
Un libro que narra la historia de la relación del ser humano con los océanos desde las primeras sociedades marítimas hasta la actualidad y cómo el cambio climático hace que comprenderlos sea tan importante como en la antigüedad.

The Boudless Sea. A Human History of the Oceans
David Abulafia
Allen Lane, 2019
La historia marítima no es un tema nuevo para David Abulafia. En 2011, publicó The Great Sea: A Human History of the Mediterranean. Ahora ha escrito otro libro que funciona como un gran complemento: The Boundless Sea. A Human History of the Oceans. En él rescata la expresión Le temps long, acuñada a mediados del siglo XX por el historiador del Mediterráneo Fernand Braudel, que se ha transformado en “gran historia” y, durante más de mil páginas apasionantes, Abulafia se propone narrar la historia de la épica relación del hombre con los océanos.
Nunca antes se había intentado escribir la historia de la humanidad desde la perspectiva del mar, pero el resultado es asombroso, sobre todo porque el autor utiliza con ligereza su inconmensurable erudición y escribe con un estilo que hace que leer su libro sea un verdadero placer. No le falta el humor y contiene cientos de anécdotas que, en ocasiones, son asombrosas y a menudo muy divertidas. Empieza en el Pacífico, el Índico y el Atlántico hace 2.500 años y termina con la contaminación de plásticos y la invasión de los contenedores, a medida que los barcos, cada vez más grandes, transportan mercancías y productos manufacturados por todo el mundo.
El libro comienza con las primeras sociedades marineras, las de los polinesios del Pacífico, que poseían habilidades intuitivas de navegación mucho antes de la invención de la brújula y que en el siglo I estaban comerciando entre islas muy alejadas. En el siglo VII, las rutas comerciales se extendían desde las costas de Arabia y África hasta el sur de China y Japón y conectaban la mitad del mundo a través del comercio internacional de especias. Esto ocurría mil años antes de que los portugueses y los holandeses construyesen sus poderosos imperios coloniales a partir de las rutas marítimas para traer las especias del sur y el sureste de Asia a Europa. En esos mismos primeros siglos, se desarrolla en Dinamarca y Suecia otra historia, menos conocida, que el autor también examina: las aventuras de los vikingos y sus predecesores escandinavos, tan ávidos de buscar oro y esclavos como cualquier potencia europea posterior.

La historia del primer milenio vista desde las costas y los numerosos puertos que ya eran intensos centros comerciales nos recuerda que, demasiadas veces, los historiadores escriben desde el punto de vista de los imperios continentales. Sin embargo, como ocurre con los restos plásticos que hoy cubren miles de kilómetros cuadrados de agua, los océanos han sido siempre el nexo entre países y civilizaciones, a través de redes ...
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