Películas, documentales, series, canciones y obras de arte para examinar las mejoras y los desafíos pendientes para alcanzar una plena igualdad entre hombres y mujeres.

La IV Conferencia Mundial sobre la Mujer celebrada en Pekín en 1995 supuso un hito en el modo de abordar los derechos humanos de las mujeres. Tanto por el número de participantes –unos 17.000 entre delegados gubernamentales y representantes de la sociedad civil– como por incorporar la transversalidad de la perspectiva de género como necesaria en todas las etapas de las políticas públicas, desde su planificación hasta su evaluación. Además, se creó la Plataforma de Acción para realizar un seguimiento en el tiempo de las mejoras producidas en 12 esferas relacionadas con los derechos humanos de las mujeres. Al cumplirse 25 años de la reunión de Pekín, presentamos algunos contenidos audiovisuales recientes –películas, documentales, series, canciones y obras de arte– que han abordado las mejores logradas y, sobre todo, el camino que aún queda por recorrer para lograr una plena igualdad.

Como referencia introductoria,  puede mencionarse un documental de este mismo año, Woman, de Anastasia Mikova y Yann Arthus-Bertrand. En la misma línea del anterior proyecto de los autores, Human, uno de cuyos temas principales había sido ya las mujeres, en su nueva obra se da voz a féminas de 50 países. Unas 2.000 entrevistas realizadas resumidas en casi dos horas de metraje, abordando muchos de los temas discutidos en Pekín.

 

La falta de respeto y protección de los derechos humanos

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Generation Lost de Helen Zughaib. DC Commission on the Arts and Humanities Art Bank Collection

Durante su intervención en la Conferencia de Pekín de 1995, Hillary Clinton afirmó: "Es el momento de decir, aquí en Pekín, y para que todo el mundo lo oiga, que ya no pueden discutirse los derechos de las mujeres por separado de los derechos humanos". Resumió con esas palabras uno de los pilares de aquella convención internacional. Para lograr ese objetivo, la Declaración recordó a los Estados que la protección de los derechos humanos debía contener una imprescindible perspectiva de género para ser efectiva. No sólo se trata de firmar las Convenciones Internacionales que los promuevan o de limitarse a legislar a escala nacional. Se han de comprometer además recursos materiales y humanos –con una adecuada capacitación– para que las mujeres y niñas tengan acceso, por ejemplo, a un sistema policial y judicial que dé respuesta a sus reclamaciones en caso de que se produzca una vulneración.

No todos los países están cumpliendo los compromisos firmados en la Declaración de Pekín. En muchos casos, son activistas los que se encargan de ofrecer ayuda a las víctimas de vulneración de derechos humanos, además de darles un voz que sitúe los problemas en el centro de debate público. El año pasado, ONU Mujeres preparó cuatro documentales de menos de seis minutos –rodados en realidad virtual– para mostrar el trabajo de cuatro de estas activistas:  Theresa Kachindamoto, que ha logrado que se legisle contra el matrimonio forzado infantil en Malaui; la periodista Lydia Cacho, quien además de su trabajo denunciando redes de prostitución infantil, dirige en Cancún un centro de atención a mujeres que han visto vulnerados derechos humanos como la integridad física o el acceso a la salud; la india Asha Kowtal, cuya labor se centra en denunciar el sistema de castas, en especial la doble discriminación de las mujeres dalit, por ser mujeres y por pertener a castas consideradas inferiores; y la estadounidense Alice Johnson, que aboga por una reforma penal que no encarcele casi exclusivamente a pobres, y que trate con más diginidad a las mujeres que se encuentran en prisión.

Además de defender los derechos humanos de otras mujeres, muchas activistas han realizado una labor esencial a la hora de reclamar justicia y reparación para sus hijos e hijas, así como para sus maridos desaparecidos. Desde las Abuelas de la Plaza de Mayo, a las madres mexicanas sinaloenses que llevan años buscando a sus familiares desaparecidos frente a la desidia de las autoridades para encontrar a los 60.000 desaparecidos reconocidos oficialmente desde 2006. Su trabajo se muestra en el documental Te nombraré en silencio, que espera poder estrenarse este septiembre, tras una exitosa campaña de financiación popular.

La artista estadounidense de origen libanés Helen Zughaib reflejó en un cuadro de 2015 titulado Generation Lost a todas esas mujeres que buscan a sus seres queridos.

 

La mujer y el medio ambiente

Los Estados firmantes de la Declaración se comprometían a asegurar la participación de las mujeres, incluidas las indígenas, en la toma de decisiones relacionadas con la gestión de los recursos medioambientales. Desde 1995, ha aumentado el número de líderes campesinas y activistas que han tratado de enfrentarse a proyectos que afectaban a los recursos naturales de sus comunidades. Las consecuencias de esa lucha han sido, en muchas ocasiones, mortales. Según la ONG Global Witness, en 2019 fueron asesinados en todo el mundo al menos 212 activistas medioambientales –un 40% indígenas–, de los cuales un 10% eran mujeres. América Latina es la región en la que más asesinatos se registraron. Uno de los casos que más repercusión ha tenido en los últimos años fue el asesinato en 2016 de la líder indígena hondureña Berta Cáceres, continuadora de una serie de luchas medioambientales emprendidas en su país contra diversos tipos de expolio. El documental Las semillas de Berta Cáceres cuenta su historia y expone además algunas de las dinámicas de inversión internacional que están detrás de proyectos como el hidroléctrico al que se oponía esta activista.

En la Declaración de Pekín se reconoce el importante papel que han tenido y tienen las mujeres en  la “creación de modalidades de consumo y producción sostenibles y ecológicamente racionales y de métodos para la ordenación de los recursos naturales”. El documental Honeyland, galardonado con un Oscar, cuenta el papel de las mujeres de una región rural de Macedonia del Norte en la producción de miel con métodos tradicionales, y cómo su forma de vida primitiva –con renuncia a derechos como parte de la tradición– cambia con la llegada de un familia de ganaderos.

 

El ejercicio en el poder y la adopción de decisiones

La cantante Lidia Damunt afirmaba en su canción La caja: "Este cuerpo está cansado/ de vivir tan encerrado/ dentro de esta caja grande/ que se llama patriarcado". Y concluía en el estribillo: “Vamos a romper la caja en 1.000 pedazos”. Las restricciones de esa caja metafórica no se han roto aún en pedazos, a pesar de que en los últimos años se han producido cambios significativos en el acceso y el ejercicio del poder por parte de las mujeres. El número de parlamentarias, por ejemplo, ha ido incrementándose en casi todos los países –España es un buen ejemplo–, aunque los ministerios y las jefaturas de estado y de gobierno siguen estando ocupados principalmente por hombres. Ocurre igual en la mayoría de organizaciones públicas y privadas, desde las universidades hasta las empresas cotizadas.

El reciente nombramiento por Joe Biden de Kamala Harris como candidata a la vicepresidencia la ha convertido en la primera mujer de color que podría ocupar ese puesto. Otras políticas estadounidenses –algunas de color– se están forjando también una sólida carrera política. En el documental A la conquista del Congreso se muestran las campañas de cuatro políticas demócratas para lograr ganar las primarias antesde las eleciones midtern de 2018: Alexandria Ocasio-Cortez, Amy Vilela, Cori Bush y Paula Jean Swearengin. Todas ellas, curtidas en el activismo de base y en el ala izquierda demócrata, competían contra políticos hombres, con una larga trayectoria y posiciones políticas más conservadoras dentro de partido. Sólo Ocasio-Cortez, una de las estrellas políticas emergentes de EE UU, lograría la victoria y se convertiría finalmente en congresista (Cory Bush logró finalmente la nominación este verano). Las mujeres ocupan sólo un cuarto de los escaños del Congreso.

Sobre las barreras que las mujeres deben superar para alcanzar el poder y las dudas que deben despejar sobre su capacidad por el siempre hecho de ser mujer, habló Ellen Johnson Sirleaf, la primera presidenta electa de Liberia y de África –entre 2006 y 2018–, en una entrevista con la BBC. Recuerda sus 12 años como presidenta, la violencia de género que sufrió en su matrimonio y las heridas que dejó en Sierra Leona la terrible guerra civil.

 

La niña

En muchas sociedades, el nacimiento de una niña no se considera una buena noticia. En países como China o India la proporción entre hombres y mujeres está desequilibrada tras décadas de aborto selectivo de niñas o incluso su homicidio a causa del género una vez que las pequeñas han nacido. En otros muchos Estados, las niñas están sometidas desde su nacimiento a un trato desigual respecto a sus hermanos varones en el acceso a la educación ,la carga de trabajo doméstico o la capacidad para decidir cuál va ser su futuro, forzadas en muchos casos a contraer matrimonio sin haber cumplido la mayoría de edad.

El documental I am girl se ocupa de siete adolescentes, entre los 17 y los 19 años, de Estados Unidos, Australia, Camboya, Afganistán, Camerún y Papúa Guinera, mostrando sus vidas cotidianas y contando sus experiencias sobre la desigualdad de género, los abusos, el trabajo y su acceso a la edad adulta.

El mismo enfoque del documental de la BBC All that Stands in the Way que nos muestra las vidas de cuatro adolescentes que tratan de encauzar sus vidas en países tan dispares como Jordania, Lesotho, Islandia y Reino Unido. Aunque todas ellas enfrentan una desigualdad estructural en las sociedades de todos esos lugares.

Según la última estimación de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), habría 152 millones de menores que realizan trabajos considerados esclavos. El 50% de ellos, con edades comprendidas entre los 5 y los 11. La mayoría, unos 88 millones, son niños, y 64 millones son niñas. Suelen desempeñar trabajos relacionados con el sector primario. Ellas suelen encargarse de trabajos domésticos además de colaborar en los trabajos agrícolas. La fotógrafa española Ana Palacios ha desarrollado un proyecto fotográfico documentando las vidas de algunos de estos menores en África, el continente que más niños esclavos concentra. En paralelo, rodó un documental titulado Niños esclavos. La puerta de atrás en el que se cuentan sus historias y se explica la labor que llevan a cabo varias ONGs para ayudarles a recuperarse de las secuelas físicas y psicológicas.

Una de las industrias más rentables a escala global es la de la prostitución. Es un negocio tan lucrativo porque, en buena medida, se basa en la trata y en la explotación de mujeres y niñas coaccionadas mediante diversas formas de violencia física y psicológica. En muchos casos, la trata de mujeres se inicia cuando son menores, convertidas en esclavas sexuales. El documental Finding Home cuenta la historia de algunas niñas camboyanas que sufrieron la trata de personas con fines sexuales (puede verse aquí completo).  Las legislaciones de Estados como Tailandia o Camboya, afirman los expertos internacionales, han mejorado en los últimos años para tratar de proteger a las víctimas de esclavitud sexual, aunque esos países siguen siendo aún importantes destinos para el turismo sexual pedófilo, además de para el comercio sexual vía Internet.

 

Mujer y economía

En 2017, Humans Rigths Watch estimó que hasta 2,8 millones de mujeres podrían estar ejerciendo como sirvientas en todo Oriente Medio. Mujeres procedentes de lugares como Kenia, Filipinas, Bangladesh, Tanzania o Nepal. A pesar de que muchos de estos Estados de procedencia han establecido prohibiciones para evitar que sus mujeres emigren a los países de Oriente Medio como sirvientas, esas restricciones son fácilmente evitables. Ese sector genera beneficios tanto para los países receptores –trabajo en régimen de semiesclavitud denominado "kafala", aplicable también a los hombres– como para los países de origen, que reciben cientos de millones de euros al año en remesas. El documental Maid in Hell de la BBC muestra cómo funciona esta industria, y recoge testimonios tanto de los dueños de una agencia de contratación de Beirut como de mujeres contratadas para el servicio doméstico a las que se les retira el pasaporte y han de cumplir con horarios de hasta 18 horas. En algunos casos, los maltratos físicos, incluidos abusos sexuales, han llegado a causar gravísimas heridas a las empleadas domésticas. Periódicamente, además, alguna de ellas es asesinada.

El gran desarrollo de la industria de la moda, con cadenas de suministro globales y producción hipertrofiada, ha sido posible, como muestra el documental The True Cost, a costa de generar una gran contaminación y deforestación, y de ofrecer empleos mal pagados a países que se han especializado en confeccionar prendas de vestir. Es el caso de Bangladesh. En su capital, Dhaka, se derrumbó en 2013 un edificio, el Rana Plaza, en el que se fabricaba ropa para decenas de marcas internacionales. La mayoría de los trabajadores eran mujeres. Perdieron la vida más de 1.000 personas y resultaron heridas unas 2.000. El empleo masivo de mujeres en la industria de la moda es común a todos los países. Se estima que en torno a un 85% de los trabajadores de la industria internacional de la moda son féminas. En España, por ejemplo, la industria del calzado emplea sobre todo a mujeres, con subcontratos precarios –, por ejemplo, el caso de las aparadoras alicantinas–. El mismo modelo de Inditex en Galicia para una parte de su producción no intercionalizada.

En la última actualización para el cálculo del PIB de la Unión Europea se incluyeron las estimaciones del peso económico de actividades ilícitas como el tráfico de drogas y la prostitución. No se inclueron, sin embargo, las activiades no remuneradas de la denominada “economía de los cuidados”, a cargo mayoritariamente de la población femenina. Las grandes cifras de la economía siguen exluyendo las millones de horas de tareas imprescindibles para que el sistema económico pueda seguir funcionando: cuidado de personas dependientes, de menores, o los trabajos del hogar. A ello hay que sumar las trabajadoras del hogar en todo el mundo que carecen de contrato y de derechos laborales y sanitarios –y, por supuesto, de pensiones dignas en un futuro–, asociados a un empleo formal en la mayoría de los países. Según Intermón Oxfam, el valor monetario de esos trabajos supondría 10,8 billones de dólares a escala mundial. Esta ONG realizó en 2019 una serie de documentales bajo el título de Tiempo Privado sobre esa economía de los cuidados en México, donde el éxito de la película Roma ya había suscitado un debate sobre la posición social de las trabajadoras del hogar casi invisibles.

 

Mujer y pobreza

La exclusión económica de la mujer la condena a la pobreza y la precaridad, aumentando las posibilidades de sufrir vulneraciones de sus derechos humanos: desde un menor acceso a la educación hasta una mayor posibilidad de sufrir trata. Es también un estado transversal a casi todos los 12 obstáculos establecidos por la Plataforma de Pekín. Uno de los indicadores de desigualdad económica es la brecha salarial entre hombres y mujeres. En su último estudio sobre 70 países, la OIT cifró en un 19% la brecha salarial media. Ellas son, por tanto, un 20% más pobres. Además, según el Banco Mundial, esa pobreza se transmite más intergeneracionalmente que en el caso de los niños varones. De los 2.000 millones de personas en todo el mundo que no disponen de una cuenta en una institución financiera formal –desde bancos hasta cooperativas de crédito–, 1.300 millones son mujeres. El 52% de las féminas de América Latina, por ejemplo, no dispone de una cuenta.

La institución económica de la ONU concluyó en uno de sus análisis más amplios sobre la pobreza que las mujeres tienen más posibilidades de ser pobres que los hombres entre los 30 y los 34 años. Una de las causas es la maternidad, que sigue actuando en muchos países como un factor de exclusión del mercado laboral. Además, quedarse viuda o divorciarse y pasar a encabezar una familia monoparantal –ellas son más numerosas que los hombres en este rol– aumentan también las posibilidades de caer en la pobreza. Es el caso de España, donde el 82% de las familias monoparentales están a cargo de mujeres: una sola fuente de ingresos en el hogar, reducidos en muchos casos por la brecha salarial.

Es también el caso de Estados Unidos, donde, a pesar de un ligero descenso en la pobreza de estas familias en los últimos años, sigue concentrándose una alta tasa de precaridad en unidades familiares sustentadas por madres trabajadoras. En 2019, además, la brecha salarial hacía que por cada dólar ganado por un hombre, una mujer ganase tan sólo 81 centavos de dólar. La película The Florida Project cuenta la historia de una madre soltera de 22 años, Halley, y su hija, Monee. Las dos viven en un motel cercano a Disney World, que apenas pueden pagar con los ingresos que obtiene Halley con trabajos precarios en el sector turístico. Florida, con una alta concentración de servicios turísticos y de cuidados –sobre todo de personas en la tercera edad– es uno de los estados del país con más trabajadores pobres, ganando menos de 12 dólares por hora.

Huir de la pobreza es una de las principales motivaciones para que hombres y mujeres emprendan el camino de la emigración. En el caso de ellas, esa ruta migratoria suele enfrentar problemas añadidos a  todas las dificultades enfrentadas por los compañeros migrantes. La directora salvadoreña Marcela Zamora recogió en el documental María en tierra de nadie algunas historias de migrantes centroamericanas en su ruta hacia Estados Unidos a través de México.

 

La violencia contra la mujer

En España se contabilizaron 1.033 asesinatos machistas entre 2003 y 2019. A pesar de los medios institucionales dedicados a reducir el número de víctimas, no se ha logrado revertir definitivamente la tendencia. El año 2019 terminó con la cifra de asesinadas –55 mujeres– más alta desde 2015.

Entre los avances producidos como sociedad, destaca el haber puesto fin al silencio generalizado respecto a esta lacra social que antes se consideraba un asunto doméstico y privado. No hay ámbito cultural que no haya abordaro el problema. Incluido el mundo musical. Con su disco Malamarismo, la cantante española Mala Rodríguez se convirtió en una referente para otras muchas cantantes de hip-hop, un estilo tradicionalmente masculino y con letras en las que las mujeres eran meros objetos sexuales. Dentro de ese álbum se encuentra la canción Nanai en la que aborda el tema de los malos tratos: “Mírame a los ojos sí me quieres matar/ Nananai…yo no te voy a dejar!!”.

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Una de las fotos de la exposición Lo que no sé de Jesús Montaña. Cortesía del Centro International de Fotografía y Cine.

La ONU calcula que en 2017 unas 50.000 mujeres fueron asesinadas  por miembros de su familia o por parejas y ex parejas. Ese mismo año, el fotógrafo español Jesús Montaña recorrió España fotografiando los lugares en los que se había cometido un asesinato machista. La exposición Lo que no sé –en la Escuela de Fotografía y Cine de Madrid hasta el 3 de octubre– busca recordarnos las historias que están detrás de esos crímenes, y poner nombre a los asesinos. Según el fotógrafo: “Muchos asesinatos de violencia machista se condenan en televisión y son bastante mediáticos, al menos en el mismo día que han ocurrido, pero después de eso se genera un silencio alrededor, como que si se quisiera olvidar de alguna manera”.

Estos asesinatos quedan impunes en numerosos países por falta de investigación. Es el caso de México, donde se empezó ya hace años a debatir el problema con los feminicidios de Ciudad Juárez (aquí se puede escuchar un reciente y completo podcast sobre el tema: Forgotten: Women of Juárez), aunque es un fenómeno cada vez más extendido en todo el país al que las autoridades siguen sin dar una respuesta adecuada. Según el Fiscal General mexicano, los asesinatos por motivos de género han crecido un 137% en los últimos cinco años. El cortometraje Nosotras de Natalia Beristain aborda todos los tipos de violencia contra las mujeres mexicanas, y denuncia que de los nueve asesinatos de mujeres al día que se producen en el país, sólo se esclarecen poco más del 1%.

La violencia ejercida en el trabajo contra las mujeres –a menudo de carácter sexual– es uno de los ámbitos en los que la Declaración de Pekín pedía a los Estados actuar. La película The Assistant se inspira en el caso Weinstein presentando la historia de Jane, una joven que entra a trabajar en una importante productora de cine como asistente. No se muestran escenas de contenido sexual, pero la joven protagonista va conociendo los mecanismos de intimidación y abuso de poder que permiten a su jefe aprovecharse de jóvenes actrices. Si quiera conservar su empleo, Jane debe ponerse a la entera disposición de su despótico jefe y sufrir su acoso psicológico para ayudarle a ocultar su conducta. En el caso de Harry Weinstein, y de otros muchos, sus conductas inapropiadas eran de sobra conocidas por amigos y colaboradores, pero nadie se atrevió a denunciarlas.

La serie Unorthodox ha logrado mostrar la vida de una comunidad de judíos ultraortodoxos que viven en Estados Unidos donde la mujer tiene un papel de subordinación total a su marido, y de sometimiento a reglas que atentan contra varios de sus derechos humanos más básicos. Está basada en las memorias de Deborah Feldman, quien tuvo que huir de una comunidad jasídica como la mostrada en la serie.

 

Educación y capacitación de la mujer

Las desigualdades en el trato hacia la mujer comienzan en la infancia. Tanto en la familia, asignando ciertas tareas sólo a las niñas, como en la escuela.  Respecto a la educación, Unicef estima que 132 millones de niñas en todo el mundo no tienen acceso a una educación formal. Los principales problemas se concentran en los países en desarrollo (76% de las mujeres alfabetizadas frente al 85% de los hombres) y en los menos desarrollados (un 51% frente al 67%).

La ONG Girls Risign lleva promoviendo el acceso a la educación desde 2013, año en el que se estrenó un documental titulado Girls Rising que contaba las historias de nueve niñas de países en desarrollo y sus barreras y obstáculos para completar una educación escolar. Por ejemplo, sólo el 23% de las niñas pobres del medio rural completan su educación primaria en África subsahariana. En el canal de youtube de la organización se han ido añadiendo mini documentales que recogen las vidas actuales de aquellas niñas de Camboya, Sierra Leona, Afganistán, India o Perú.

La paquistaní Malala Yousafzai  se convirtió en una activista global a favor de los derechos educativos de las niñas tras sufrir un atentado talibán en 2012 que estuvo a puto de costarle la vida por el simple hecho de acudir a la escuela. En el documental He named me Malala se cuenta su historia y cómo se transformó en una representante de todas esas niñas que ven negado uno de los derechos básicos: el de formarse en iguales condiciones que los hombres.

La brecha de género también es amplia por lo que respecta al número de investigadoras científicas, incluidos los países más desarrollados. Según cifras de la Unesco (2016), las mujeres representan el 53% de las licenciadas y tituladas con máster, y un 43% de los doctorados, pero sólo un 28% de los puestos de investigación. En el documental Picture a Scientist se repasan algunos de los obstáculos que han tenido que superar algunas destacadas científicas estadounidenses y cómo es el trabajo de jóvenes científicas tanto en laboratorios como en trabajos de campo.

 

Mecanismos institucionales para el adelanto de la mujer

En Pekín se pidió a los Estados que estableciesen mecanismos institucionales que permitiesen el diseño de políticas públicas contando con la voz de las mujeres. Una de las medidas solicitadas era emprender reformas jurídicas e institucionales que asegurasen la igualdad de las mujeres y que permitiesen el efectivo ejercicio de sus derechos.

Sin embargo, los partidos gobernantes no siempre han tenido la capacidad o la voluntad de llevar a cabo las medidas necesarias para aplicar la recomendación de la ONU. Es el caso de Irlanda y la  octava enmienda de su constitución –aprobada en 1983– que garantizaba iguales derechos a la mujer y al feto, limitando extraordinariamente las opciones de aborto en el país. El Gobierno irlandés estableció en 2016 una Asamblea Ciudadana para que ciudadanos elegidos por sorteo discutiesen durante varios meses –escuhando a expertos en las materias– sobre asuntos importantes que, sin embargo, generaban un enfrentamiento partidista casi imposible de superar. Uno de los temas que se encargó a esa Asamblea fue un debate sobre la octava emnienda. En paralelo, asociaciones feministas de base que habían trabajado durante décadas para lograr el derecho a un aborto seguro desplegaron una intensa campaña de comunicación y concienciación para lograr que muchos ciudadanos conociesen todas las implicaciones que tenía la negación de ese derecho (cientos de irlandesas acudían cada año a Reino Unido para abortar). El documental The 8th expone esa lucha de fondo y la intensa campaña previa al referéndum de 2018.

Las propias Naciones Unidas han ido mejorando los mecanismos de participación de las mujeres en todas sus instancias. Además de la creación de ONU Mujeres en 2010, ha ido incorporando la dimensión de género tanto en sus operaciones de pacificación como en la gestión postconflicto. Se han ido incluyendo cada vez a más mujeres en los contingentes de cascos azules –acusados recurrentemente de violaciones de derechos humanos, principalmente contra mujeres–, aunque su número resulta aún insuficiente. ONU Mujeres ofrece cursos de capacitación específica para mujeres miltiares de alta graduación en varios países, algunas de las cuales terminan alistándose para misiones de los cascos azules. Los objetivos –y beneficios– que comportaría este aumento en la participación feminina en esos contingentes están ya establecidos desde 2000. En Side by Side. Women, Peace and Security el documental preparado en 2012 por Naciones Unidas sobre este tema, además de referirse a la reforma interna de la organización, se comenta el trabajo de la ONU para ayudar a los Estados en postconflicto a la hora de formar e integrar a las mujeres en sus fuerzas de seguridad para garantizar transiciones más inclusivas. A pesar de las buenas intenciones, queda aún mucho camino por recorrer.

Los terribles casos de agresiones sexuales en India ocurridos durante los últimos años han motivado que las autoridades hayan favorecido –reservando cuotas en las contrataciones– la incorporación de mujeres a los cuerpos policiales. El objetivo principal es favorecer que las mujeres víctimas de delitos –en especial los sexuales y la violencia doméstica– denuncien más, y se reduzca la tasa de delitos no denunciados. A pesar del incremento en el número de contrataciones de mujeres policías en los últimos años, ellas siguen representando tan sólo un 8% de toda la plantilla policial del país. La cadena Al Jazeera contó en este documental de 2017 cómo es su trabajo y cómo están contribuyendo al cambio –lento– de la sociedad.

 

Mujer y salud

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Uno de los cuadros que componen el Tríptico del aborto de Paula Rego. Marlborought Fine Art

Según la última estimación de la Organización Mundial de la Salud, cada día mueren en el mundo 830 mujeres por las complicaciones derivadas del embarazo y el parto. El 90% de esas muertes se producen en países en vías de desarrollo. Tras completar el rodaje del documental No Woman, no Cry, sobre las dificultades que afrontaban muchas mujeres en distintos lugares para completar un embarazo seguro, Christy Turlington decidió fundar la ONG Every Mothers Counts para promover programas de capacitación de parteras en Estados sin apenas centros de enseñanza para esa profesión o denunciar, mediante breves documentales, la situación de grupos de población en países desarrollados con un acceso a la salud maternal muy definiciente, como las inmigrantes irregulares en EE UU. En el documental Con Madre explican la situación de Guatemala, uno de los lugares con peores cifras de muertes maternales de toda Centroamérica.

En muchos países, el aborto sigue siendo ilegal y, según la OMS, entre el 5 y el 13% de todas las muertes maternales están relacionadas con abortos inseguros, sobre todo en África y América Latina. En Brasil, por ejemplo, donde está prohibido, los abortos clandestinos –se estiman en unos 500.000 al año– provocan casi 250.000 ingresos hospitalarios por complicaciones derivadas. Las luchas por deslegalizar el aborto en determinados casos han sido constantes en numerosos países desde la Declaración de Pekín. Algunas de las más recientes: en Argentina o en Irlanda. La artista portuguesa Paula Rego presentó en 1998 su Tríptico del aborto para contribuir al debate que entonces se mantenía en Portugal sobre esta cuestión (se celebró un reférendum en el que ganaría el “no” a la despenalización). Se considera la primera obra artística moderna que muestra un aborto.

La ONG holandesa Women on Waves fundada por la doctora Rebecca Gomperts viaja con su barco  hasta las aguas internacionales más cercanas a países que dificultan o impiden el aborto seguro para ofrecer tanto información sobre planificación familiar y salud reproductiva como practicar abortos con las condiciones sanitarias requeridas. En 2014, se rodó el documental The Vessel sobre su trabajo.

 

Mujer y medios de difusión

Los medios de comunicación llevan décadas convertidos en el nuevo ágora social. El modo de mostrar a la mujer ha mejorado ligerametne con autorregulaciones publicitarias y cada vez más mujeres dedicadas a la profesión informativa, aunque no siempre su papel en los medios es igual al de los hombres: desde los diversos cánones de edad y belleza que se han de cumplir en ciertos medios audiovisuales hasta el uso exclusivo de mujeres en el papel de azafatas mudas, sólo un cuerpo, en algunos concursos televisivos.

Esa representación, argumentan algunos sociólogos, condiciona la mirada de los hombres y facilita que ciertos micromachismos se perpetúen. La cantante Gatta Cattana lo cantó en su canción Lisistrata: “Déjame ser otra cosa que no sea un cuerpo/ Deja de follarme con los ojos ya de paso/ Cuando paso por la calle sola en todo momento”.

La Declaración de Pekín no pudo anticipar, sin embargo, la expansión de Internet y su poder para relegar a los medicos de comunicación de masas tradicionales a un segundo plano en casi todas las esferas informativas y de entretenimiento. Uno de los sectores digitales que más dinero mueve y que más consultas genera en Google, según algunos estudios, es la pornografía: entre 6.000 y 15.000 millones de dólares y hasta el 25% de las búsquedas. En los últimos años, cada vez se debate más por parte de educadores y sexólogos las consecuencias que está teniendo y que tendrá este consumo masivo de pornografía entre las generaciones más jóvenes de cara a sus relaciones sexuales en el mundo real. Sobre todo por la mayoritaria representación de la mujer en este tipo de producciones como un ser sumiso, mero instrumento al servicio del placer de los hombres.

David Simon, el creador  de The Wire, dedicó uno de sus últimos trabajos a los inicios de la pornografía en Nueva York durante los 70 en su serie The Duce. En esos años, nadie podía esperar que la industria se convirtiese en lo que es hoy. En 2015, el documental Hot Girls Wanted abordó el sector del porno amateur, y las vidas de sus trabajadoras. Dos años más tarde, Hot Girls Wanted: Turned on ofrecía una visión más amplia, en seis episodios, de esta industria en la actualidad, incluido el pujante negocio de pornografía amateur. Como afirma una experta entrevistada para el documental: “no deberíamos obviar que una parte considerable de la educación sexual de los jóvenes se realiza a través del porno”.

La fotógrafa española Sandra Torralba en su serie fotográfica Estranged Sex recrea, con sentido del humor, escenas pornográficas para mostrar cómo “se han normalizado cosas extrañas y se han enracido cosas que eran normales” en la representación de las relaciones sexuales.

Lo que no se muestra en los medios parece no existir. Y lo que se muestra puede terminar pareciendo lo único que existe. Si sólo se exhiben cuerpos impecables, sin rastro del paso del tiempo, y sin las secuelas de eventos tan naturales como la maternidad, la relación con el propio cuerpo puede generar complejos y sentimiento de vergüenza. La fotógrafa Ana Casas Broda emprendió su proyecto Kinderwunsch –término alemán que combina niños y deseo– para documentar en imágenes el proceso de su tratamiento de fertilidad, su embarazo y su postparto tras haber cumplido los 40 años de edad.

La joven fotógrafa sueca Arvida Byström se dedica a cuestionar la representación mayoritaria del cuerpo femenino en los medios generalistas con fotos que publica sobre todo en sus redes sociales –que suelen censurar, por ejemplo, fotos con seños–, además de colaborar con medios como Vice. Se dió a conocer con su proyecto sobre la menstruación There Will Be Blood. Sus fotos, dice, tratan de poner en cuestión el cánon de belleza.

 

Mujer y conflictos armados

En su último informe de 2019 sobre la violencia sexual en países en conflicto, Naciones Unidas  reconoce que en estos últimos años el castigo de la violación como arma de guerra –y represión política– no ha avanzado lo suficiente: muchos de esos crímenes siguen quedando impunes en países como República Centroafricana, Nigeria, Colombia, Yemen o Malí.

Hernán Zin estrenó en 2013 el documental La guerra contra las mujeres en el que contaba las historias de algunas mujeres que sufrieron violaciones en conflictos en 10 Estados de tres continentes. Historias de bosnias, ruandesas o congoleñas violadas durante las guerras en sus respectivos países. El cuerpo de la mujer como “campo de batalla y como botín de guerra”. Según las estimaciones de organizaciones internacionales expuestas en el documental, unas 40.000 mujeres fueron violadas en Bosnia, 200.000 en el Congo y casi 500.000 en Ruanda. Las secuelas psicológicas se suman a las físicas: mutilaciones y contagio de sida. Y, en muchos casos, embarazos. La cantante Bebe compuso el tema César debe morir para este documental, incluyendo las voces de algunas de las mujeres entrevistadas.

En 2014, el Ejército congoleño celebró un juicio por el asalto que la policía y las Fuerzas Armadas habían llevado a cabo contra la localidad de Minova, en la provincia de Kivu del Sur. Durante 10 días se dedicaron a saquear casas y negocios y violaron a unas 76 mujeres. En el proceso estaban acusados 14 oficiales y 25 soldados rasos por las violaciones cometidas. Testificaron unas 200 mujeres. Las esperanzas de obtener justica no se cumplieron: la sentencia sólo condenó a dos soldados rasos por haber cometido una violación cada uno. El documental The testimony narra ese proceso que se convirtió en el juicio más grande jamás celebrado en el país contra acusados de crímenes de guerra sexuales.

Las terribles cifras de crímenes sexuales en República Democrática del Congo, motivaron al doctor Denis Mukwege a fundar una clínica que atendiera las secuelas físicas y psicológicas de las mujeres violadas. Su labor sería reconocida con el Nobel de la Paz. En el documental City of Joy conocemos las historias de algunas de estas mujeres y su difícil transición hacia una nueva vida postrauma.

En dos de los principales conflictos actuales, la guerra en Siria e Irak y en Nigeria, el uso de la mujer como esclavas sexuales ha sido y sigue siendo sistemático. El programa En Portada dedicó un reportaje a las Esclavas de Daesh. Por su parte, el think tank International Crisis Group pasó meses entrevistando a mujeres que habían sido secuestradas por el grupo Boko Haram y preparó con esos testimonios el documental The Fate of Women Who Lived with Boko Haram.