
¿Un paso hacia el fin del conflicto en el país africano?
Malí se recupera lentamente de la violenta ocupación islamista de su mitad septentrional y del golpe de Estado militar de 2012. Con el “Acuerdo para la paz y la reconciliación en Malí” entre el Gobierno y los rebeldes tuaregs, el país entra en una nueva fase para recuperar la paz y la estabilidad en el norte. El camino no es fácil y prueba de ello son los más de 50 años de conflicto secesionista e intercomunitario que conoce esta región. Este acuerdo cobra aún más relevancia por los problemas de terrorismo, violencia y déficit de desarrollo que emanan de esta zona del Sahel, que son una amenaza de enormes consecuencias no solo para el propio Malí, sino también para los Estados vecinos y Europa.
El acuerdo se ha gestado durante más de ocho meses en la capital argelina gracias a la labor de mediación de Argelia y de la comunidad internacional, especialmente interesada en contener la actividad terrorista en los últimos años. Sin embargo, no es el primer intento de llegar a la paz. Anteriormente, una nutrida lista de acuerdos sucedieron a las constantes sublevaciones tuaregs en la zona de Kidal, en el extremo noroeste del país. Estos nunca han llegado a cumplirse de una manera efectiva, contribuyendo así al incremento de la frustración e irritación de una parte de la comunidad tuareg que acumula una larga historia de rebeliones contra la autoridad central de Bamako desde 1962.
La mitad norte de Malí sufre una situación precaria desde hace décadas. El espacio es habitado por un gran número de minoría étnicas que han vivido muy expuestas a las perturbaciones climáticas y sus consecuencias. Además, es atravesado por las rutas del tráfico de mercancías ilícitas y de personas, y se ha convertido en lugar de refugio de grupos terroristas yihadistas desde 2003. A esto hay que sumarle el gran número de personas que han sido expulsadas de sus casas o han huido de enfrentamientos derivados mucha veces de violencia interétnica. Desde el estallido de la rebelión tuareg de 2012 cerca de 200.000 refugiados y desplazados internos malienses esperan la paz. Es demasiado optimista pensar que la estabilidad va a llegar como consecuencia del acuerdo, pero al menos puede contribuir a sentar las bases de una renovada y absolutamente necesaria forma de abordar los profundos problemas del norte y sus poblaciones –conflictos de los que frecuentemente se valen los grupos de narcotraficantes y las organizaciones terroristas–y las causas de las rebeliones tuaregs.
El objetivo de la mediación argelina y de la comunidad internacional ha sido propiciar el diálogo entre las partes y presionarlas para alcanzar un acuerdo de mínimos que, en primer lugar, devuelva la seguridad a la zona y que permita allanar el camino para abordar las espinosas cuestiones políticas que conforman una ...
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