
En Oriente Medio crece el desencanto ante la falta de ideas de la política exterior estadounidense. Cada vez más países árabes miran a Rusia. La nueva estrategia de Moscú en la región se desarrolla a partir de un eje: la cooperación reforzada con Egipto.
Tras el golpe de Estado que derrocó al primer presidente elegido democráticamente en Egipto, el mandatario Abdel Fatah al Sisi no contaba con muchos aliados. Occidente oscilaba entre el rechazo y una distante reserva. Estados Unidos congeló la ayuda militar aunque ésta ha vuelto a fluir desde febrero.
Vladímir Putin, hábil, sí le tendió la mano a Al Sisi. Un gesto que el hombre fuerte de El Cairo no ha olvidado. El ex jefe militar acaba de estar en Moscú. Es su cuarto viaje a la capital rusa en el espacio de dos años.
Putin y Al Sisi se entienden. Al presidente ruso no le preocupa especialmente la democracia en Egipto ni la situación de los derechos humanos y la tarea de las ONG. Le interesan mucho más las exportaciones de armamento. El segundo exportador mundial de armas ha vendido armamento por valor de 3.500 millones de dólares al país del Nilo. Egipto necesita, entre otras muchas cosas, equipo militar para consolidar sus sistemas de defensa aérea. La suspensión de ayuda estadounidense, si bien parcial y temporal, llevó a El Cairo a volver su atención a Moscú. Putin aprovechó la oportunidad que se le brindaba de cooperar con el país geopolíticamente más importante de la región.
La intensa relación política se refleja en las cifras del comercio bilateral. El balance experimentó un incremento de 3.000 millones de dólares (cerca de 2.700 millones de euros) en 2013 a 5.400 el pasado año. De esa cantidad, 540 millones representan las ventas egipcias que se han beneficiado de las sanciones. Recuérdese que el año pasado, Moscú prohibió la importación de productos agrícolas y alimentos de la Unión Europea y otros países occidentales en represalia por las mismas. Las exportaciones a Rusia aumentaron en un 100% en la primera mitad de este año según datos del Banco Central de Egipto.
El resto corresponde a lo exportado por Rusia a Egipto, principalmente petróleo, acero y cereales. Rusia es un significativo proveedor de trigo en los mercados internacionales, con exportaciones anuales estimadas en 25 millones de toneladas. Egipto, el país árabe más poblado y mayor importador mundial, ha comprado un millón de toneladas a Rusia entre 2014 y 2015. Y Moscú se muestra dispuesto a exportar hasta cinco millones de toneladas de trigo para cubrir las necesidades egipcias de grano.
También en el turismo: en 2014 más de 3 millones de rusos –cifra que supera la de cualquier otro país– visitaron Egipto a pesar de los cada vez más frecuentes atentados.
Al Sisi desea igualmente una más amplia cooperación energética con Rusia. La meta más a largo ...
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