A pesar de la cercanía geográfica y las ventajas que ofrece Canadá, la presencia de inmigrantes latinoamericanos es limitada. Estados Unidos sigue siendo el polo de atracción, ¿continuará la misma tendencia en el futuro?

 De acuerdo con un informe de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), en 2014, había 28,5 millones de latinoamericanos y caribeños que vivían fuera de su país natal. La mayor parte de esa emigración era intrarregional, y Estados Unidos era el destino del 70%. Esta cifra tan alta, su carácter intrarregional y la existencia de un polo de atracción como EE UU son característicos del sistema migratorio en las Américas. Y el papel de Canadá en ese sistema regional sigue siendo limitado, a pesar de la proximidad geográfica y las ventajas económicas y políticas que ofrece.

 

La inmigración latinoamericana en cifras

Flickr: Eric Parker

Para presentar los datos de la inmigración en Canadá es necesario conocer previamente las distintas categorías de inmigrantes que viven en el país. Aquellos que entran en Canadá como inmigración permanente o como temporal. En el grupo de los permanentes están los refugiados, los inmigrantes económicos, los familiares reagrupados y los que eran temporales que tienen acceso a la residencia permanente al cabo de un tiempo. En cuanto a la inmigración temporal, hay trabajadores en puestos mal remunerados, otros en empleos bien remunerados y estudiantes internacionales. Hay que tener en cuenta además que las cifras disponibles sobre la inmigración no incluyen a la población sin papeles, que en 2008 se calculaba que ascendía a 500.000 personas.

En Canadá, el fenómeno de las entradas clandestinas a través de la frontera es menos frecuente que en Estados Unidos, por lo que los inmigrantes sin papeles son, en su gran mayoría, personas que han permanecido después de que expirase su permiso de estancia en el país. De hecho, Canadá utiliza un régimen de visados locales para muchos Estados que le permite controlar el acceso a su territorio. En la actualidad, se exige visado para los ciudadanos de todos los países de América Latina y el Caribe, a excepción de Bahamas y Bermudas. Incluso los mexicanos, a pesar de pertenecer al Tratado de Libre Comercio de América del Norte, necesitan visado para entrar en Canadá (aunque México se beneficia de un levantamiento condicional de la exigencia de visado desde noviembre de 2016).

Aclarados los tipos de inmigración, podemos presentar los datos más recientes. Según una encuesta de ámbito nacional, en 2011 había algo más de 2 millones de inmigrantes procedentes de un Estado latinoamericano. También según esa encuesta, los inmigrantes llegados al país desde 2006 desde América Latina ascendían a algo más de 143.000 personas, de los que los mayores contingentes eran los colombianos (19%) y los mexicanos (15%).

Los inmigrantes temporales procedentes de América Latina son más numerosos debido a los programas para trabajadores extranjeros en agricultura y en el empleo poco cualificado. El programa para trabajadores agrícolas estacionales (PTAS), firmado entre Canadá, México y los países del Caribe, ha permitido la llegada de muchos mexicanos desde su creación, en 1966. Y el programa para trabajadores extranjeros temporales —apartado agrario— ha permitido a numerosos inmigrantes de Guatemala, Honduras y El Salvador residir de forma temporal en Canadá. Recientemente se ha puesto en marcha un tercer programa dirigido a las profesiones poco especializadas en el sector agroalimentario en general que permite atraer a más trabajadores latinoamericanos. En 2014 había poco más de 8.000 trabajadores extranjeros temporales procedentes de dicha región; de ellos, casi la mitad de México y un poco menos de 3.000, de Guatemala.

La presencia de trabajadores extranjeros temporales en Canadá no deja de aumentar desde hace 20 años; desde 2006, supera al número de inmigrantes. Hasta los 90, el mayor grupo era el de trabajadores latinoamericanos. Pero la creación de nuevos programas más flexibles y variados ha disminuido la proporción de dichos trabajadores, que, en 2014, no constituían más que el 8,6% del total. Entre los trabajadores extranjeros altamente cualificados, los latinos son una proporción aún menor, apenas por encima del 2%.

En la categoría de refugiados, los mexicanos y colombianos son los latinoamericanos a los que más peticiones de asilo se han concedido desde el comienzo de este siglo, con decenas de miles de solicitantes en cada grupo. Sin embargo, la exigencia de visado para los mexicanos implantada en 2009 ha frenado la llegada de estos últimos. Desde entonces, son los colombianos los que representan el mayor contingente de refugiados procedentes de América Latina, si bien sus cifras están muy por debajo de las de los procedentes de Oriente Medio (Siria, Irak y Afganistán) y África (Somalia).

 

Una migración limitada

Festival de Salsa, julio de 2016, Toronto. Flickr: Eric Parker

Este cuadro estadístico revela dos cosas. Por un lado, hay inmigrantes latinoamericanos presentes en Canadá, pero su número no es comparable, ni de lejos, a los que viven en Estados Unidos. Según el Migration Policy Institute, en 2016, Canadá es el segundo destino para los migrantes mexicanos, después de EE UU, con un total de 94.000 inmigrantes, frente a los 12 millones de mexicanos que viven en Estados Unidos. Por otro lado, Canadá acoge a muchos más inmigrantes procedentes de otros países, sobre todo Asia, que de América Latina.

Esta situación se explica, en gran parte, por las políticas migratorias selectivas. Con el nuevo sistema de selección de los inmigrantes más cualificados, el sistema de Entradas Exprés, sólo el 1,5% de peticiones procede de México, mientras que de Filipinas procede el 24%. Asimismo, las entradas de trabajadores temporales vinculados a peticiones de empresas se traducen, cada vez más, en una inmigración asiática, dentro de los programas nuevos de inmigración temporal, más flexibles y gestionados por el sector privado. Hacia el final de la primera década de este siglo, el número de trabajadores extranjeros temporales procedentes de Asia  (China, India y Filipinas) empezó a superar al de los trabajadores temporales mexicanos y guatemaltecos. El proceso de selección también se aplica con criterios geográficos, y los acuerdos bilaterales sobre la movilidad de personas altamente cualificadas firmados por Canadá y otros países repercuten más en Asia y Europa que en América Latina. Los permisos temporales para ocupar puestos de trabajo muy cualificados se conceden de forma mayoritaria a personas procedentes de Estados Unidos, India y China.

La gran presencia de ciudadanos de Estados asiáticos se hace patente también en los estudiantes internacionales, que, en su mayoría, proceden de China, India, Corea, Francia y Arabia Saudí.

 

El futuro de la presencia latinoamericana

A pesar del escaso número de inmigrantes latinoamericanos que llegan a Canadá, en comparación con los que van a Estados Unidos y con los de otras nacionalidades, su presencia en el paisaje sociológico del país es significativa. Los datos de la encuesta de ámbito nacional llevada a cabo en 2011 permiten ver un crecimiento del 43% de los residentes hispanohablantes en Canadá desde 2001 y, en especial, un aumento del 12% de las personas originarias de América Latina y el Caribe entre 2006 y 2011. El origen está, sobre todo, en las oleadas de inmigrantes latinoamericanos llegados a Canadá desde hace 30 años. La primera oleada fue la de los inmigrantes económicos de Argentina y Ecuador y los refugiados políticos de Chile en los 70. Después contribuyeron a la composición de Canadá los trabajadores mexicanos y guatemaltecos de los 80 y 90 y los refugiados colombianos del último decenio. El incremento actual de hispanohablantes se explica más por causas endógenas —las nuevas generaciones que nacen ya en suelo canadiense— que por una apertura a la inmigración permanente de latinoamericanos.

Si la historia es indicativa del futuro, la presencia latinoamericana en Canadá debería mantenerse en los próximos años. Ahora bien, con las políticas migratorias selectivas y la existencia de múltiples generaciones de extranjeros, existe el riesgo de que se convierta en un fenómeno marginal en comparación con la presencia de inmigrantes asiáticos.

 

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia