
La inesperada crisis financiera que ha sacudido Argentina y el acuerdo de rescate con el Fondo Monetario Internacional abren una gran incertidumbre económica en el país suramericano. La fuerte devaluación del peso, la elevada inflación y la previsible recesión avivan las tensiones sociales y prefiguran un horizonte político en el que un renacido peronismo podría complicar la reelección presidencial de Mauricio Macri.
Hay tres siglas que todo argentino mayor de edad lleva grabadas a fuego en su memoria: FMI. Cada vez que un mandatario alude al Fondo Monetario Internacional, se enciende una especie de alarma emocional en una población que ha sufrido como pocas las recetas del organismo multilateral cuando ha tenido que recurrir a un rescate financiero en el pasado. Cuando el presidente Mauricio Macri anunció a primeros de mayo que Argentina volvía a depender del FMI, muchos pensaron en un siniestro déjà vu que ya daban por desterrado. El propio líder conservador había prometido en varias ocasiones que no recurriría al Fondo pese a los desajustes que ya venía mostrando la economía argentina. Pero el grifo del endeudamiento exterior se había cortado ya para un Gobierno que lo explotó durante dos años como si fuera una ubre lechera inagotable: más de 100.000 millones de dólares, uno de esos récords mundiales inconfundiblemente argentinos. La insospechada debacle del peso (más del 20% de devaluación en apenas un par de semanas) y el sinceramiento oficial de la falta de dólares por el abultadísimo déficit exterior han cambiado el humor del país en el peor mes de Macri desde que llegó al poder en diciembre de 2015, y siembran el horizonte de nubarrones económicos e incertidumbre política.
El acuerdo del Gobierno argentino con el FMI implicará -a cambio de un préstamo millonario (50.000 millones de dólares)- la aplicación de estrictas medidas de ajuste fiscal para reducir el déficit público (3,9% del PIB en 2017 sin contar los intereses de la deuda). Ese déficit deberá ir reduciéndose progresivamente hasta quedarse en el 1,3% del PIB para finales de 2019. Macri y su equipo económico ya habían previsto una reducción progresiva del gasto pero ahora reconocen que tendrán que acelerar los tiempos. Antes de que firmara el acuerdo con el organismo que preside Christine Lagarde, la Casa Rosada ya ha mostrado algunas señales de lo que le espera a los argentinos. Hace unos días el ministro de Economía, Nicolás Dujovne, anunciaba un congelamiento del empleo público para los dos próximos años y medidas de ahorro extraordinarias en toda la Administración. Insuficiente a todas luces para cumplir las nuevas metas de déficit público. El temor de la oposición y los sindicatos es que la letra chica del acuerdo con el Fondo implique sacrificios adicionales para la clase media y los sectores más vulnerables de la población.

El salvavidas del FMI genera ...
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