
La región de Oriente Medio y el Norte de África es la que sufre más escasez de agua en el mundo. Esta insuficiencia tiene una enorme capacidad desestabilizadora ya que puede tensar la relación entre los gobiernos y los ciudadanos y puede aumentar el riesgo de conflictos armados. La situación actual demuestra que los gobernantes aún no han hecho frente como es debido a esta problemática.
Casi dos tercios de los habitantes de la región MENA viven en áreas que no tienen suficientes recursos hídricos renovables para sostener los niveles actuales de actividad y desarrollo. Los modelos meteorológicos son cada vez más erráticos, las poblaciones no dejan de crecer y las tensiones transfronterizas se desbordan. Si a estos factores se añade el acceso limitado al agua, es inevitable que haya más inestabilidad en la región, una inestabilidad que seguramente adoptará estas formas: más desplazamientos de población, dentro de cada país, en toda la región y fuera de ella, por ejemplo hacia Europa; agitación social interna; conflictos entre países vecinos; y un entorno natural cada vez más degradado.
La geografía no es el único factor; también cuentan la gobernanza y la política. Pocos gobiernos de la región han elaborado y puesto en marcha planes para mitigar los efectos de la escasez de agua, que son cada vez más graves. En la mayoría de ellos, el agua sigue teniendo unos precios muy bajos, lo cual incentiva su consumo excesivo. Aunque algunos países han tomado medidas positivas para abordar varios aspectos del problema, todavía hay demasiados que tienden a hacer meros apaños.
La situación no es inevitable, en absoluto. Para resolverla, los Estados de la región MENA deben adoptar una estrategia integral y de conjunto en la gestión de la demanda y el abastecimiento de agua y deben elaborar planes de contingencia que permitan afrontar obstáculos futuros. No será igual para todos los países: es una región con mucha diversidad y cada gobierno tendrá que descubrir su propia forma de avanzar. Para ello, a la hora de formular políticas sobre el agua, deberán tener en cuenta las diferencias geográficas, económicas y demográficas.
Mediante una política ambiciosa y una planificación estratégica, las regiones con escasez de agua podrán garantizar un grado de seguridad equiparable al de los países ricos en recursos hídricos. Las fuentes de abastecimiento de agua no convencionales, como las plantas desalinizadoras, pueden suavizar los daños causados por la escasez, igual que unos precios que reflejen los costes reales del agua y, por consiguiente, moderen los niveles de consumo doméstico. Algunos países de MENA ya han llevado a cabo iniciativas para resolver este problema. Pero en general, a este respecto, la región está en una situación precaria. Todos los países deben aprender de las mejores experiencias y los mejores ejemplos de gobierno para asegurar el suministro de agua.
El informe, Testing the water: How water scarcity could destabilise the Middle East and North ...
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