
¿Qué lleva a una persona a votar? ¿Qué probabilidad existe de que se decante por un candidato u otro? ¿Qué tipo de mensaje surtirá mayor efecto a la hora de movilizar a los electores?

Victory Lab. The Secret Science of winning campaigns
Sasha Issenberg
Broadway Books, Nueva York, 2012
En la obra Victory Lab. el periodista especializado Sasha Issenberg acentúa cómo quienes se dedican a explicar la política -desde los propios políticos hasta los asesores y medios de comunicación- sienten fascinación por las conclusiones claras: las elecciones se deciden por personalidades carismáticas, maniobras estratégicas, el poder de la retórica o el momento histórico. Las explicaciones se amparan en teorías amplias ya que ofrecen una comodidad narrativa, a diferencia de una explicación más sincera que reconocería que los comicios dependen de las motivaciones de los millones de seres humanos y sus desordenadas, ilógicas y a menudo desconocidas psicologías.
El arte político se nutre de esa ambigüedad, según Issenberg, y permite que casi cualquiera que participe en una campaña pueda otorgarse el mérito de obtener buenos resultados o señalar culpas ante malos resultados, confiados en la dificultad de poder demostrar lo contrario. Y es que la industria encargada de ayudar a los estadounidenses a elegir a sus líderes ha ido creciendo en la última década hasta generar un gasto de unos 6.000 millones de dólares por año. Sin embargo, destaca el autor, seguía caracterizándose por ser una industria incapaz de aprender de sus éxitos o sus fracasos, donde primaba la tradición y la inercia y donde dos o tres puntos porcentuales se convertían rápidamente en componentes indispensables de una fórmula de la victoria.
A través de las diferentes campañas electorales estadounidenses, Issenberg muestra con meridiana claridad cómo los agentes externos han ido operando en una creciente cultura de laboratorio: diseñaron y llevaron a cabo experimentos descabellados en una industria que durante mucho tiempo ha mostrado una gran resistencia. Para las elecciones presidenciales en Estados Unidos de 2008, habían dominado a la perfección una nueva política de la persuasión, centrada por completo en el individuo.
Radiografía del votante
El relato de Issenberg comienza en 1920, en la universidad de Chicago, cuando Gosnell, un politólogo de 22 años con interés en conocer cómo se ganan votos, elaboró una encuesta para conocer las razones que llevaron a no votar en las últimas elecciones de Chicago e identificar qué se puede hacer para atraer a los electores a participar. Se trataba del primer estudio político que reposaba sobre un muestreo aleatorio basado en distintos atributos demográficos. Pese a ser publicado meses antes de las elecciones presidenciales, sus conclusiones, que subrayaban que la indiferencia general llevaba a la gente a quedarse en casa, despertó menos interés que su técnica. Gosnell continuó sus esfuerzos por determinar qué cambia el comportamiento de los votantes y en el otoño de 1924, con ayuda de psicólogos sociales, elaboró un experimento introduciendo el estímulo del control, que consistía en enviar una ...
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