Tras ocho años en Afganistán -los dos primeros por mandato de la ONU y los siguientes como representante especial de la UE para ese país- Francesc Vendrell dedica su tiempo y aporta su experiencia en la escuela Woodrow Wilson de la Universidad de Princeton, EE UU. En estos días ha hecho una visita a España invitado por FRIDE para hablar sobre las perspectivas que se ofrecen en un Estado fallido que lleva casi 40 años de guerras.

 

FP edición española. Su misión terminó en agosto de 2008, Richard Holbrooke va como representante especial de EE UU… Están produciéndose muchos cambios en los rostros de los representantes extranjeros en Afganistán, ¿es esto una imagen del cambio de estrategia?

Francesc Vendrell. El cambio de personas es algo rutinario. Yo estuve de enviado especial muchísimo tiempo, más de seis años, ya era lógico que viniera otra persona. Los cambios de embajadores ocurren de una forma rutinaria en Kabul. El único que sí supone un cambio real es el caso de EE UU, y obviamente, el nombramiento del enviado especial [estadounidense] Holbrooke indica un intento por parte de la Administración Obama de dar prioridad al tema afgano pero sobre todo, también, teniendo en cuenta a Pakistán.

FP. Siguiendo con la Unión Europea, ¿puede el perfil bajo de la presidencia checa conseguir una postura común, llevarla a cabo y que tenga una visibilidad global y efectiva?

F.V. No es necesariamente la presidencia de la UE la que armoniza las posiciones de los 27. Yo como enviado especial tuve el papel, en buena parte, de armonizar los puntos de vista. Creo que hoy día hay en Europa un consenso muy amplio sobre cómo se debe afrontar el tema de Afganistán para encontrar una solución política. Lo que sería importante ahora es que la UE, hablando con una sola voz, plantee a Washington la necesidad de una estrategia común entre EE UU y Europa, y que deje claro a la nueva Administración [estadounidense] que en la medida en que la estrategia sea simplemente americana, no consultada con los países europeos, éstos no se van a sentir obligados, tal vez, a dar todo el apoyo que sería deseable a iniciativas norteamericanas. Debe ser una iniciativa europea demostrarle a EE UU la importancia de tener una estrategia común.

FP. El envío de más tropas europeas -entre ellas las españolas- siempre dentro de la ISAF ¿supone una medida efectiva?

F.V. Primero, las fuerzas americanas están divididas, la mitad, más o menos, bajo mando de la OTAN y la otra bajo Libertad Duradera. Esto causa, naturalmente, ciertas confusiones. En segundo lugar, yo era favorable, hasta hace muy poco, a reforzar el elemento militar y siempre he sido favorable a que las fuerzas europeas se involucren más, ya que, de otra manera, no podemos criticar las tácticas estadounidenses desde el punto de vista militar si nosotros, al mismo tiempo, no estamos dispuestos a participar en el grado en que ellos participan. Ahora bien, la cuestión de enviar más tropas ahora debe formar parte de una revisión de la estrategia en general y, solo si, después de revisar la estrategia se considera que se necesitan más tropas, entonces enviar más.

FP. Se ha hablado de la posibilidad de retrasar las elecciones, crear una mesa redonda y un gobierno de unidad nacional provisional, para poder hacer unas elecciones más libres, o más limpias o más reales el verano de 2010 [y no de 2009, como están previstas]. ¿Hasta qué punto es posible que las diferentes facciones lleguen a algún tipo de consenso tras el fin del mandato del actual presidente, Hamid Karzai, el 21 de mayo?

F.V. El motivo por el que he mencionado que posiblemente no sea factible llevar a cabo elecciones creíbles y honestas en Afganistán es la cuestión de la seguridad. Me parece difícil imaginar que se puedan producir unas elecciones transparentes en todo el país dada la situación actual. El mandato del presidente Karzai parece que termina, desde un punto de vista técnico, el 21 de mayo, aunque francamente antes de irme de Afganistán yo tenía la impresión de que el presidente Karzai iba a mantenerse en el poder hasta las elecciones que están previstas para el mes de agosto. Ahora bien, desde luego hay un problema desde el punto de vista legal por la fecha en la que vence el mandato del presidente. En segundo lugar, para que las elecciones resulten más factibles será necesario liderar un consenso nacional entre los partidos y grupos que son legales en Afganistán incluyendo la oposición legal. A ver qué método existe para crear una situación interina, tal vez, o de transición, hasta que se puedan celebrar estas elecciones.

FP. ¿Pueden los países occidentales apoyar de forma explícita a los grupos reformistas afganos?

F.V. He estado insistiendo desde hace ya bastante tiempo en la necesidad de que los países europeos y también EE UU estén dispuestos a dar una ayuda no solamente moral sino hasta financiera a grupos y plataformas reformistas y pluralistas en Afganistán. Lo que está ocurriendo ahora es que son los partidos ligados a los señores de la guerra -que a veces reciben dinero de países vecinos- los que tienen verdaderamente la capacidad de actuar y, en cambio, los partidos y grupos reformistas que probablemente cuentan con el apoyo de la mayoría de la población en las ciudades, no tienen medios para organizarse. Esto supone que el día que nos vayamos de Afganistán no van a quedar grupos políticos organizados que compartan una plataforma reformista y pluralista. A mi parecer esto no supone inmiscuirse en la política afgana en el sentido de apoyar a un grupo o a otro, sino hacer algo parecido a lo que ocurrió en España o en Portugal entre los años 1975 y 1976, cuando los partidos socialdemócratas, sobre todo alemanes, apoyaron financieramente al PSOE y al Partido Socialista Portugués.

FP. ¿Son los talibanes el único grupo que dispone de los medios e infraestructuras para construir un Estado?

F.V. Los talibanes no creo que tengan ningún objetivo de construir Estado. En los cinco años que estuvieron en el poder carecían de una plataforma económica o política, lo que ocurre es que los talibanes en un momento en el que hay un vacío de poder y cuando aún no se ha creado un Estado de Derecho ofrecieron a la población un tipo de justicia sumaria y una seguridad creada, sobre todo, a base de miedo.

FP. ¿En qué medida han de participar los Estados limítrofes en el proceso de estabilización de Afganistán?

F.V. Esto es muy importante. No se puede arreglar la situación en Afganistán sin tomar en consideración el problema que existe en las zonas fronterizas de Pakistán y sin afrontar el extremismo islamista que se está reforzando en el oeste de ese país. Además, hay que llegar a un consenso con Estados como Irán, que es el país al oeste de Afganistán y que en un momento dado jugó un papel muy constructivo, sobre todo durante la Conferencia [de Paz] de Bonn. Uno de los primeros temas que se podrían tratar, desde luego por parte europea y, tal vez, también por parte americana en un nuevo diálogo con Irán sería el tema afgano donde yo creo que se puede llegar con cierta facilidad a una serie de coincidencias.

Hay que suspender en lo posible cualquier acción militar que pueda acarrear víctimas civiles

FP. El cultivo del opio es una fuente de ingresos crucial para los señores de la guerra. ¿Han causado algún efecto las políticas gubernamentales para frenar la proliferación de los campos de amapola?

F.V. Hasta ahora la campaña contra el opio ha fracasado. En realidad aunque este último año ha habido una cierta disminución en la producción de opio, continúa siendo la base para casi dos millones y medio de afganos. En consecuencia, valdría la pena intentar otras medidas como los subsidios a cosechas legales tales como el trigo, el arroz u otro tipo de cultivos. No se ha probado. Se ha optado por la erradicación, que no ha funcionado. En mi opinión un poco de erradicación está bien porque deja al campesino con la duda de si no va a perderlo todo si destruyen sus campos de amapola, pero ha sido un proceso carísimo y se ha prestado a un gran nivel de corrupción por parte de los propios erradicadores. Vale la pena probar el sistema de subsidios que, al fin y al cabo, y aunque vaya en contra de la ideología de libre mercado, se está utilizando tanto en Europa como en Estados Unidos.

FP. El general Petraeus dijo en una reciente entrevista a Foreign Policy: "El progreso en la reconciliación es más probable cuando estás en una posición de fuerza y cuando hay razones persuasivas para los grupos para pasar de ser parte del problema a parte de la solución". ¿Cuáles podrían ser estas razones persuasivas en el caso afgano?

F.V. Creo que el general Petraeus se refería a que negociar o tratar con la insurgencia cuando la impresión que se da es que el Gobierno afgano y las tropas internacionales están en posición de debilidad no es la mejor forma de negociar. En consecuencia, hay que negociar en una posición de mayor fuerza en la que los talibanes o la insurgencia se sientan con la necesidad de hacer concesiones. Esto me parece lógico.

FP. Recientemente dijo en una conferencia que considera "preferible que escapen los talibanes a que se produzcan bajas civiles". Parece que la población afgana se muestra cada vez más resentida por los llamados "daños colaterales", generando una percepción muy negativa. ¿Cómo se puede comunicar eficazmente en un país en el que la televisión está muy limitada, el analfabetismo llega al 70% y apenas existen líneas eléctricas en áreas rurales?

F.V. Los afganos escuchan la radio. La radio es el mejor método de comunicación allí. No ha sabido transmitirse de una forma clara la razón por la que las fuerzas extranjeras están en Afganistán. Por mucho que esto se pretenda remediar, quizá ya es demasiado tarde. Si se hubiera explicado de manera adecuada en 2002, los afganos lo habrían entendido perfectamente y estaban dispuestos en aquel momento a entenderlo. Al cabo de siete años, la desconfianza es tal, que no se trata solamente de un elemento de comunicación. Hay que suspender en lo posible cualquier acción militar que pueda acarrear víctimas civiles porque al fin y al cabo se crean más talibanes o más insurgencia a base de bajas civiles que con el número de bajas talibanas que puedan producirse.

 

 

Entrevista a Francesc Vendrell, ex Representante especial de la Unión Europea para Afganistán (2002-2008).

 

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