
Mercedes de Freitas, directora ejecutiva de Transparencia Internacional Venezuela y presente desde el pasado año en la Junta Directiva global de esta organización no gubernamental, alza la voz sobre la corrupción que asola el país latinoamericano, profundizada según asegura “en los últimos años”.
esglobal. Según el último informe de Transparencia Internacional, de mayo de 2015, la corrupción puede “anular los esfuerzos extraordinarios y bien intencionados de los Estados”. ¿Es la clave de todos los males en Venezuela?

Mercedes de Freitas. Si vemos los problemas como una madeja y empezamos a tirar del hilo de la corrupción, la madeja se deshace. Atraviesa toda la estructura del Estado e incluso los hábitos. Nosotros hacemos esfuerzos para que la gente común entienda la relación entre corrupción e inseguridad, porque nos están matando. Venezuela es uno de los países más peligrosos del mundo: llegar a 82 asesinatos cada 1.000 habitantes es una grosería, una barbaridad. Estos últimos años ha habido un avance dramático de la anarquía. El Estado no controla la calle y hay espacios en los que no entra; son espacios primitivos, de anarquía, en los que la fuerza bruta es la que manda.
Luego está el manejo del dinero. Hay muchos ingresos por el petróleo y no todo entra de forma regular. Para el presupuesto nacional se calcula el barril, en vez de a 100 dólares como ha estado varios años, a 50; la diferencia va a unos fondos de los que no tenemos ni idea. Eso supone un riesgo de corrupción altísimo porque lo pueden utilizar para fines personales, políticos o económicos.
esglobal. Cuando describe el ascenso de ese anarquismo, una mezcla de corrupción y violencia, lo sitúa en los últimos años, ¿desde cuándo se refiere exactamente?
M. F. Todos los presidentes desde la última dictadura, que terminó en el 1958, levantaron la bandera de la lucha contra la corrupción. Y era la gran bandera de Hugo Chávez cuando era candidato. Pero con él las debilidades que permiten la corrupción se profundizaron. No hay un árbitro autónomo e independiente; si juegas al fútbol y el árbitro pertenece a un equipo ya sabemos cómo va a arbitrar. No hay quien exija transparencia, información, quien castigue los abusos… Nosotros tenemos una larga lista de casos estrambóticos, como las 160.000 toneladas de comida vencida y podrida que compró el Estado. No hay investigación y no hay castigo.
esglobal. ¿Qué papel tiene la ciudadanía en esta decadencia?, ¿cómo reacciona y cuál es su responsabilidad?
M. F. A diferencia de Europa, en Venezuela y en América Latina no hay una clase media que domine la sociedad y que exija, proteste y se queje. La ciudadanía es muy débil porque no tiene capacidad de autonomía. La gran población depende del Estado y está en una situación de vulnerabilidad: lo necesita para tener una ...
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