
Las fuerzas que empujan a los refugiados hacia la UE no van a desaparecer en un futuro próximo. Europa necesita una estrategia global a largo plazo para mejorar las condiciones políticas y de seguridad en los países vecinos. Y al margen de todo lo demás, necesita tomar medidas urgentes para acoger e integrar a los refugiados que ya están en Europa. La Comisión Europea va por buen camino y los Estados miembros deben seguir sus pasos.
La reacción de los dirigentes europeos ante la dimensión y la urgencia de la crisis de los refugiados ha sido insuficiente. Unas verjas más sólidas no han impedido que los inmigrantes en Calais interrumpan periódicamente la circulación de los trenes al Reino Unido; ni que los que están en Serbia recorran a pie las vías del ferrocarril hasta llegar a Hungría. La gente sigue subiéndose a barcas endebles frente a las costas de Turquía y de Libia. El ministro del Interior alemán, Thomas de Maizière, ha sugerido la posible suspensión del tratado de Schengen para permitir a los Estados miembros de la UE el restablecimiento de controles fronterizos entre unos y otros, pero eso solo serviría para dejar todavía a más refugiados atrapados en los países de primera línea como Grecia.
David Cameron, el Primer Ministro británico, ha dicho que la solución consiste en estabilizar a los países de origen e “intentar garantizar la existencia de puestos de trabajo dignos y economías más fuertes allí”. Por supuesto. Pero nadie insinúa que ese objetivo sea alcanzable a corto plazo en Siria (origen, hoy, del mayor contingente de refugiados) ni Libia (un país de tránsito enfangado en una guerra civil e incapaz de impedir el tráfico ilegal de personas). Los refugiados seguirán dirigiéndose en masa a Europa mientras persistan los conflictos y el caos que les obligan a huir.
Europa está haciendo muy poco para tratar de estabilizar no solo Siria y Libia sino Eritrea y Afganistán, de los que también proceden importantes grupos de refugiados (aunque en Afganistán se ha derramado mucha sangre y mucho dinero en los últimos años). Los esfuerzos de la UE se han centrado en apoyar el moribundo proceso de paz encabezado por la ONU en Libia y en ayudar a los vecinos de Siria a acoger a los refugiados.
En Siria, ni la Unión ni sus Estados miembros han querido obligar a las partes en conflicto a interrumpir los combates ni han creado incentivos para animarles a hacerlo. Rusia ha reforzado su apoyo al presidente sirio Bachar el Asad, hasta el punto de enviar un cierto número de tropas. La organización terrorista del Estado Islámico, pese a haber sido blanco de ataques aéreos de Estados Unidos, varios países de la UE y varios Estados del Golfo, sigue controlando un amplio territorio y atrayendo a numerosos reclutas. Uno de los escasos atisbos de esperanza es que el acuerdo nuclear con Irán podría hacer que Teherán esté más dispuesto ...
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