
El ascenso de China como potencia mediadora en los distintos conflictos irá en línea con su capacidad de influencia global y un enfoque pacífico de su diplomacia.
Al poco de iniciarse la guerra en Ucrania, algunas voces rápidamente apelaron a China como instancia mediadora para poner fin a las hostilidades. La base principal de dicha demanda era su cercanía a Moscú pero también el reconocimiento de cierta capacidad de interlocución con ambas partes. Pekín reaccionó primero eludiendo cualquier forma de compromiso que solo atisbaría con cierta inclinación positiva varios meses después con la formulación de su “Posición Política”, el nombramiento de un representante, Li Hui, y la conversación de Xi Jinping con Vlodimir Zelenski. Hoy día, la cautela sigue imperando en su actitud, como en la de todos los potenciales mediadores para el conflicto, desde Brasil al Vaticano.
Mucho menos timorato ha sido el papel jugado en la normalización diplomática entre Irán y Arabia Saudí en marzo, cuyas relaciones se habían interrumpido durante siete años marcados por graves tensiones. Este desenlace, labrado con mucha discreción, sugiere algunas lecturas importantes. Primero, la mediación china más exitosa hasta el momento se ha producido en una zona de alto interés estratégico que forma parte del escenario de rivalidades de influencia con Estados Unidos, brindándole la posibilidad de debilitar la vieja complicidad e influencia de Washington en la zona. De esta forma, cuando EE UU agita las aguas de su entorno en el Pacífico, China responde en la retaguardia con un golpe maestro. Segundo, un cálculo certero del momento elegido en virtud de las necesidades tácticas de los países involucrados (esto valdría también para comprender la reticencia a propósito de la guerra en Ucrania). Tercero, la mediación va acompañada de una ofensiva integral que acentúa en aspectos clave que afectan a la energía (compras de petróleo) o al sector financiero (pagos en yuanes orillando el dólar). En lo institucional, implica un reforzamiento de su foro sino-árabe. Todo ello sugiere la conversión de su creciente prestigio en Oriente Medio en un trampolín para elevar su estatus internacional global.
Otro ejemplo destacado de la diplomacia china en acción es su papel en el conflicto entre Israel y Palestina. China ha respaldado consistentemente la creación de un Estado palestino independiente y ha abogado por una solución de dos Estados. Su enfoque se basa en el respeto por las resoluciones de las Naciones Unidas y el llamado al cese de la violencia para fomentar un proceso de paz sostenible.
Los beneficios de estos procesos pueden trascender a los propios conflictos y expandirse a otros ámbitos. Es el caso de la guerra en Ucrania que ha facilitado la elevación de los encuentros con el Vaticano –con quien China no tiene relaciones diplomáticas- a través del enviado del Papa Francisco, el cardenal italiano Matteo Zuppi, en ...
Artículo
para suscriptores
Para disfrutar de todos nuestros contenidos suscríbete hoy:
Plan mensual
3,70€/mes
- Asiste a eventos en exclusiva
- Recibe la Newsletter mensual ‘Cambio de foco’ con contenidos de actualidad
- Participa activamente en la elección de los contenidos de esglobal
- Accede a todos los contenidos semanales
- Accede al archivo de artículos desde 2007
- Descarga todos los artículos en PDF
Plan anual
37€/mes
- Asiste a eventos en exclusiva
- Recibe la Newsletter mensual ‘Cambio de foco’ con contenidos de actualidad
- Participa activamente en la elección de los contenidos de esglobal
- Accede a todos los contenidos semanales
- Accede al archivo de artículos desde 2007
- Descarga todos los artículos en PDF