Gente espera en una cola para comprar pollo en plena crisis de escasez de alimentos en los mercados de Caracas, Venezuela. Juan Barreto/AFP/Getty Images
Gente espera en una cola para comprar pollo en plena crisis de escasez de alimentos en los mercados de Caracas, Venezuela. Juan Barreto/AFP/Getty Images

Mercedes de Freitas, directora ejecutiva de Transparencia Internacional Venezuela y presente desde el pasado año en la Junta Directiva global de esta organización no gubernamental, alza la voz sobre la corrupción que asola el país latinoamericano, profundizada según asegura “en los últimos años”.

esglobal. Según el último informe de Transparencia Internacional, de mayo de 2015, la corrupción puede “anular los esfuerzos extraordinarios y bien intencionados de los Estados”. ¿Es la clave de todos los males en Venezuela?

Mercedes de Freitas en Berlín. © Jairo Marcos
Mercedes de Freitas en Berlín. © Jairo Marcos

Mercedes de Freitas. Si vemos los problemas como una madeja y empezamos a tirar del hilo de la corrupción, la madeja se deshace. Atraviesa toda la estructura del Estado e incluso los hábitos. Nosotros hacemos esfuerzos para que la gente común entienda la relación entre corrupción e inseguridad, porque nos están matando. Venezuela es uno de los países más peligrosos del mundo: llegar a 82 asesinatos cada 1.000 habitantes es una grosería, una barbaridad. Estos últimos años ha habido un avance dramático de la anarquía. El Estado no controla la calle y hay espacios en los que no entra; son espacios primitivos, de anarquía, en los que la fuerza bruta es la que manda.

Luego está el manejo del dinero. Hay muchos ingresos por el petróleo y no todo entra de forma regular. Para el presupuesto nacional se calcula el barril, en vez de a 100 dólares como ha estado varios años, a 50; la diferencia va a unos fondos de los que no tenemos ni idea. Eso supone un riesgo de corrupción altísimo porque lo pueden utilizar para fines personales, políticos o económicos.

esglobal. Cuando describe el ascenso de ese anarquismo, una mezcla de corrupción y violencia, lo sitúa en los últimos años, ¿desde cuándo se refiere exactamente?

M. F. Todos los presidentes desde la última dictadura, que terminó en el 1958, levantaron la bandera de la lucha contra la corrupción. Y era la gran bandera de Hugo Chávez cuando era candidato. Pero con él las debilidades que permiten la corrupción se profundizaron. No hay un árbitro autónomo e independiente; si juegas al fútbol y el árbitro pertenece a un equipo ya sabemos cómo va a arbitrar. No hay quien exija transparencia, información, quien castigue los abusos… Nosotros tenemos una larga lista de casos estrambóticos, como las 160.000 toneladas de comida vencida y podrida que compró el Estado. No hay investigación y no hay castigo.

esglobal. ¿Qué papel tiene la ciudadanía en esta decadencia?, ¿cómo reacciona y cuál es su responsabilidad?

M. F. A diferencia de Europa, en Venezuela y en América Latina no hay una clase media que domine la sociedad y que exija, proteste y se queje. La ciudadanía es muy débil porque no tiene capacidad de autonomía. La gran población depende del Estado y está en una situación de vulnerabilidad: lo necesita para tener una cama en el hospital, para un cupo en la escuela, para todo. Y esto se ha reforzado en los últimos 16 años. El Estado ha debilitado la autonomía de la ciudadanía; en lugar de liberar a la gente y fortalecerla, la ha convertido en dependiente de los espacios públicos. Hay regiones enteras cuyo único empleador es el Estado, por lo que la dependencia es muy grande. Además, el Estado, el Gobierno y el partido son lo mismo. Es un Estado muy poderoso y perverso, donde no se fortalece a la gente, sino todo lo contrario. La estructura ha sido muy eficiente.

esglobal. ¿Denuncia una ausencia de clase media. ¿Acaso la sociedad venezolana se deja comprar?

M. F. No tiene más remedio. Cuando yo tengo una hija y no tengo trabajo y dependo del subsidio del Estado, cuando no tengo educación… No tengo capacidad para hacer más evaluaciones, necesito que me ayuden. Son como niños. En términos de ciudadanía somos niños. El país no ha desarrollado una ciudadanía adulta que sea consciente de sus derechos y los sepa defender.

esglobal. Entonces, ¿súbditos en vez de ciudadanos?

M. F. Así es. Hay algunos sectores que son adolescentes, que se revelan con rabia, pero quieren que les sigan dando todo.

esglobal. Sin embargo, sí hay voces opositoras y cada vez se escuchan con más fuerza. En ese esquema anterior, ¿de qué estrato social surgen y por qué ellos no son dóciles frente al poder?

M. F. Digo que no hay clase media porque el estrato más grande de la población está en los estratos más bajos y esa población tiene necesidades inminentes de protección del Estado. Pero en Venezuela hay una clase muy poderosa, una clase importante de personas que se han capacitado en el mundo, que han estudiado en las mejores universidades. La oposición sale del grupo más capacitado, son la gente que ha visto mundo, que tiene capacidad de reflexión. Quien no tiene posibilidad de defenderse del Estado no puede oponerse a él.

esglobal. ¿También quienes protestan en las calles forman parte de esa elite?

 M. F. Ahora ya todos. Lo que pasa es que en los barrios, cuando sales de tu casa, tu vecino se llama “patriota cooperante” y te mata. Existe esa figura, promovida por el Gobierno, de los patriotas cooperantes, que le dicen al Estado quién es un opositor, y entonces le quitan la beca. El Estado está asumiendo unas respuestas perversas: si eres capaz de oponerte a mí las consecuencias son bárbaras; se criminaliza la protesta.

esglobal. La situación de Venezuela despierta mucho interés mediático en España y tal vez por ello sea tan difícil hacer una lectura neutral. Quienes defienden al Gobierno hablan del acceso universal a la educación, a las viviendas, de reducción de la pobreza…

M. F. Eso no es verdad. En Venezuela, que tiene mucho dinero con el petróleo, nunca ha habido el nivel de pobreza de otros países de América Latina. Respecto a la vivienda, había un problema de hábitat, pero los cerros, que es donde están las chabolas, siguen igual. No se ha reducido ni medio centímetro cúbico de zonas marginadas. Es verdad que se han construido muchos edificios en el país, pero los números que nosotros manejamos no llegan a la mitad de la cifra que dice el Gobierno. Por otro lado, ¿a quién se dan esos contratos? Todos son secretos, no hay uno solo publicado. No hay control de nada. La idea no es gastar el dinero, sino sacar a la gente de la pobreza. Y en 2014, la pobreza había aumentado al 48%, cuando en 1998, año en el que entró Chávez al poder, estaba en el 46%.

Varios ministros han dicho que no hay que llevar a la población a la clase media porque se volverían escuálidos, que es como llaman a la oposición. Ése es el concepto: que una persona con mentalidad independiente a lo mejor no va a ser fiel al partido del Gobierno. Hay corrupción política y una cooptación por parte del partido del Gobierno de los bienes públicos, en la que el partido decide qué hace con el dinero para sus fines particulares.

esglobal. El ex presidente español Felipe González ha visitado recientemente el país para apoyar a los opositores encarcelados, ¿está de acuerdo con la afirmación de que son presos políticos?

M. F. Claro que son presos políticos, no hay ningún argumento legal para meterlos en la cárcel. Cuando tú tienes el control del aparato judicial puedes hacer lo que quieras. Las acusaciones son absolutamente ridículas.

esglobal. Diferentes informaciones indican que el Gobierno está perdiendo apoyo popular. La próxima cita en las urnas son los comicios parlamentarios, previstas para este año, ¿cree que pueden suponer un cambio?

M. F. Lo mejor que le puede pasar a Venezuela es que tengamos un Parlamento en donde se discutan las cosas del país. Y en estas elecciones puede haber un cambio para que se equilibren las fuerzas y para que haya un Parlamento que decida sobre la política y donde todos los sectores se sientan representados. Es un hecho que la gente está muy molesta porque las limitaciones han crecido significativamente y el dinero ha desaparecido. Se administró mal, se gastó, no se invirtió y ahora estamos en el peor de los momentos. Cuando no tienes azúcar, cuando no tienes pañales ni toallas sanitarias, cuando vas al hospital y no te atienden… Eso no sólo lo ve la clase media, o los intelectuales, o los grupos que están en la oposición, sino que lo ven los pobres. Son ellos siempre quienes más sufren porque no tienen capacidad ni para gritar.