
Los Estados están descubriendo los límites de su influencia y necesitan adaptarse a la sociedad digital. La Unión Europea debe superar las barreras digitales y armonizar políticas para no perder el tren de la economía digital.
Decía Henry Kissinger que cada orden mundial aspira a la permanencia en el tiempo, a la eternidad, y que, con cada siglo que pasa, la duración de los sistemas internacionales se ha reducido. La nueva era digital cambia el concepto de orden mundial, y ya no cabe referirse a un sistema internacional en el que los polos de poder sean entidades estatales. En este sentido, defiende Moisés Naím, el poder es hoy "más fácil de obtener, más difícil de usar y más fácil de perder". Las compañías tecnológicas son hoy la punta de lanza de la economía y de la sociedad digital, y su influencia es cada vez mayor. En este contexto, la Unión Europea intenta evitar la fragmentación entre sus Estados miembros promoviendo un mercado único digital conectado y, de esta manera, no perder el tren de la digitalización.
La era de las tecnológicas
Los Estados están descubriendo los límites de su influencia y deben adaptarse con gran celeridad a la nueva sociedad digital. Hace ya tiempo que el mundo carece de un liderazgo claro y son los actores no estatales quienes están adquiriendo mayor protagonismo. Hablamos, por ejemplo, de gigantes tecnológicos como Google, Apple, Microsoft, Amazon o Facebook, compañías que, si fueran un Estado, serían, en conjunto, la quinta economía mundial, superando al Reino Unido. Es más, la capitalización bursátil de algunas de estas empresas es, tan sólo, ligeramente inferior al PIB de España (1.114.000 millones de euros).
La denominada cuarta revolución industrial está permitiendo que los ciudadanos hayamos pasado de acceder a una información muy limitada, a tener al alcance de un clic una cantidad inimaginable de datos. En una generación, hemos cambiado nuestros hábitos a la hora de comunicarnos, de buscar información y contenidos, o de realizar compras. Al mismo tiempo, ha surgido la necesidad, por parte de las administraciones públicas, de crear un nuevo marco regulatorio que se adapte a la nueva realidad, contrastando con no pocas voces que intentan evitar que una excesiva regulación obstaculice el desarrollo tecnológico y la innovación para sus negocios.
Presente y futuro de las plataformas
El creciente peso político y socioeconómico de las plataformas tecnológicas, así como su cada vez mayor presencia global, no está exento de algunas polémicas. No hay duda de que el ejecutivo comunitario, teniendo en cuenta las recientes sanciones a gigantes de Internet norteamericanos, no va a pasar por alto ciertas prácticas de estas tecnológicas en materia de fiscalidad o de competencia que puedan infringir el derecho comunitario. En este sentido, Francia, Alemania, Italia y España han suscrito un documento en el que defienden que estas empresas paguen impuestos en función de lo que facturen en cada país, en lugar de por los beneficios que obtienen. La pelota está ahora ...
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