La confrontación entre gobiernos y población se incrementan y se extiende la sensación de un retroceso en los principios de la democracia y en el respeto de los derechos.
Los síntomas se repiten: detenciones de activistas, acoso a la oposición, presiones y amenazas a periodistas, hostigamiento de la sociedad civil, control de los contenidos digitales, prohibición de manifestaciones. Sin poder atribuirle un nombre preciso, el fenómeno se extiende en África Occidental. “Algunos países están volviéndose más autoritarios. En general, en la región se ha producido un retroceso en los valores democráticos, de las libertades políticas. Incluso en países más progresistas, como Benín, han retrocedido. Los líderes son elegidos en las urnas, pero cuando asumen el cargo se comportan como militares vestidos de civil. Reprimen brutalmente las protestas, bloquean Internet o intentan aprobar leyes de control de las redes sociales para silenciar a la oposición, como ocurre en Nigeria”, señala Idayat Hassan, directora Centre for Democracy and Development (CDD).

El pasado 23 de febrero, en Níger, la proclamación de los resultados provisionales de las elecciones presidenciales desencadenó las protestas en las calles y la represión. Internet fue bloqueado y se registraron detenciones masivas. Cuatro días después, en Chad, el Ejército lanzó una operación en la casa de uno de los aspirantes de la oposición, entre los muertos estaban la madre y un hijo del político que se refugió en un lugar desconocido. Las redes sociales fueron parcialmente bloqueadas. Desde entonces se han ido sucediendo las renuncias de los principales candidatos a las elecciones previstas para el 11 de abril por falta de garantías. En Senegal, la sociedad civil lleva meses alertando del deterioro de la calidad democrática y había convocado movilizaciones cuando el líder de la oposición, Ousmane Sonko, fue detenido por un turbio procedimiento judicial y se desató la peor crisis social, institucional y política de la última década. La protesta se desbordó en seis días de intensa contestación popular, varios medios de comunicación críticos fueron bloqueados y el tráfico de Internet restringido. Senegal sigue homenajeando a los 13 muertos en las protestas, la mayor parte como consecuencia de disparos de la policía.
Antes, a finales del año pasado la República de Guinea fue escenario de fuertes y largas tensiones, con las que un amplio frente de la sociedad civil intentaba evitar que el presidente Alpha Condé modificase la Constitución para poder acceder a un tercer mandato, no lo consiguió y Condé continúa en el poder. La ONG Amnistía Internacional documentó el asesinato de 50 personas durante la protestas y, al menos, dieciséis más justo después de las elecciones. Todo con las redes sociales bloqueadas. El recuento podría continuar con las protestas que desencadenaron el golpe de estado en Malí, en agosto; o la rebelión ciudadana experimentada en Nigeria en octubre, iniciada por los abusos policiales pero que acabó cuestionando el aparato del Estado, por ejemplo.
Los analistas ...
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