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Miliciano armado en ejercicios militares para la 'Operación Escudo Bolivariano 2020' en Caracas. Yuri Cortez/AFP/Getty Images.

En Venezuela el poder se está escapando de las instituciones estatales y concentrándose en manos de delincuentes, guerrilleros y otros actores no estatales. Cualquier nueva negociación entre el Gobierno y la oposición debe considerar cómo desarmar a estos actores armados irregulares o podrían sabotear un eventual acuerdo. 

¿Qué hay de nuevo? 

La agitación política, la devastación económica y las crecientes tensiones con países vecinos han creado un ambiente propicio para que grupos armados no estatales, en los que se incluyen las guerrillas colombianas, los sindicatos criminales, los grupos paramilitares y las milicias que apoyan al Gobierno -conocidas como colectivos-, expandan su influencia y presencia en Venezuela.

¿Por qué importa?

Los grupos armados, que llenan el vacío dejado por un Gobierno determinado a resistir la oposición interna, la presión internacional y las crecientes sanciones, anuncian una posible escalada de violencia ante la ausencia de negociaciones. Al mismo tiempo, implican un significativo riesgo de sabotaje de un posible acuerdo político.

¿Qué se debería hacer? 

La amenaza para la paz que implican estos grupos debe ser contenida y una prioridad protagónica en futuras conversaciones destinadas a resolver la crisis. Dichas negociaciones deben también incluir al Ejército venezolano. La desmovilización de cada grupo armado requiere un enfoque específico, pero la mayoría debe apuntar a acuerdos que incluyan la aceptación de una salida política integral para el país.

A medida que la crisis política venezolana continúa sin un final a la vista, el poder se escapa del control de las instituciones estatales formales y cae en las manos de los diversos grupos armados irregulares. Detrás de este fenómeno hay diversas causas. Una de ellas, es que la lucha incesante entre el gobierno del presidente Nicolás Maduro y las fuerzas de oposición ha convertido a los órganos estatales en cuerpos partidistas que, o se apoyan en grupos armados o deciden ignorarlos. A ello se suma la devastación económica provocada por la mala gestión del Gobierno, ahora agravada por las sanciones impuestas por EE UU, que ha llevado a numerosos venezolanos a comenzar a desarrollar actividades ilícitas, a veces relacionadas con el crimen organizado.

Al mismo tiempo, la vulnerabilidad de las largas y porosas fronteras ha permitido que las guerrillas colombianas se establezcan en el interior del país. Los diversos grupos armados están lejos de ser idénticos pero si algo tienen en común es que todos están listos para usar la violencia y el control territorial con el fin de lograr sus objetivos y cualquiera de ellos podría sabotear un posible acuerdo entre las fuerzas políticas venezolanas. Su desarme requerirá enfoques específicos pero no hay que olvidar que el objetivo principal debe ser desmovilizar a los combatientes y buscar que acepten un acuerdo que ponga fin a la agonía colectiva de Venezuela.

Guerrillas colombianas, milicias legales al Gobierno, paramilitares y un catálogo de bandas criminales son las que destacan como los principales grupos armados no estatales que en la ...