Un dibujo representa a un periodista amordazado ante el Tribunal de Comercio de Toulouse, Francia. (Alain Pitton/NurPhoto/Getty Images)

Una radiografía del estado de los medios de comunicación en Europa.

El periodismo es un bien común, reza el título del informe de la UNESCO sobre libertad de expresión y medios. Recuerda que la profesión “desempeña un papel crucial para promover un espacio cívico que goce de buena salud (…), a partir de proporcionar información fidedigna y verificada”. Sin embargo, lo contrario se llevó la mayor atención en los últimos años: la desinformación. Ese interés por ella, en vez de por la información de calidad, colateralmente ha puesto a la prensa en el centro de las críticas de líderes y activistas. La idea, tantas veces suscrita en manuales y manifiestos, de que democracia y prensa libre iban de la mano, hoy está en revisión en sociedades escépticas de la información.

Dentro de las organizaciones que valoran la libertad de prensa, la más conocida es Reporteros sin Fronteras (RSF). Su calificación pondera las condiciones en que trabajan los profesionales a partir de un registro de ataques a periodistas y una encuesta a expertos que valoran aspectos sociales, políticos, legales, de seguridad y de economía de los medios. La clasificación RSF 2023 concluye que Europa es el continente con mejores condiciones para ejercer el periodismo. Entre los 20 Estados con mejor puntuación entre 180 valorados, 16 son europeos, la mayoría de ellos miembros de la Unión Europea. La mejor nota la lleva Noruega (95,2 de 100 puntos), seguida de Irlanda (89,9) y Dinamarca (89,5). Grecia es el país en peor situación de Europa Occidental (53,3). Aun así, queda en mitad de la tabla de RSF, en el puesto 107, con 73 países del resto del mundo en peores condiciones.

La libertad de prensa, es decir, de quienes ejercen la profesión de la información es difícil de sostener sin libertad de expresión de la sociedad en la que se desempeña. Y esta se deteriora en 35 países, según el estudio Varieties of Democracy (V-Dem Institute), en contraste con los siete que se identificaban en riesgo hace 10 años. La censura gubernamental a los medios de comunicación está empeorando en 47 Estados. La mala noticia del estudio es que la desinformación, polarización y autocratización se refuerzan mutuamente. La buena es que el proceso de democratización reduce la propagación de la desinformación y la polarización. 

El estudio V-Dem analiza más de 500 indicadores de mediciones de todo el mundo para concluir que, en 2023, Europa occidental y Norteamérica son las regiones con más democracia. Un 92% de los países tienen democracia liberal, con garantía de derechos civiles, y un 8% democracia electoral, es decir, con procesos electorales regulares. El porcentaje se invierte en América Latina con 83% democracia electoral y 4% democracia liberal, más 11% de Estados con autocracia. Este parámetro sirve para comparar con Europa del Este y Asia Central, con solo 5% de países con democracia plena, 22% con democracia electoral y 73% con autocracia. Entre aquellos que más retrocedieron en democracia están Bielorrusia, Hungría, Polonia, Rusia y Serbia, junto con los asiáticos Kirguizistán y Mongolia. Rusia y Bielorrusia también están señalados con los peores índices en el Democracy Index 2022 de The Economist Intelligence Unit.

De estos países, RSF solo menciona Rusia (34,8) y a Bielorrusia (37,2). Registra 35 trabajadores de medios detenidos en Rusia y 58 más un desaparecido en Bielorrusia. En cambio considera “situación problemática” para Hungría (62,9), Polonia (67,7) y Serbia (59,1), que quedan por encima de Grecia, en “situación difícil”. Aquí empieza a verse que la valoración experta de la libertad de prensa no necesariamente va de la mano con los indicadores de democracia. 

Una explicación es que la producción y circulación de información dejó de ser potestad exclusiva de la prensa. Las herramientas digitales que facilitaron la participación ciudadana en las últimas décadas no tienen pleno uso y acceso de las herramientas digitales en los países con derechos civiles recortados. Pero sí han permitido que los actores políticos y económicos cuenten con canales propios o apropiados para distribuir tanto información como desinformación. Las autocracias hacen uso intensivo de propaganda y medios afiliados en los que trabajan periodistas militantes y expertos como los que completan los cuestionarios que miden la libertad de prensa. La polarización política distorsiona la autopercepción de lo que se considera libertad.

La normalización de las críticas a la prensa

Desde los programas de alfabetización mediática se propone una actitud crítica a los medios, que a veces deviene crítica aviesa a la prensa. En nombre del análisis crítico, muchos políticos descalifican el trabajo de medios y periodistas que, cuando señalan con nombre propio, se vuelven diana fácil de militantes y agresores digitales. Tal cancelación alimenta una espiral de silencio que se expresa como autocensura, variable aún no medida sistemáticamente en las metodologías tradicionales. En el último informe del Reuters Institute, el profesor Craig Robertson advierte que si bien la discrepancia es parte del debate social, “las críticas también pueden ser injustas y hostiles, y derivar hacia una retórica peligrosa destinada a socavar la libertad de prensa. Y resulta especialmente preocupante cuando estas críticas las alientan políticos poderosos con campañas organizadas que pretenden silenciar a periodistas o a los medios independientes”. 

En el promedio de países incluidos en este estudio de la Universidad de Oxford (muestra que incluye 24 Estados europeos), 53% de encuestados dice estar “muy” o “bastante a menudo” expuestos a las críticas hacia los medios. Los políticos y los activistas políticos son la principal fuente de críticas en 16 de los 46 de los mercados relevados. En Europa del Este se observa una relación entre las críticas y desconfianza en medios, especialmente alta en Bulgaria, Eslovaquia y Hungría. 

Los expertos consultados en el último informe de RSF advierten de la importancia creciente de la amenaza por parte de los actores políticos a través de campañas de desinformación masiva o de propaganda, de manera regular o sistemática. Países con buena puntuación como Alemania (81,9) señalan que los periodistas son el blanco de amenazas, de acoso y de agresiones físicas de grupos extremos de derecha y de izquierda. 

Las manifestaciones en contra del Partido Socialista en diversas ciudades de España (75,4 en RSF) durante noviembre de 2023 evidenciaron la intolerancia contra trabajadores de prensa que cubrían los sucesos. Las asociaciones de periodistas solicitaron a los partidos de los manifestantes que no impidan ejercer el trabajo de la prensa. Pero es tan difícil manejar el clima de opinión como el meteorológico. En este caso se trató de expresiones de grupos de derechas, pero las izquierdas también menosprecian públicamente a la prensa establecida, a la que oponen medios que etiquetan como alternativos, pero son órganos partidarios de toda la vida. Pero el discurso panfletario no es equiparable al periodismo, aunque lo aleccionan desde diplomados internacionales creados para “cuestionar y desafiar la hegemonía de los poderes mediáticos”. Que siempre son los que no piensan como su partido.

La confianza como resguardo

La relativa buena situación del periodismo en Europa en los reportes tradicionales no lo exime de sufrir amenazas de nueva generación. Como se viene observando en los últimos años en Latinoamérica, se trata de un proceso que socava colateralmente la confianza en la democracia y el interés en las noticias. En 2023, el 33% de los encuestados para el Digital News Report dijo que evitó las noticias al menos algunas veces a la semana, frente al 29% en 2017. Por encima del promedio están Grecia (57%), Bulgaria (57%), Polonia (44%) y el Reino Unido (41%).

El relator de Libertad de Expresión de la Corte Interamericana de Derechos Humanos Pedro Vaca señaló que “Hoy como nunca son visibles y costosos los errores del periodismo. Por esas grietas se filtra la desinformación, la propaganda y la manipulación”. Estos fenómenos recibieron en los últimos años presupuestos y atención sin que se apoyara en iguales proporciones la calidad del periodismo. Sin embargo, la amenaza para el periodismo profesional es el pseudo periodismo, ese de los pseudo medios, sitios que adoptan la apariencia de portales noticiosos o agencias de noticias pero que distribuyen información viciada de propaganda. En este contexto se entiende la conclusión de V-Dem de que la censura gubernamental de los medios de comunicación haya empeorado en 47 países, y que el acoso a periodistas se haya agravado en 36.

Ese periodismo politizado contribuye a la polarización. La mitad de los encuestados por el Edelman Trust Report percibe que su país está más dividido que en el pasado, y entre los más polarizados están España y Suecia, a niveles de Argentina, Colombia y Estados Unidos. En riesgo de polarización están Francia, Reino Unido, Países Bajos, Italia y Alemania.

El nombre “prensa” viene del dispositivo de impresión y fue usado antiguamente para designar medios y periodistas. Libertad de prensa es un concepto vago en tiempos en que el periodismo se ejerce en múltiples plataformas y en que no todos los que se llaman medios ejercen periodismo. Más preciso sería libertad de información. Si el periodismo libre es el que consolida el derecho humano a la información, la confianza que esta construye debería ser el principal indicador.