
¿Por qué no funciona la austeridad y cómo, a pesar de ello, es una idea zombi que sigue resucitando?

Austerity: The History of a Dangerous Idea
Mark Blyth
Oxford University Press, Nueva York, 2013
Aunque Blyth defiende que en tiempos difíciles hay que apretarse el cinturón, no llega a entender por qué los países han tomado la austeridad por bandera y han hecho de los recortes su principal medida de lucha contra esta crisis. Si bien, esto puede ser porque, según el autor, la percepción del gasto por la sociedad ha sido vista como un despilfarro irresponsable, algo que ha agravado la crisis económica. Es por esto que Blyth considera necesario recordar que la deuda de esta crisis no procede del gasto público, sino del rescate, la recapitalización y el aumento de la liquidez del sistema bancario quebrado. Esto en realidad era deuda privada, pero se ha rebautizado como deuda pública al entrar el Estado en juego, lo que ha conllevado, según él, que los que generaron esa deuda se hayan ido “de rositas”, mientras que los ciudadanos y el Estado cargan con la deuda.
La idea principal es si la austeridad es muy peligrosa. Para empezar, Blyth defiende que no funciona, porque la austeridad tiene sentido cuando un Estado, por sí mismo, busca crear una estrategia de crecimiento, en el sentido de “gastar con la cabeza”. Sin embargo, el problema de la austeridad es terriblemente peligroso cuando es contagioso, es decir, cuando son varios los países los que la aplican simultáneamente. De forma que es imposible que logren sus objetivos individuales, ya que sólo se consigue reducir el tamaño de la economía, llegando en ocasiones a empeorar de manera considerable la situación económica.
En esta obra, el politólogo, busca acercar al lector a la realidad de implementar medidas de austeridad para lo que divide su libro en tres grandes bloques: aporta un punto de vista general sobre la austeridad; explica el origen de la crisis; y explora la procedencia de la austeridad y sus aplicaciones prácticas en el último siglo.
Austeridad, deuda y juegos morales
Antes de 2008 nadie se preocupaba por las deudas o déficits excesivos de los países. La crisis hizo que los Estados debieran ayudar al sistema bancario, costeando su rescate. Según el autor, existe la “buena austeridad” y el “mal gasto”. Obviamente, por lógica, la austeridad lleva a reducir la deuda. Pero deja de lado dos cuestiones importantes: la economía se contrae si todos intentamos pagar nuestra deuda de forma simultánea y las políticas de austeridad tienen mayor impacto en aquellos situados en la parte baja y media de la escala de ingresos, lo que revierte en una sociedad más polarizada.
Blyth señala que la crisis comenzó en Estados Unidos debido a que se confiaba demasiado en que el sistema, por su tamaño, no podría colapsar. Se pensaba que los ...
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