
Un repaso a los múltiples debates y dilemas que alberga la creación de la Comunidad Política Europea.
Cuando en el día de Europa de 2022, el 9 de mayo, el presidente francés, Emmanuel Macron, puso sobre la mesa la idea para la creación de una Comunidad Política Europea (CPE) como propuesta reactiva ante lo que estaba sucediendo en Ucrania, muchos fueron los sorprendidos y pocos los que acertaron a articular líneas alternativas de actuación frente a las solicitudes para unirse a la UE procedentes de Ucrania, Moldavia y Georgia.
Esta idea tenía reminiscencias de aquella Confederación Europea que propuso a principios de los 90 el entonces presidente francés François Mitterrand. El discurso en torno a la propuesta ha permanecido parcialmente inalterado. Parcialmente, porque el mundo de ayer era un mundo que comenzaba a reconfigurarse ante el colapso de la URSS y el fin de la Guerra Fría. Un mundo dónde se planteaba que el destino escrito de los países que salían de las dictaduras de las repúblicas populares era, sin duda, la democracia. Merece la pena echar un vistazo al discurso pronunciado el 14 de junio de 1991 por Mitterrand en Praga donde afirmaba que “los países de la Europa Central y Oriental no deben ser tierras vírgenes para mercaderes ambiciosos y nuevos protectores” y que la confederación europea debe ser “un lugar de encuentro permanente de los países democráticos de Europa”. Entonces Europa quería responder, como ahora, a la solicitud de adhesión de los checos, polacos y húngaros, hoy son ucranianos y moldavos (más los Balcanes occidentales que llevan ya 20 años de espera) los que hacen lo propio. Entonces, como ahora, la incorporación quería ser rápida. Y, entonces como ahora, los argumentos contra esa ampliación rápida fueron tachados de demagógicos por el presidente francés. El debate, entonces y ahora, se centraba en qué debía suceder antes el proceso de integración o el de ampliación. Y es en esa disyuntiva cuando París propone esa Confederación Europea como opción alternativa a la incorporación rápida a la UE.
Es curioso ver los paralelismos de los argumentos y la repetición de las posiciones en relación con esta propuesta. El checo Václav Havel entonces receló porque, si bien la confederación europea era un “ideal a largo plazo”, no debería hacer competencia a otras estructuras como la entonces Comunidad Europea, el Consejo de Europa o la OTAN. Tampoco estuvo muy a favor Washington ante la posibilidad de una articulación política que incorporará también a Moscú y de la que Estados Unidos no formase parte. Y ahí quedó todo. Sin embargo, este primer precedente debe de servirnos para establecer los paralelismos históricos oportunos de los que tomar nota y sacar conclusiones.
En febrero de 2022, cuando Ucrania, Moldavia y Georgia presentaron sus candidaturas como respuesta al ataque ...
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