Transeúnte pasa frente a la puerta de la oficina del SEPE en la calle O'Donell, el 4 de mayo de 2023, en Madrid, España. (Alejandro Martinez Velez/Getty Images)

Una radiografía imparcial y clara del país, de sus logros, de los problemas aún sin resolver y de su influencia en el mundo.

Spain: The trials and Triumphs of a Modern European Country

Michael Reid

Yale University Press, 2023

España es un país muy visitado y poco comprendido. Después de haber estado por primera vez a los 16 años, en 1961, y dado que conservo vivos recuerdos de Valencia, Madrid y Andalucía en tiempos de Francisco Franco, tengo que decir que el periodista Michael Reid hace una buena labor a la hora de derribar el estereotipo de España como un país atormentado por un pasado franquista. Ni el separatismo (como el catalán; yo viví en Barcelona de 2004 a 2023) ni el predominio de las pequeñas empresas, ni mucho menos la dependencia del turismo, son únicos de este país. En 1910, el escritor José Ortega y Gasset dijo una frase célebre: “España es el problema, Europa es la solución”. Pero el populismo, la corrupción y la pérdida de influencia en el mundo son problemas que España comparte con muchos de sus vecinos de la UE.

El autor cita al primer director del Real Instituto Elcano, Emilio Lamo de Espinosa, que probablemente da en el clavo cuando escribe que “España depende del mundo exterior mucho más que el mundo exterior de nosotros”. El país no tiene ni la capacidad ni los recursos para gestionar esta situación. Si no consigue proyectar una imagen de país fuerte, abierto, con estabilidad política y seguridad jurídica, la poca o mucha influencia que tenga irá desapareciendo.

La duda es si eso les importa a los españoles, y me da la impresión de que no.

Ahora vivo en París y veo que, en la actualidad, Francia no proyecta una imagen de país fuerte y estable; la diferencia es que sus élites parecen seguir convencidas de que el mundo vive pendiente de cada palabra que pronuncia su presidente, lo que no es verdad. España dejó hace siglos de ser una potencia mundial, mientras que Francia perdió esa categoría hace menos tiempo.

El último capítulo de este libro, que es escrupulosamente imparcial y establece con claridad los orígenes históricos de los problemas actuales, se titula “El narcisismo de las pequeñas diferencias” y es un acierto total. Hay entre 300.000 y 400.000 políticos en un país que disfruta —habría que decir “sufre”— de cuatro niveles de gobierno, un fenómeno único en Europa (los tres de los que presume Francia producen un despilfarro y una confusión enormes): central, regional, provincial y municipal; 20.000 puestos de la Administración pública están a disposición de los políticos y los altos cargos suelen marcharse cuando cambia el gobierno. Este clientelismo alimenta la corrupción y la desconfianza, puesto que la clase política está mucho más polarizada que la población en general.

No se puede reformar el sistema porque ...