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El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, gesticula durante un evento en el Palacio Planalto en Brasilia, enero 2020. SERGIO LIMA/AFP via Getty Images

Este año no pinta fácil para el Presidente brasileño, ya que la economía, los problemas institucionales, la corrupción y una oposición que podría estar reorganizándose, entre otras cuestiones, le pueden dar más de un quebradero de cabeza.

Comienza 2020 y la gestión Jair Bolsonaro acaba su primer año. Cuando el ex capitán llegó a Brasilia nadie sabía cuál iba a ser su estilo presidencial ni sus principales problemas. Un año después, los desafíos de la primera gestión de extrema derecha de la democracia brasileña ya son evidentes. Uno de los retos tiene mucho a ver con el hecho de que gobierna como hizo campaña, siempre forzando la polémica, exponiéndose al máximo en las redes sociales y, con frecuencia, creando más caos que estabilidad. Esta es una de las cuestiones que peor encaran los brasileños: según datos de la última encuesta de popularidad del 20 de diciembre de 2019, hecha por el Instituto Ibope, 38% de los brasileños consideran el Ejecutivo actual malo o pésimo (en abril de 2019 eran 27%) contra 29% que lo consideran bueno (en abril eran 35%). Un índice de confianza que está lejos de la popularidad con la que llegó al Palacio de Planalto de la mano de 57,8 millones de votos.

 

Economía: bien para unos, no tanto para otros

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Favela en Rio de Janeiro. enero 2020. Stefano Figalo/Brazil Photos/LightRocket via Getty Image

Los rumbos de la economía brasileña dividen opiniones. La reforma de las jubilaciones, además de varios paquetes de privatizaciones, concesiones y contención del gasto público hacen que el mercado espere un comienzo, aunque todavía lento, de la recuperación. La previsión del crecimiento del PIB para 2020 es, según Banco Central de Brasil, 2,2%. También el FMI espera que Brasil duplique su crecimiento hasta situarse cerca del 2%. Pero, si por un lado, Paulo Guedes, el ministro de Economía, tiene las bendiciones del mercado y de las clases económicamente más acomodadas de la población, entre los más pobres, víctimas de los cortes presupuestarios, la popularidad de Bolsonaro cae mucho.  Según datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), el número de personas que se encuentra en la condición de extrema pobreza subió en 2019 a máximos de 13,5 millones de personas. Así mismo la desigualdad alcanzó su máximo histórico. El índice Gini pasó de 0,6003 en el cuarto semestre de 2014 a  0,621 en el segundo semestre de 2019. A esto le unimos el paro que todavía ronda la cifra del 11%, y sobre todo la tasa de informalidad, que, según el IBGE, batió records en 2019 llegando a 41%, lo que equivale a casi 39 millones de trabajadores informales. Por todo esto los más pobres le están retirando su apoyo al presidente. Según encuesta de Datafolha de diciembre de 2019, sólo 22% de los más pobres consideraban su gobierno positivamente frente a 44% de los más ricos.

 

Caos ...