
Tras los acontecimientos políticos vividos en el país en el último año, lo que ha quedado patente es que los partidos políticos en EE UU no cuentan mucho. Los grupos activistas pueden representar un movimiento de resistencia a Donald Trump mucho mayor que la oposición política. ¿Ha llegado su momento?
El activismo suele alimentarse de la ira. Tanto el Partido Demócrata como el Republicano tratan de mantener a sus votantes interesados entre una elección y otra, pero nadie ha conseguido involucrarlos verdaderamente, aparte de los más comprometidos, cuando no hay nada por lo que indignarse. Era previsible que los demócratas se durmieran en los laureles durante los años de la presidencia de Obama, igual que habían hecho los republicanos durante la época de Bush. Salimos a la calle cuando estamos enfadados, y el activismo, muchas veces, es una especie de terapia.
En la noche de las elecciones y al día siguiente, cuando quedó claro que Donald Trump iba a ser el presidente de Estados Unidos, vi que mis amigos de Facebook, mayoritariamente de izquierdas, adoptaban un tono cada vez más histérico. Un sondeo reciente del Washington Post muestra que el 40% de las mujeres demócratas y el 43% de los demócratas menores de 50 años se proponen estar más activos en política este año, frente al 25% de los estadounidenses, en general, y el 21% de los independientes y los republicanos.
Provocar un cambio político es difícil. Para empezar, porque no todo el mundo está de acuerdo en qué debe y qué no debe cambiarse. Pero también porque exige utilizar muchos métodos diferentes para presionar de forma directa e indirecta a los legisladores: acciones legales, trabajo de lobbies, presencia en los medios, organización de movimientos de base. Si bien muchas organizaciones nacionales como Planned Parenthood y la American Civil Liberties Union (ACLU) están encabezando la oposición a Trump, también ha surgido lo que se denomina "la resistencia", una red de organizaciones comunitarias dedicadas a la movilización local. La resistencia, como hizo el Tea Party, aprovecha las ventajas de tener un nombre muy identificable, pero ambos engloban una gran variedad de grupos con diferentes tácticas y composiciones.
La mayor plataforma de la resistencia es Indivisible, "una guía práctica para oponerse al programa de Trump", redactada por antiguos ayudantes de congresistas y que "muestra los mejores métodos para hacerse oír en el Congreso". La web está sirviendo de plan de actuación para movimientos de todo el país (mi ejemplo preferido es el grupo Conshohocken, Pennsylvania, Indivisible Conshy). La verdadera prueba que tienen que superar estos grupos es cómo convertir la frustración en acciones, y ahí es donde resulta útil contar con una estructura nacional, que hace llamamientos concretos semanales y proporciona a los grupos locales unos textos concretos para leerlos por teléfono o enviarlos por fax a senadores y representantes, de forma que los voluntarios ...
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