Destrucción después de un desastre natural en Palu, Indonesia (Muhammad Zulfadhli Mohd Zin via Getty Images)

El sureste asiático sufre la presión de la creciente intensidad de los desastres naturales provocados por el cambio climático, en especial, ciclones e inundaciones. Cuenta además con una gran proporción de población y de actividad económica concentrada a lo largo de la costa y una importante dependencia de los recursos naturales y la agricultura para la subsistencia. Estos shocks ejercen una presión adicional sobre las estrategias de reducción del riesgo de desastres y complican los esfuerzos para desarrollar mayores niveles de resiliencia.

El sudeste de Asia es el área al sur de China y al sureste del subcontinente indio que incluye 11 países: Brunéi, Camboya, Indonesia, Laos, Malasia, Myanmar, Filipinas, Singapur, Tailandia, Timor-Leste y Vietnam. Cuatro de los 11 países de la región se enfrentan a un riesgo alto o extremadamente alto de amenazas ecológicas y otros cuatro a un riesgo medio, mientras que los tres restantes tienen un riesgo bajo o muy bajo.

El sureste asiático es una de las regiones más propensas a desastres del mundo, expuesta a frecuentes inundaciones, ciclones tropicales, terremotos y erupciones volcánicas. Muchas ciudades de la región están creciendo rápidamente gracias al aumento de la población y la industrialización a medida que los países pasan de una economía rural a una economía de mercado. Se espera que la población de la región crezca un 17,6%, de los aproximadamente 675 millones de 2021 a 794 millones en 2050.

El riesgo hídrico es la amenaza más común en la zona, donde ocho de los 11 países registran puntuaciones extremadamente altas o altas en este indicador, seguida por el riesgo alimentario y los desastres naturales, con cuatro países cada uno. Se espera que estos riesgos se combinen y se refuercen entre sí, especialmente porque se prevé que el cambio climático va a intensificar la amenaza de desastres naturales.

Fenómenos como las inundaciones y los ciclones tropicales ya han causado enormes daños a las propiedades, provocado desplazamientos y generado una gran pérdida de vidas en el suresteasiático. Desde 2000, la región ha registrado más de 368.000 muertes por desastres naturales, la mayoría atribuidas al tsunami del Océano Índico de 2004 y al ciclón Nargis que azotó Myanmar en 2008.

 

Seguridad alimentaria

En 2020, la prevalencia de la inseguridad alimentaria en el sureste asiático se elevó hasta el 18,8%, desde el 15,4% registrado en 2014. La reciente pandemia de la Covid-19 ha agravado la situación de inseguridad alimentaria en la región y exacerbado las desigualdades.

Para los países de la zona de los que se tienen datos, seis de siete presentan una mayor prevalencia de inseguridad alimentaria en el periodo de 2018 a 2020 en comparación con el periodo de 2014 a 2016. Camboya tenía la prevalencia más alta de inseguridad alimentaria en la región, con un 44,8% de su población sin un acceso fiable a una cantidad suficiente de alimentos asequibles. Le seguían Filipinas, Tailandia y Laos con un 42,7%, 29,8% y 29,4% respectivamente. En contraste, Singapur registraba la prevalencia más baja de inseguridad alimentaria, con un 4,5% de su población.

Tailandia registró el mayor deterioro de este indicador, aumentando del 15,1% de la población al 29,8% durante el mismo periodo. El acusado repunte de la inseguridad alimentaria se debió principalmente a los efectos económicos de la pandemia, concretamente la fuerte caída del turismo y de los ingresos de la industria junto al aumento del precio de los alimentos. Aproximadamente un tercio de los hogares tailandeses dependían de ingresos provenientes de sectores directamente afectados por la crisis sanitaria global. A causa del alto riesgo de transmisión comunitaria, se cerraron muchos mercados locales, lo que generó preocupación por el acceso al suministro de alimentos asequibles.

La construcción de diques a lo largo de la cuenca del río Mekong también plantea desafíos para la seguridad alimentaria e hídrica en el sureste asiático. Esta cuenca produce anualmente 2,6 millones de toneladas de peces de agua dulce y proporciona seguridad alimentaria y energética a 70 millones de personas.

Sin embargo, la construcción de presas hidroeléctricas río arriba ha exacerbado la volatilidad de las corrientes de agua del Mekong, lo que ha provocado la destrucción de las reservas pesqueras y la reducción de la producción agrícola, amenazando los medios de subsistencia de millones de personas río abajo. Además, la cada vez mayor gravedad de las sequías y de los eventos de estrés hídrico en la cuenca baja ha sido atribuida a las restricciones de agua en las presas río arriba.

Históricamente, la agricultura ha contribuido de manera importante al PIB de los países del sureste asiático. Sin embargo, la proporción media en que la agricultura contribuye al PIB de la región se ha reducido en las últimas décadas, de aproximadamente el 27,7% en 1985 al 11,9% en 2020. Al mismo tiempo, los hábitos alimentarios también han cambiado significativamente. En particular, la agricultura ha contribuido cada vez en una menor proporción al PIB, al empleo y al comercio internacional en Malasia, Tailandia, Filipinas e Indonesia.

Dados los diversos desafíos a los que se enfrenta la región, los 10 países que conforman la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN) —Brunéi, Camboya, Indonesia, Laos, Malasia, Myanmar, Filipinas, Singapur, Tailandia y Vietnam— han establecido iniciativas y marcos regionales para abordar las amenazas ecológicas y desarrollar la resiliencia.

La mayor parte de las unidades administrativas de la región obtienen una puntuación de 3, 4 o 5 en el Informe sobre la Amenaza Ecológica (ETR en sus siglas en inglés), lo que indica una amenaza media, alta o extremadamente alta, respectivamente. Hay que destacar que ninguna unidad administrativa de Myanmar, Filipinas, Timor-Leste o Camboya está clasificada como de riesgo bajo o muy bajo. En Filipinas, la mayoría de las unidades administrativas corren un riesgo alto o muy alto, principalmente debido a su alta exposición a ciclones e inundaciones.

 

Desastres naturales

En 2020, el sureste asiático registró 68 desastres naturales que causaron 983 muertes y provocaron casi 6,5 millones de desplazamientos en toda la región. Filipinas acumuló la gran mayoría de los desplazamientos de 2020, sumando un 67% del total de la región. De 2009 a 2020, este tipo de fenómenos en la región dieron como resultado 64,2 millones de desplazamientos en comparación con los casi 3,8 millones de desplazamientos causados por conflictos.

Los desastres naturales en el sureste asiático normalmente convergen en áreas urbanas densamente pobladas a lo largo de las costas. Aproximadamente 546 millones de personas de la región, o, lo que es lo mismo, el 81,7% de la población, viven en áreas de riesgo de desastres naturales alto o extremadamente alto.

Si se observa la distribución de los desastres naturales en el sureste asiático desde 1990, se ve que los 1.360 desastres registrados han causado cerca de 398.000 muertes. Las inundaciones son el fenómeno más común en la región y representan el 44,7% del total, seguidas de las tormentas y los terremotos con un 30% y un 9,4%, respectivamente. Sin embargo, los seísmos y las tormentas fueron responsables de la gran mayoría de las muertes en la región, con un 49,1% y un 44,5%, respectivamente. Las inundaciones representaron el 4,5% del total de muertes.

Históricamente, los desastres naturales se han concentrado en Filipinas, Indonesia, Malasia y la cuenca baja del Mekong, que comprende partes de Vietnam, Tailandia, Camboya y Laos.

Desde 1990, Filipinas ha registrado la mayor cantidad de desastres naturales de la región. Las tormentas son el desastre más común en Filipinas, más de la mitad del total, y han provocado 29.630 muertes. Durante el mismo periodo, Indonesia registró la mayor cantidad de muertes causadas por desastres naturales, sumando el 48,4% del total de la región. La mayoría de las muertes debidas a este tipo de fenómenos en Indonesia se debieron a terremotos, y la mayor parte se atribuyó al seísmo y al tsunami del Océano Índico de 2004.

 

Amenazas ecológicas y conflicto en Filipinas

Filipinas es uno de los países del mundo más propensos a los desastres. Con más de 7.000 islas distribuidas por el Océano Pacífico occidental, se sitúa a lo largo delos bordes de importantes placas tectónicas —en el denominado Anillo de Fuego del Pacífico—y a lo largo del cinturón de tifones del Pacífico, lo que significa que sus islas sufren con regularidad el impacto de una amplia variedad de desastres naturales. Éstos tienen un efecto económico significativo en el país, y se estima que han causado pérdidas y daños por valor de 23.000 millones de dólares desde 1990. Las 55 unidades administrativas de Filipinas se enfrentan a un riesgo extremadamente alto de desastres naturales.

El país ha registrado una mejora del 3,9% en Paz Positiva desde 2009, lo que indica su potencial para desarrollar resiliencia y avanzar en términos de paz en el futuro. Esta mejora fue impulsada en gran medida por logros en los pilares de Entorno Empresarial Sólido y de Libre Flujo de la Información. El país registró avances en los dominios de Estructuras e Instituciones durante la década, mejorando en un 7,5% y 2,7%, respectivamente, mientras que el dominio de Actitudes registró un ligero deterioro del 2,5%.

Deforestación en Filipinas (Getty Images)

El conflicto armado y el terrorismo activos en Filipinas tienen el potencial de obstaculizar los esfuerzos para desarrollar resiliencia a las amenazas ecológicas. Los conflictos armados y las amenazas terroristas a los que se enfrenta el país son distintos de los que sufren otros Estados del sureste asiático, con grupos tanto comunistas como yihadistas involucrados en insurgencias separadas contra el Gobierno. Filipinas sigue siendo el único país del sureste asiático clasificado entre los 10 Estados más afectados por el terrorismo en el Índice Global de Terrorismo de 2020.

Desde 2007, Filipinas ha registrado más de 1.200 ataques terroristas que han provocado 1.546 muertes. La actividad terrorista se ha concentrado fundamentalmente en el sur del país. La mayor parte de las acciones terroristas se puede atribuir a la organización comunista Nuevo Ejército del Pueblo (NPA, en sus siglas en inglés), que ha estado inmersa en una campaña de guerrilla contra el Gobierno durante las últimas cinco décadas. El NPA ha sido responsable de la mayor parte de las muertes por terrorismo en Filipinas con casi 2.500 víctimas mortales desde 1970. El NPA opera principalmente en áreas rurales, y depende del apoyo de la población rural pobre que le proporciona mano de obra y logística. Si bien el grupo funciona en gran parte del país, ha sido más activo en Bicol (en el sur de Luzón), en varias regiones de las islas Bisayas y en partes de Mindanao.

Además, el Gobierno filipino ha estado enfrentado durante décadas a la insurgencia del Frente Moro de Liberación Islámica (MILF, en sus siglas en inglés), un movimiento separatista armado de la isla sureña de Mindanao. En 2018, se firmó un acuerdo de paz entre el gobierno de Rodrigo Duterte y el MILF, facilitando el establecimiento de la Región Autónoma de la Nación Mora en el Mindanao Musulmán (Bangsamoro). A pesar de estos avances, la reciente proliferación de grupos afiliados al autoproclamado Estado Islámico, incluidos Abu Sayyaf (ASG) y los Combatientes por la Libertad del Bangsamoro Islámico(BIFF), ha complicado el frágil entorno de seguridad de la zona y ha tratado de interrumpir el proceso de paz en curso.

En Filipinas, la confluencia de los problemas derivados del conflicto y las amenazas ecológicas ha provocado alteraciones sociales y económicas, especialmente en Mindanao. Las tormentas y las sequías recurrentes amenazan la producción de alimentos de la isla, cuyo suministro actualmente cubre el 40% de las necesidades alimentarias de Filipinas y el 30% del comercio nacional de alimentos. En los lugares en los que la producción agrícola se ve afectada negativamente y hay menos oportunidades de empleo, puede aumentar el riesgo de alienación entre los jóvenes y producirse un aumento de su apoyo a los grupos insurgentes por razones ideológicas, políticas o financieras.

Tanto los conflictos como los desastres naturales también han tenido un impacto significativo en el desplazamiento de la población en Filipinas. En 2020, los desastres naturales provocaron aproximadamente 4,3 millones de desplazamientos, mientras que los conflictos condujeron a unos 111.000 nuevos desplazamientos. La mayoría de aquellos generados por conflictos ocurrieron en la isla de Mindanao.

 

Indonesia: vulnerabilidad medioambiental y presión demográfica

Indonesia es el país insular más grande del sureste asiático, y se extiende por un área de aproximadamente dos millones de kilómetros cuadrados entre los océanos Índico y Pacífico. Por su ubicación dentro del Anillo de Fuego del Pacífico, es susceptible de sufrir una multitud de desastres naturales, que van desde terremotos y tsunamis hasta erupciones volcánicas.

Desde 1990, Indonesia ha registrado 389 desastres naturales que han causado más de 192.900 muertes. Casi la mitad de ellos han sido inundaciones, un 49,9%, seguidas de terremotos, con un 22,6%. La gran mayoría de las muertes por este tipo de fenómenos en Indonesia han sido resultado del terremoto y el tsunami del Océano Índico de 2004. Este catastrófico suceso fue el peor desastre natural registrado en Indonesia y marcó un punto de inflexión en el enfoque del país para gestionar desastres futuros.

Destrozos de un tsunami causado por la actividad del volcán conocido como el ‘niño’ de Krakatoa en Java, Indonesia (Getty Images)

Con una población de 276 millones de habitantes, es el cuarto país más poblado del mundo. Se espera que la población de Indonesia crezca aproximadamente un 19,7% hasta 2050, lo que equivaldría a 54,5 millones de personas más.

Actualmente, 31 de las 33 unidades administrativas del país tienen una puntuación de amenaza alta o extremadamente alta en el indicador de desastres naturales. Esto equivale a tener más del 90% de la población en riesgo alto o extremadamente alto. En especial, la isla de Java se enfrenta a toda una variedad de desastres naturales. Aproximadamente el 56,1% de la población de Indonesia reside en esta isla, que supone solo el 7% de la superficie terrestre total del país. Las seis provincias que componen la isla de Java —Bantén, Jawa Barat, Yakarta Raya, Jawa Tengah, Jawa Timur y Yogyakarta—tienen todas un riesgo extremadamente alto de desastres naturales y se encuentran también entre las áreas que se enfrentan a los mayores aumentos en el crecimiento de la población. Entre 2020 y 2050, se espera que el número de personas que habitan en Java crezca alrededor del 13%, de 151,6 millones de personas a 171,3 millones.

Indonesia está especialmente expuesta a las subidas del nivel del mar, y el país ocupa el quinto lugar en el ranking de proporción de la población que reside en áreas costeras bajas, con alrededor del 18%. Una subida de un metro del nivel del mar podría significar la inundación de 405.000 hectáreas de terrenos costeros y la desaparición de islas bajas.

Actualmente, 29 de las 33 unidades administrativas del país se enfrentan a un riesgo alimentario alto o extremadamente alto, mientras que 26 se enfrentan a un riesgo hídrico alto o extremadamente alto. Después de Singapur, Indonesia tiene la prevalencia más baja de inseguridad alimentaria del sureste asiático con el 6,2% de la población, y durante la pandemia ha registrado solo un pequeño deterioro del 0,2%, a diferencia de muchos de sus vecinos.

La capital de Indonesia, Yakarta, que se encuentra en la isla de Java, se enfrenta a una amenaza cada vez mayor por la subida del nivel del mar. Las estimaciones sugieren que la ciudad se está hundiendo actualmente a un ritmo de 15,24 centímetros al año. La rápida urbanización, la excesiva extracción de aguas subterráneas y el crecimiento de la población también han agravado el problema. Como resultado, el Gobierno del país ha decidido trasladar la capital del país a la región de Kalimantan, controlada por Indonesia, en la isla de Borneo, un lugar que considera que representa un menor riesgo de desastres naturales.

En el futuro, la seguridad alimentaria y la disponibilidad de agua se verán afectadas por las anomalías de temperatura, las precipitaciones impredecibles y la intrusión de agua salada en las tierras cultivables. Estos factores alterarán el comienzo y la duración de la temporada de lluvias, creando nuevas preocupaciones para la producción agrícola y la seguridad alimentaria de la nación. El crecimiento continuo del nivel del mar conducirá a una reducción de la tierra cultivable y disminuirá la disponibilidad de agua dulce en las zonas costeras.

Indonesia está clasificado como un país de Paz Positiva media, habiendo registrado una fuerte mejora del 9% entre 2009 y 2019. Esta es la segunda mayor mejora en la región por detrás solo de Myanmar, cuya mejora se produjo antes del golpe militar de 2020. El resultado de Indonesia vino provocado por avances significativos en los pilares de Entorno Empresarial Sólido, Libre Flujo de Información y Distribución Equitativa de Recursos, que mejoraron en un 20,1%, 15,2% y 13,9%, respectivamente.

En las últimas décadas, el rápido crecimiento económico de Indonesia ha dado lugar a un descenso de la tasa de pobreza nacional, que se ha reducido en más de la mitad, del 19,1% en 2000 al 9,4% en 2020. Si bien los recientes avances de Indonesia resultan prometedores, el futuro crecimiento de la población en zonas propensas al riesgo, combinado con una fuerte dependencia de los recursos naturales, hacen que Indonesia sea vulnerable a las amenazas ecológicas, en particular a la intensificación del impacto de los ciclones y las inundaciones.

 

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia