likes o formas más sofisticadas de validación como los “apoyos” o “firmas” de la misma manera que se realiza en los procesos de recolección de firmas en papel para iniciativas ciudadanas en países como Suiza. Estos apoyos ayudan a generar clasificaciones para ordenar y validar estas propuestas. Otras veces estas aportaciones pueden tener la forma más simple de comentarios, sugiriendo modificaciones a propuestas ya presentadas o a proyectos de ley.

De la misma manera que el voto, la recolección de propuestas y comentarios puede ser fagocitada por una opinión pública superficial y desinformada. El principal problema de la multitud es que genera una cantidad de información desbordante. En este compendio de ideas seguramente puedan existir propuestas elaboradas y sensatas, pero normalmente son minoritarias y pueden llegar a pasar desapercibidas. El principal problema pasa a ser cómo filtrar la información para conseguir tener contribuciones inteligentes y representativas.

Una forma interesante para abordar esta cantidad de información es utilizar algoritmos que nos ayuden a agrupar y clasificar los contenidos. Podemos destacar el uso que realizó Adrey Tang en Taiwán de la herramienta pol.is, la cual ayudó a segmentar los diferentes grupos de opinión para buscar zonas de intersección. Estas zonas de intersección representan puntos en común de dos comunidades polarizadas, y pueden utilizarse como puntos de apoyo para buscar acuerdos entre los gobiernos y los diferentes grupos de interés enfrentados (en este caso Uber y el sector del Taxi). Estrategias similares basadas en valoraciones pairwise (por pares) se aplicaron durante las revueltas a favor de la democracia de Chile a través de una plataforma de voluntarios de la sociedad civil llamada chilecracia.org, encabezada por el investigador Cesar Hidalgo.

Existen otras perspectivas tecnocráticas del crowdsourcing en las cuales estos procesos son dirigidos a comunidades profesionales con un conocimiento más específico y filtradas posteriormente por un equipo técnico del gobierno. Esta estrategia, desarrollada de manera extensa por la investigadora Beth Noveck y puesta en práctica durante el gobierno de Barack Obama, está enfocada en el uso de la inteligencia colectiva para asesorar a los gobiernos. Puede aportar grandes soluciones inesperadas dentro de los planes y los marcos ideológicos de las personas representantes electas.

 

La Ola deliberativa y la participación digital

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En paralelo a estas experiencias, otras formas de innovación democrática, no relacionadas con la tecnología digital, se han desarrollado con fuerza y pueden ser agrupadas conceptualmente en lo que se ha llamado la Ola deliberativa. Esta corriente aporta algunas críticas clave a los procesos democráticos en general y ha generado propuestas innovadoras para contrarrestar estos problemas. La principal crítica pone el foco en los sistema electorales y en la crisis de la representación política. Si bien este diagnóstico es compartido por la mayoría de los promotores de las nuevas tecnologías de participación digital, la democracia deliberativa se distancia de estas últimas al considerarlas insuficientes o fallidas. ¿Quién participa? ¿Quién debería representar a la ciudadanía?

Tanto el voto directo como otras formas de participación establecen que la participación es voluntaria. Los procesos se anuncian públicamente y a partir de ahí, quién consiga enterarse, quiera o pueda acudir será bienvenido. En este sentido la participación digital amplía el espectro de gente que puede aparecer en los procesos. En el caso del Ayuntamiento Madrid, los foros locales presenciales congregaron en sus mejores momentos a 3.000 personas mientras que los presupuestos participativos en Decide Madrid (la plataforma digital del Ayuntamiento) llegaron a activar a más de 90.000 vecinos y vecinas. A pesar de haber conseguido ampliar el espectro de participantes, esta cantidad representa apenas un 4% del total de la población adulta de la ciudad de Madrid. Así pues el argumento principal de la democracia deliberativa es que la participación clásica está claramente sesgada y no es representativa de la ciudadanía en su conjunto. Es por ello que la democracia deliberativa propone generar muestras sorteadas en base a criterios demográficos específicos. A estos representantes se les incentivará (normalmente con una generosa dieta) para que participen en procesos de larga duración. Y aquí viene la segunda crítica importante a la participación clásica. Es necesario trascender la opinión pública desinformada y generar una participación con la capacidad crítica de considerar diferentes puntos de vistas e informarse de manera amplia para acordar propuestas y generar decisiones compartidas.

Así pues, la perspectiva deliberativa intenta huir de las opiniones y busca una reflexión colaborativa de personas participantes aleatoriamente seleccionadas, que compongan una muestra descriptiva de la sociedad, de forma que el proceso pueda desembocar en un acuerdo amplio en forma de decisión democrática.

Las metodologías presenciales deliberativas han dado el salto al terreno digital, debido a las medidas de confinamiento generalizado por la crisis de la COVID-19, y han adaptado sus encuentros mediante plataformas de videoconferencia. Estos procesos digitales son factibles y además funcionan lo suficientemente bien como para ofrecer nuevos formatos los cuales puedan combinar sesiones presenciales con sesiones online.

 

Los retos de la Conferencia sobre el Futuro de Europa

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La Comisión Europea está comenzando a invertir recursos en la participación y la deliberación ciudadana como una forma de retomar el contacto con la ciudadanía, la cual se siente desconectada del proyecto europeo y de las instituciones democráticas en todos los niveles. La reciente Convención Ciudadana por el Clima en Francia ha puesto en primera línea los principios deliberativos del sorteo y de la reflexión cívica. Este verano el proceso participativo “Misiones horizonte Europa” nos permitió vislumbrar las estrategias que la Comisión quiere comenzar a poner en marcha. Parece claro que pretende combinarse las asambleas deliberativas sorteadas con plataforma digitales, lo que representará un reto con el potencial de generar importantes innovaciones.

Como conclusión me gustaría destacar qué aspectos específicos en el diseño de los procesos participativos deberían fomentarse para impulsar la democracia en Europa:

El proceso deliberativo de larga duración como herramienta central. La Asamblea Ciudadana deliberativa sorteada es la única estrategia capaz de generar una participación representativa y, con tiempo y un diseño adecuado, puede proporcionar decisiones informadas e inteligentes. Es por ello que debería representar el componente central de los procesos europeos.

La deliberación en varios idiomas. Es importante que la ciudadanía europea delibere fuera de sus marcos nacionales. Los acuerdos o decisiones tomados en una deliberación multicultural y multilingüe serán diferentes a los producidos en múltiples deliberaciones en cada país. Dedicar recursos a generar nuevas tecnologías, que faciliten estos procesos complejos con traducción simultánea, será muy importante.

Herramientas digitales al servicio de las Asambleas Ciudadanas deliberativas. Las personas sorteadas participantes, en su búsqueda crítica de soluciones deben apelar al resto de la sociedad para resolver problemas técnicos, buscar soluciones originales y conocer el testimonio de aquellos más directamente afectados. De la misma manera que estas asambleas deliberativas dialogan con un ponente especialista, deberían poder hacerlo también con herramientas digitales que les proporcionen respuestas diversas y originales. El sesgo de estas contribuciones debe ser analizado para informar claramente a las personas participantes sorteadas, de la misma manera que se informa cuando un ponente proviene de un grupo de interés.

Las herramientas digitales deben fomentar la colaboración. Más allá de las aportaciones individuales, las herramientas digitales deben estar diseñadas para fomentar la colaboración, ayudando a generar propuestas e ideas en grupo para mejorar la calidad de las mismas.

Nuevos algoritmos que faciliten la agrupación y ordenación de gran cantidad de comentarios y propuestas. La inteligencia artificial combinada con el procesamiento del lenguaje natural puede ayudar a clasificar de manera efectiva los comentarios o propuestas dirigidos a las Asambleas Ciudadanas.

El referéndum mediante voto por Internet a nivel europeo debería ser una opción a estudiar para validar las conclusiones de las Asambleas Ciudadanas.

 

 

Este artículo forma parte del especial

Contar con la ciudadanía: algunas ideas para la Conferencia sobre el Futuro de Europa 

CONTAR CON LA CIUDADANÍA_ ALGUNAS IDEAS PARA LA CONFERENCIA SOBRE EL FUTURO DE EUROPA (4)

 

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