Los superhéroes proliferan en diversos países como respuesta ficticia a problemas reales.

 



















Ged Carroll/Flickr

Desde su creación en 1941, el Capitán América ha incorporado distintas inquietudes: patriota inapelable durante la Segunda Guerra Mundial, adalid de los derechos civiles en los 60, tocado por el neoliberalismo bajo Reagan y opuesto a los aspectos más sórdidos de la guerra contra el terror de George W. Bush. La biografía de este antiguo superhéroe es un recorrido por la historia política de Estados Unidos, en un formato contagioso e imitado incluso por los grandes rivales de Washington.

El viaje del Capitán América a China está plenamente basado en el superhéroe original. Al trasladarse el concepto al gigante asiático, el Capitán América se convierte en el Capitán China, sucedáneo propagandístico que simboliza el creciente peso del país. Este personaje, superviviente de una raza de superhéroes creada por Mao, ha permanecido criogenizado durante 50 años y ha llegado al mundo justo en el momento en el que China se convierte en la segunda potencia económica mundial. Es un momento de exaltación nacional, pero la retórica patriótica encuentra fisuras; los chinos protestan por los bajos salarios, la inmensa contaminación medioambiental, las restricciones a la libertad de expresión o la corrupción de las élites. Frente al desencanto, este superhéroe sumerge a los lectores en una China que se asemeja a la de hace unas décadas, cuando el sueño de ser una superpotencia era todavía incierto y era necesario apuntalarlo. Hoy, ese sueño ya está cumplido y China se encuentra en un tête à tête con Estados Unidos, un país al que puede eclipsar e incluso librar de una catástrofe (en la primera historia de la saga, el Capitán salva la vida al presidente Barack Obama durante una visita al país).

En Rusia se ha optado por dar un giro de tuerca más extraño a la noción del superhéroe patriótico. Un cómic que circuló en Internet unos meses antes de las elecciones presidenciales de 2012 era protagonizado por Super Putin. La iniciativa tenía una intención presuntamente lúdica, pero pudo ser una maniobra de relaciones públicas orquestada por el Gobierno de cara a los comicios. En cualquier caso, la puntual transformación de Putin en un superhéroe es una irreverencia del género, y también una demostración de que los rusos están más dispuestos a fabricar sus propias referencias que a beber de las fuentes estadounidenses, máxime en un periodo de tensas relaciones por la concesión de asilo a Edward Snowden y por el conflicto sirio.











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Capitan China volumen I

Con un ánimo nada belicoso, han surgido también superhéroes islámicos que presentan la cara más conciliadora de esa fe. El ejemplo más reciente es la vengadora del burka, una superheroína pakistaní que lucha contra los radicales que intentan ...