El Partido Democrático del Kurdistán (PDK) ha salido muy reforzado de las elecciones parlamentarias, pero su avaricia y su sed de venganza con la oposición ponen en riesgo los equilibrios de poder regionales. Su posición de debilidad frente a Bagdad y las crisis internas son lo único que frena su ambición.
Kurdos con banderas y en el medio la foto del líder del Partido Democrático del Kurdistán , Massud Barzani, en Erbil, 2018. SAFIN HAMED/AFP/Getty Images
Poniendo punto y final al ciclo electoral que arrancó con los comicios de Irak en mayo, el Kurdistán iraquí tuvo el pasado 30 de septiembre una nueva cita con las urnas para renovar su Parlamento regional. Tal y como estaba previsto, los resultados otorgaron una victoria clara para los dos partidos que han controlado la zona durante los últimos 26 años –el Partido Democrático del Kurdistán (PDK) y la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK)– mientras que la oposición a su duopolio cayó en picado.
Sin haber apenas digerido la votación, algunos de los más altos cargos de estos dos partidos se desplazaron hasta Bagdad, donde tan solo dos días después el Parlamento iraquí se reunió para nominar al nuevo Presi...
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