
Sin un esfuerzo sostenido, las amenazas ecológicas van a seguir creando emergencias humanitarias y seguramente aumentarán. Cuál es la situación actual, qué tendencias existen y cuáles son las necesidades inmediatas.
Esta es la segunda edición del Informe sobre la Amenaza Ecológica (ETR en sus siglas en inglés), que analiza 178 territorios y Estados independientes. Elaborado por el Institute for Economics and Peace (IEP), el informe abarca más de 2.500 unidades administrativas subnacionales, es decir, el 99,9 % de la población mundial. Evalúa las amenazas relacionadas con los peligros alimentarios, los peligros hídricos, el rápido crecimiento demográfico, las anomalías térmicas y las catástrofes naturales. Estas evaluaciones se combinan después con las mediciones nacionales de resiliencia socioeconómica para determinar qué países sufren las amenazas más graves y tienen menos capacidad de hacerles frente. El documento mira asimismo hacia el futuro, con proyecciones hasta 2050. Hay muchas amenazas ecológicas independientes del cambio climático. Pero este ejercerá un efecto amplificador, causará más degradación ambiental y constituirá el empujón decisivo para que algunos países se hundan en la violencia. Las naciones con más crecimiento demográfico están entre las que más degradación ecológica sufren. La mezcla de poca resiliencia socioeconómica, riesgo ecológico extremo y rápido crecimiento demográfico puede provocar una debacle social. El informe utiliza el marco de referencia de Paz Positiva empleado por IEP para identificar los países sin la resiliencia suficiente para adaptarse o hacer frente a estos vuelcos futuros. Los criterios de Paz Positiva tienen una relación estadísticamente muy importante con la paz y su marco ha permitido prever deterioros sustanciales de esta y un buen crecimiento económico.
La principal conclusión del ETR para 2021 es que existe una relación cíclica entre la degradación ambiental y las guerras. Se trata de un círculo vicioso por el que la degradación de los recursos provoca el conflicto y este produce, a su vez, una mayor degradación de los otros. Para romper el ciclo hay que mejorar la gestión de los recursos ecológicos y la resiliencia socioeconómica. La resistencia y la capacidad de adaptación del sistema socioeconómico, el sistema social, son determinantes para que el resultado sea uno u otro.
Vistas las tendencias actuales, las perspectivas no son prometedoras. La desnutrición y la inseguridad alimentaria no dejan de aumentar desde 2015, un retroceso respecto a la inclinación a mejorar que existía desde hacía mucho tiempo. Los motivos son complejos, pero entre los factores innegables están el elevado crecimiento demográfico, la falta de agua potable y la creciente degradación de las tierras. Basándonos en el número actual de personas que sufren desnutrición y teniendo en cuenta el crecimiento demográfico, IEP estima que el número de personas desnutridas aumentará en 343 millones de aquí a 2050, hasta la cifra de 1.100 millones. Un incremento del 45%.
El ETR para 2021 identifica tres zonas problemáticas desde el punto de vista ecológico, especialmente susceptibles al hundimiento: la franja Sahel-Cuerno de ...
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