2020 nos invitará a pensar no sólo en los retos inmediatos sino también a medio y largo plazo. Empieza un nuevo año y también una nueva década.

 

Dejamos un 2019 con protestas ciudadanas en las calles de medio mundo, sin que haya estallado todavía la crisis económica que tantos decían que estaba al caer, con el Brexit cada vez más cerca, con nuevas muestras de la errática política exterior de Donald Trump al frente de la que sigue siendo la principal potencia global y con un nivel de concienciación cada vez mayor sobre la emergencia climática y la brecha de género. En un contexto marcado por tendencias de fondo como la desorientación, la desigualdad multiforme y la desincronización, estos diez temas nos mantendrán ocupados en 2020.

 

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Un grupo de personas se manifiestan en las calles de Nueva Delhi contra la ley de ciudadanía. (Imtiyaz Khan/Anadolu Agency via Getty Images)

Protestas y respuestas

La segunda mitad de 2019 ha sido especialmente intensa a nivel de protestas ciudadanas. En 2020 seguiremos debatiendo sobre cuán distintas son estas protestas entre sí, pero también sobre algunos elementos compartidos –rabia, frustración, disfunción institucional– y sobre los procesos de emulación y aprendizaje. Pero en 2020 tan o más importante que las protestas serán las repuestas. Aquellos Estados que se sientan más fuertes, pondrán en marcha mecanismos de acomodación e intentarán aprovechar el factor cansancio. En cambio, si los Estados se sienten débiles y si hay una fuerte fragmentación social, aumentará el riesgo de violencia. En materia represiva también hay procesos de aprendizaje y veremos un empoderamiento de las fuerzas de seguridad, actuando de forma cada vez más desacomplejada.

 

La politización del clima

Entra en funcionamiento el acuerdo de París y, en la medida en que se basa en mecanismos de transparencia, debería facilitar que se ejerza presión social sobre los incumplidores. En 2020, veremos si el movimiento de lucha contra el cambio climático se extiende con fuerza en países en vías de desarrollo y cómo coexisten el pacifismo de los Friday for Future con expresiones más radicales como las del Extinction Rebellion (XR). La lucha contra el cambio climático generará ganadores, perdedores y costes de transición. Es ahí donde el populismo de derechas intentará explotar los miedos de una parte de la población o de territorios que todavía dependen de actividades productivas altamente contaminantes. Fuerzas que hasta ahora se han centrado en el discurso antinmigración recurrirán cada vez más al negacionismo climático o menospreciarán la urgencia del reto como una preocupación de ricos urbanitas globalistas.

 

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Cascos azules senegaleses de la misión MINUSMA desplegados en Malí. (SEBASTIEN RIEUSSEC/AFP via Getty Images)

La ONU a los 75: jubilación o reinvención

En 2020, se conmemorarán los 75 años de la entrada en vigor de la Carta de las Naciones Unidas. Este aniversario coincide con una grave crisis de liquidez de la ONU y con el cuestionamiento del multilateralismo –la Organización Mundial del Comercio es otra víctima– y de lo que ha venido a llamarse como el orden global liberal. Esta controversia no podría llegar en un peor momento: en 2020 más de 168 millones de personas necesitarán ayuda humanitaria en todo el mundo, un récord histórico y las agencias de Naciones Unidas calculan tener que atender a más de 59 millones de niños en más de 60 países en todo el mundo, triplicando las necesidades de financiación de hace una década. Esta situación contrasta con el efecto movilizador de las agendas internacionales, con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) o la Agenda 2030. Lo mismo podríamos decir con el resto de agendas como la climática, la urbana o la de mujer, paz y seguridad.

 

Una economía desnortada

Ninguna de las inquietudes que planearon sobre la economía global en 2019 ha desaparecido y a esto hay que añadir temas de largo recorrido sobre el futuro del capitalismo, sobre el impacto de la digitalización y la automatización, las dinámicas de precarización social y la perplejidad ante la constatación que las medidas propugnadas desde la ortodoxia económica no dan los resultados esperados. Visiones más heterodoxas ganarán adeptos y se intensificará la discusión sobre si también fallan los indicadores de medición. Al hablar de modelo de crecimiento, Europa tendrá que mirar hacia atrás, revisando el grado de cumplimiento de la Estrategia 2020 y articulando una estrategia 2030 en que los temas de sostenibilidad ganarán protagonismo. En la intersección entre desigualdad, disrupción tecnológica y modelo de crecimiento irrumpirá la fiscalidad digital como uno de los principales temas del año y de la década.

 

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Un dron en una feria de tecnología en Amsterdam, Países Bajos. (Romy Arroyo Fernandez/NurPhoto via Getty Images)

La tecnología como nueva frontera del poder

2020 será el año del 5G y empieza la década en que veremos grandes avances en materia de Inteligencia Artificial y computación cuántica. De la mano de Estados Unidos y China toma cuerpo una especie de G2 tecnológico y resurgen los viejos reflejos de la Guerra Fría. La bipolaridad tecnológica crea nuevas dependencias y esferas de influencia, pero también provoca reacciones entre aquellos que se están quedando atrás. En 2020 se irá afianzando el “capitalismo de vigilancia” y a la vez crecerá la sensación cibervulnerabilidad. Una de las muchas medidas para hacerle frente será la Ley Europea de Servicios Digitales, que debería presentarse a finales de año y a través de la cual la Comisión intentará poner límites a los gigantes tecnológicos. La tecnología también es la nueva frontera del activismo y la represión. La mejor prueba es que las distopías –muchas de las cuales basadas en la culminación del sueño totalitario a través de la tecnología– continuarán ganando espacio en el consumo literario y audiovisual.

 

China: ¿obligados a elegir? 

Temas que han marcado los últimos meses de 2019 como las protestas en Hong Kong o la represión en Xinjiang seguirán teniendo un papel destacado en la agenda internacional en 2020. Habrá silencios vergonzantes como el de la inmensa mayoría de los países musulmanes hacia los uigures o las tímidas expresiones de preocupación de muchas democracias occidentales en relación a Hong Kong. En los espacios donde China ha ganado más peso se intensificará el debate sobre las nuevas dependencias. Hasta ahora África era el caso más visible, pero América Latina ha entrado con fuerza en esta dinámica. El otro espacio donde las divisiones son más profundas es la Unión Europea entre quienes ven en China un rival sistémico y los que creen que es un socio interesante, un tenedor de deuda soberana o un inversor clave. Otro punto de atención será la voluntad y capacidad del resto de potencias asiáticas para articular contrapesos al ascenso de China.

 

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Seguidores del presidente de EE UU, Donald Trump, en un encuentro con el presidente en Michigan. (Scott Olson/Getty Images)

Elecciones en Estados Unidos

Los norteamericanos elegirán su presidente el 3 de noviembre. El comportamiento extravagante y las decisiones erráticas de la presidencia Trump han moldeado la agenda internacional durante los últimos tres años y continuarán haciéndolo en 2020.  Aunque la campaña electoral (y la prelectoral) se centrará en temas domésticos lo internacional no estará ausente del debate. Al proceso de impeachment, con las presiones al presidente de Ucrania como desencadenante, se le suma el efecto del calendario electoral sobre las decisiones en materia de política exterior. Podemos esperar una posición más agresiva respecto a Venezuela o Cuba, dureza en la agenda migratoria (especialmente hacia México), más muestras de apoyo al expansionismo israelí y la voluntad de llegar a las urnas habiendo resuelto el conflicto comercial con China. Además, las elecciones estadounidenses darán pie a otros dos temas de discusión en la esfera internacional: qué esperar de un segundo mandato Trump y cuánto podría cambiar la política exterior en función de quién sea el candidato o candidata demócrata.

 

Una Europa geopolítica: ¿algo más que un lema?

El Brexit está un poco más cerca, Macron ha pasado a la ofensiva y Alemania asume la presidencia rotatoria durante la segunda mitad de 2020. Este es el terreno en el que ha de jugar una nueva Comisión Europea que ha prometido actuar de forma más geopolítica. Para ello no le bastará visión y liderazgo, sino que también requiere recursos y aliados. 2020 es un año clave en la negociación del nuevo presupuesto plurianual de la UE, las relaciones con Estados Unidos están en un momento crítico y con Turquía crecen los elementos de conflicto, amortiguados en buena parte por la relación de dependencia o incluso de subordinación que se ha creado en materia migratoria. En estas circunstancias, hay que esperar que Bruselas se vuelque en los temas donde todavía se siente fuerte como el cambio climático y el comercio. La otra gran prioridad va a ser el continente africano: en 2020 expira el Tratado de Cotonú debe acelerarse la negociación de un nuevo marco de relación con los países del bloque ACP (África-Caribe-Pacífico).

 

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El programador de videojuegos de Kenia, Nathan Masyuko, prueba unas gafas de realidad virtual durante una exposición en Sudáfrica. (RODGER BOSCH/AFP via Getty Images)

Afroptimismo y Afrorrealismo

Los tiempos del afropesimismo ya han pasado y la discusión sobre África oscilará entre los afroptimistas, que describirán el continente como un pulmón de vitalidad y generador de oportunidades y los afrorrealistas, que reconocerán estos desarrollos positivos, pero señalarán también su fragilidad. Este contraste se produce en lo económico: entre quienes ponen el foco en la entrada en vigor del área panafricana de comercio o las altas cifras de crecimiento y los que señalan el factor desigualdad, impacto sobre el medio ambiente o las todavía bajas de actividad económica en Nigeria o Sudáfrica. En lo político el contraste se da entre una Unión Africana reforzada, nuevos liderazgos como el del premier etíope Abiy Ahmed o la esperanza de cambio en Sudán, por un lado, y, por el otro, la dependencia internacional, las estirpes que se perpetúan en el poder, o la competencia entre poderes globales y regionales. En 2020, habrá que estar muy atentos a las dinámicas geopolíticas en el Mar Rojo, el espacio que conecta África con el complejo de seguridad de Oriente Medio y a través del cual los países del Golfo también buscan hacerse un hueco en esta competición.

 

Mediterráneo: cooperación y conflicto

Mientras que África ha transitado del pesimismo al optimismo, el Mediterráneo ha recorrido el camino inverso. En 2020 se conmemorará el 25 aniversario del lanzamiento del Partenariado Euro-Mediterráneo, también conocido como Proceso de Barcelona. Los retos iniciales siguen vigentes e incluso se han ampliado: medio ambiente, juventud, empleo o refugiados tienen hoy un papel destacado. Además, Europa ya no disfruta de la posición dominante que tenía hace veinte años, con Rusia y China ganando presencia. Aunque en 2020 el Mediterráneo seguirá siendo sinónimo de inmigración, refugiados y conflicto, el reto será el de desarrollar una agenda en positivo. Además, los reflejos de cooperación siguen activados y hay instrumentos disponibles, empezando por la Unión por el Mediterráneo, pero también toda la red de iniciativas mediterráneas que desarrollan las ciudades, las organizaciones de la sociedad civil o los sectores económicos. 2020 no será el año en el que culminen las esperanzas transformadoras que se plantearon 25 años atrás, pero tampoco debe ser el año en que se entierren definitivamente.

 

Este artículo es una versión reducida de la Nota Internacional publicada por CIDOB el 17 de diciembre de 2019. Esta Nota Internacional es el resultado de una reflexión colectiva por parte del equipo de investigación de CIDOB en colaboración con ESADEgeo. Coordinada y editada por Eduard Soler i Lecha, se ha beneficiado de las contribuciones de Hannah Abdullah, Anna Ayuso, Jordi Bacaria, Ana Ballesteros, Pol Bargués, Moussa Bourekba, Carmen Claudín, Carme Colomina, Anna Estrada, Francesc Fàbregues, Oriol Farrés, Agustí Fernández de Losada, Blanca Garcés, Eva Garcia, Francis Ghilès, Sean Golden, Rafael Martínez, Óscar Mateos, Sergio Maydeu, Pol Morillas, Diego  Muro, Yolanda Onghena, Francesco Pasetti, Enrique Rueda, Olatz Ribera, Jordi Quero, Héctor Sánchez, Ángel Saz, Cristina Serrano, Marie Vandendriessche y Lorenzo Vidal.