
La joven democracia de Timor Oriental, nación enclavada en la mitad este de una isla del archipiélago indonesio, ha renovado presidente con la victoria de José Ramos Horta. El nuevo líder deberá activar a corto plazo políticas de gobierno para sacar a flote una depauperada economía y propiciar un consenso para desbloquear la grave crisis institucional que sufre el país desde 2017.
El inmovilismo de los grandes popes de la escena política reina en este pequeño territorio no más grande que la provincia española de Huesca donde viven 1,3 millones de personas. Ramos Horta, apoyado en campaña por el carismático líder guerrillero Xanana Gusmão, derrotó el 19 de abril en segunda vuelta al presidente saliente Francisco Lu Olo Guterres con el 62% de los votos, convirtiéndose así en el quinto presidente de Timor Oriental y el primero que repite en el puesto en dos décadas de independencia. Un escenario similar al de los comicios de 2007, que enfrentaron a estos dos candidatos y dieron el liderazgo del país a Ramos Horta, una de las figuras con mayor preeminencia en la escena política timorense que ha ocupado también los cargos de ministro de Asuntos Exteriores y primer ministro.
Esta será previsiblemente la última elección presidencial en la que los héroes de guerra de liberación contra Indonesia se presenten como candidatos a liderar el país. La banda presidencial ha ido pasando de mano en mano entre los miembros de esta vieja guardia que nunca ha abandonado la primera línea de la política nacional. Hablamos del líder electo Ramos Horta, de 72 años, hábil negociador, abanderado del derecho a la autodeterminación y artífice del referéndum que otorgó la independencia a Timor Oriental. Recibió el Premio Nobel en 1996, compartido con el reverendo Carlos Felipe Belo, obispo de Dili, por su labor en las negociaciones para una salida pacífica del conflicto armado contra Indonesia. Durante su primer mandato como presidente sobrevivió a un intento de asesinato cuando regresaba a su residencia, del que se recuperó para volver a tomar las riendas del país. Junto a él, Xanana Gusmão, de 75 años, líder de la resistencia y principal portavoz de la opresión del pueblo timorense en los medios internacionales. En esta tríada también se encuentra Lu Olo, de 67 años, conocido por el sobrenombre guerrillero que le dio notoriedad y figura destacada de la resistencia armada.
Pero paradójicamente, Timor Oriental es una de las naciones con la población más joven en el sureste de Asia, que ve distantes las hazañas de los viejos revolucionarios y sufre un problema endémico de desempleo juvenil combinado con la falta de interés por diversificar una economía dependiente del crudo. La buena salud de las arcas públicas depende en gran medida de la explotación de petróleo y gas, y, aunque el descubrimiento de nuevos yacimientos ha levantado vientos de bonanza, los analistas dudan de que pueda explotarse de forma comercial. En los últimos años, la debilitada economía timorense se ha visto ...
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