Peshmerga, milicias kurdo-iraquíes, posan con una bandera del Estado Islámico en el pueblo de Sultan Mari, oeste de Kirkuk, después de haber retomado la ciudad, que estaba en manos yihadistas. MARWAN IBRAHIM/AFP/Getty Images
Peshmerga, milicias kurdo-iraquíes, posan con una bandera del Estado Islámico en el pueblo de Sultan Mari, oeste de Kirkuk, después de haber retomado la ciudad, que estaba en manos yihadistas. MARWAN IBRAHIM/AFP/Getty Images

Tras décadas de tensiones entre las distintas facciones kurdas por razones ideológicas y por el reparto del poder en la zona, las diferencias han sido dejadas a un lado, por el momento, con el fin de hacer frente común contra el avance de los yihadistas del Estado Islámico.

Durante la pasada primavera, la situación en los Montes Qandil, en el Kurdistán iraquí, era tensa. Cemil Bayik, colíder de la Unión de Comunidades del Kurdistán (KCK), criticaba al presidente de la Región Autónoma del Kurdistán (KRG) iraquí, Massoud Barzani, por la presión que ejercía contra sus organizaciones afines en esa zona. Uno de los motivos de la discordia era la profunda brecha sobre cómo afrontar los avances en Rojava, el Kurdistán sirio. Cuando esto sucedía, el Estado Islámico (EI) no había realizado su ofensiva sobre Irak y estos hermanos de nación atravesaban un crítico momento en sus relaciones. Ahora, al menos en público, el EI se ha convertido en el enemigo común, una franja que posibilita un marco de cooperación que mitigue las clásicas diferencias entre Barzani y el binomio Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK)-Partido de la Unión Democrática (PYD).

Hevi Ibrahim, la primera ministra de Afrin, uno de los tres cantones del autogobierno de Rojava, destaca que las diferencias internas se apartan si la situación así lo requiere: “En algunos aspectos no hemos tenido la oportunidad para mejorar nuestras relaciones, pero en una situación complicada debemos agradecer la ayuda de Barzani. Los kurdos tenemos un carácter especial para dejar de lado las diferencias y luchar contra los enemigos. [La ciudad siria de] Kobane es un buen ejemplo de ello. Puede que haya problemas, pero no afectan en los tiempos difíciles”. Wladimir van Wilgenburg, analista especializado en la causa kurda de la Fundación Jamestown, considera que el acercamiento actual se debe al Estado Islámico: “Las relaciones con Barzani han mejorado especialmente desde el ataque del EI al Kurdistán. Como resultado, los grupos afiliados al PKK y Barzani alcanzaron el acuerdo de Dohuk para compartir el poder en Siria, algo que es difícil de implementar y que por el momento no ha funcionado”.

© Manuel Alejandro Beigveder Núñez
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Las relaciones entre kurdos se caracterizan, sobre todo desde la irrupción del Partido de los Trabajadores del Kurdistán, por dos formas antagónicas de entender la sociedad: la doctrina marxista de Abdulá Öcalan y el sistema de clanes de Massoud Barzani. El primero lidera desde la cárcel turca de la isla Imrali el noveno proceso de paz entre el PKK y Turquía. Es idolatrado entre los kurdos-turcos y enemigo número uno de los nacionalistas turcos. Antes de ser apresado, en 1999, extendió su visión democrática por el norte de Siria. Esta influencia ha dejado cerca de 2.000 kurdos-sirios considerados mártires en la lucha armada entre el Estado turco y el PKK. Debido a la ...