
En Rusia ha empezado la transición política. Aunque Vladímir Putin seguirá teniendo enorme poder, 2024 puede ser el año en el que haya un cambio real.
¿El presidente ruso, Vladimir Putin, dejará el poder en 2024, o se quedará? Esta es la pregunta que los observadores de Rusia se hacen desde 2012, cuando Putin regresó al Kremlin. Muchos dicen que no hay duda de que se quedará, pero una minoría sostiene que se marchará. Lo paradójico es que, ahora que Putin ha esbozado por fin su visión para Rusia a partir de ese año, los bandos sienten que han acertado, y con razón. El Presidente ruso ha dado a entender en qué dirección van sus planes, pero, como es típico de él, también deja muchas opciones abiertas. No obstante, hemos aprendido unas cuantas cosas.
El modelo de transición. Desde las elecciones presidenciales de 2018, el gran interrogante político sobre Rusia —aunque se debata en voz baja— es el plan de Putin para 2024. ¿Preparará a un sucesor para que asuma sus deberes actuales? ¿Intentará permanecer en el Kremlin y hacer las enmiendas necesarias a la Constitución? ¿O cambiará el sistema político para que le permita marcharse?
A la hora de la verdad, será una combinación de las tres cosas, como probablemente debería ser. Si suponemos que Putin no tiene intención de prolongar su presidencia más allá de 2024, volver a cambiar de cargo político ni emprender otra imitación de traspaso de poder, entonces tenemos que preguntarnos si el país puede encontrar un “nuevo Putin”. Un líder que debería ser un árbitro entre las élites y, lo más importante, tener apoyos suficientes de la población, un dato que siempre ha sido la base de la presidencia de Putin y ha reforzado su poder sobre las élites. Si el presidente y las clases dirigentes no encuentran o no se ponen de acuerdo sobre ese nuevo Putin, la opción más obvia será la reimplantación de ciertos controles y equilibrios.
Y eso exactamente es lo que anunció Putin recientemente: cierta diversificación del poder que quite al presidente parte del poder que ha tenido en los últimos tiempos y dé más importancia a la Duma del Estado, y que forje un nuevo papel influyente para el Consejo de Estado. Putin seguirá preparando a un sucesor; cualquier paso para quitar peso a la presidencia tendrá que contar con su aprobación. Y él no se desvanecerá hacia el olvido; es indudable que sabremos de él después de 2024. Pero tendrá un papel nuevo en un panorama transformado.
El futuro papel de Putin. ¿Cómo será ese nuevo rol? Es difícil imaginar que vuelva a ser primer ministro (la vez anterior se le veía claramente aburrido con el puesto) o presidente de la Duma. Lo más probable es que esté reservándose el cargo de presidente del Consejo de Estado, una institución que puede moldear a su gusto. De hecho, ...
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