Activistas de extrema derecha del grupo alemán Pegida. Carsten Koall/Getty Images

Desde 2005, la mitad de los países de Europa han experimentado un deterioro de la Paz Positiva, es decir, las actitudes, acciones y estructuras que crean y sostienen las sociedades pacíficas, con un empeoramiento en sus pilares clave coincidiendo con el ascenso del populismo y del conflicto político.

Entre 2005 y 2015, 18 de 36 países europeos sufrieron un deterioro en sus puntuaciones generales en el Índice de Paz Positiva (PPI), lo que representa la segunda proporción más alta de Estados que han empeorado entre todas las regiones. En su conjunto, Europa fue testigo de un desgaste de cuatro de los ocho pilares de la Paz Positiva, una tendencia que resulta llamativamente diferente a las medias globales.

Los cambios en la Paz Positiva también pueden estar asociados a otras transformaciones de la sociedad, ya que esta puede utilizarse como una medida de la resiliencia social. En el caso de Europa, este es un aspecto importante porque el auge de la política antisistema y el ascenso del populismo pueden relacionarse con el deterioro de pilares clave.

Aunque Europa experimentó un descenso de la puntuación en las categorías de buen funcionamiento del Gobierno, bajos niveles de corrupción, libre circulación de información y aceptación de los derechos de otros, la media global cayó solamente en dos de estos apartados: bajos niveles de corrupción y aceptación de los derechos de otros. Si bien existe un solapamiento en las categorías de deterioro, Europa destaca por haber experimentado unos descensos mayores que la media global. Es más, el resto del mundo mejoró en libre circulación de información, mientras que Europa empeoró.

La puntuación general de Europa en Paz Positiva subió muy ligeramente, un 0,3%, en el periodo de 2005 a 2015, bastante por detrás del ascenso en la media global del 1,6%. Esta mejora en la puntuación general se debió fundamentalmente a los resultados en entorno empresarial estable y, en menor medida, en altos niveles de capital humano, lo que pone de manifiesto la potencia de la educación superior en Europa y los recientes esfuerzos para mejorar el entorno empresarial.

Además, gran parte del reciente impulso en educación ha estado centrado en la formación empresarial. Aunque se ha hecho especial hincapié en las políticas empresariales de los gobiernos, no se ha prestado suficiente atención a otras áreas que afectan a la población de forma más general, especialmente percepción de corrupción, aceptación de los derechos de otros y distribución más equitativa de la riqueza.

La media global para bajos niveles de corrupción bajó un 2%, pero el descenso en Europa ha sido más significativo, de un 3,3%, reflejando un aumento en la percepción de corrupción. Estos cambios negativos no pueden separarse del declive en el pilar de libre circulación de información, que es un indicador del deterioro de la libertad de prensa en países como Grecia y Hungría, por ejemplo. Mientras, la categoría de aceptación de los derechos de otros, compuesta por indicadores como reivindicaciones de grupos, empeoró en un 2,4% durante este periodo, ocho veces el deterioro experimentado a nivel global (0,3%).

 

Populismo en Europa

En los últimos diez años se ha producido un marcado aumento en la popularidad y potencia de los partidos populistas por toda Europa.

El ascenso de los partidos populistas europeos es un síntoma del declive de los pilares clave de Paz Positiva. Tras sufrir atentados terroristas recurrentes, un flujo masivo de refugiados y un prolongado periodo de crecimiento económico bastante apagado, propiciado tanto por la crisis financiera como por la de la deuda soberana, la proporción de europeos que apoyan a los partidos populistas ha ido ganado terreno. En 2016, más del 50% de los ciudadanos de España, el Reino Unido e Italia manifestaron que consideran los partidos euroescépticos como algo bueno.

En Alemania, el partido de derecha Alternativa para Alemania (AfD), fundado en marzo de 2013, fue capaz de lograr escaños en cuatro parlamentos regionales: Brandeburgo, Turingia, Sajonia y Hamburgo.

En Finlandia, el partido euroescéptico Perussuomalaiset se convirtió en la segunda fuerza política del país en las elecciones de abril de 2015 al ganar 30 de los 200 escaños. El Frente Nacional (FN) pasó a ser un aspirante muy potente en las elecciones presidenciales francesas de 2012 y 2017.

En Austria, el Partido de la Libertad (FPÖ), de extrema derecha, se quedó muy cerca de ganar las elecciones, y provocó la celebración de una segunda vuelta. Aunque denunció irregularidades que causaron que tuviera que repetirse la votación, el FPÖ finalmente admitió la derrota en unos comicios donde casi la mitad de los austriacos, un 46,2%, votaron por él.

Más recientemente, en los Países Bajos, el Partido para la Libertad (PVV) lideró las encuestas hasta las propias elecciones en marzo de 2017. Aunque estas dieron la victoria a la formación en el poder, el Partido Popular por la Libertad y la Democracia (VVD), el PVV quedó en segundo lugar con un 13,1% de los votos, logrando cinco escaños más en el Parlamento.

De modo similar, las elecciones al Parlamento Europeo de 2014 estuvieron marcadas por los significativos avances logrados por los partidos euroescépticos. En especial por los casos del Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP) y el Frente Nacional francés, ya que ambos lograron encabezar las encuestas por primera vez desde las primeras elecciones al Parlamento Europeo en 1979.

El primero logró 24 escaños, 11 más que en las previas elecciones al Parlamento Europeo, mientras que el segundo consiguió también ese mismo número de escaños, un notable avance desde los tres escaños de 2009.

Es importante subrayar que los partidos populistas no son homogéneos, ya que cubren todo el espectro de izquierda a derecha. Sin embargo, existen dos características que son generalmente aceptadas como comunes al populismo. La primera es la intención de promover un programa antisistema, orientado a cuestionar las políticas de los partidos tradicionales y su ideología. La segunda es una oposición a la inmigración o al multiculturalismo en general, complementada por políticas que ponen el foco en el interés nacional y rehúyen la integración en bloques regionales.

 

Las percepciones en la UE

Según los datos de la encuesta del Eurobarómetro, las actitudes relacionadas con los temas más importantes a los que se enfrenta la Unión Europea en su conjunto han cambiado significativamente entre 2010 y 2016. De 2010 a 2014 la situación económica se destacaba como el asunto más importante para la UE, según los ciudadanos de los 28 Estados miembro. Sin embargo, para 2016 había caído hasta el tercer puesto en las prioridades, bastante por detrás de la inmigración y el terrorismo.

Desde 2014, el porcentaje de ciudadanos que mencionan la inmigración y el terrorismo entre los temas más importantes que debe afrontar la UE ha ido en ascenso. En lo que respecta al primero, el porcentaje se ha más que duplicado entre 2014 y 2015, pasando del 24% al 58%, y superando a la proporción de ciudadanos a los que preocupa la situación económica.

La tendencia fue similar para el terrorismo, y el porcentaje de gente que lo consideraba importante casi se triplicó entre 2014 y 2016, saltando de un 11% a un 32%. Esto se corresponde con el acusado aumento de la actividad terrorista en este periodo y refleja el impacto de los atentados sufridos por importantes capitales europeas, especialmente los ocurridos en París y Bruselas. Es probable que esta tendencia continúe en ascenso tras los más recientes ataques de Berlín, Londres y Estocolmo.

 

Percepciones nacionales

A escala nacional, la tendencia en las percepciones de los temas más importantes es similar, con la notable excepción del terrorismo. El desempleo sigue siendo la principal preocupación, aunque el porcentaje de ciudadanos que lo mencionan como un asunto importante ha caído 20 puntos, desde un pico del 51% en 2013 hasta el 31% de 2016.

Mientras, el porcentaje de ciudadanos que consideran la inmigración como un problema importante a nivel nacional se ha incrementado significativamente, pasando de un 9% en 2013 a un 36% en 2015. Ese mismo año, el número de solicitantes de asilo se elevó hasta la cifra récord de 1,3 millones, casi el doble de la previa marca más alta, situada en 700.000 y registrada en 1992 tras el colapso de la Unión Soviética.

La creciente preocupación por la inmigración y el terrorismo se ha visto exacerbada por la inquietud por la economía, el desempleo y los reveses experimentados por la economía y la seguridad a nivel europeo. Estos son los mismos asuntos de los que se han estado aprovechando los partidos populistas para crecer.

Todo esto llega además en un momento en el que el porcentaje de ciudadanos que manifiestan su alineamiento con las ideas de los partidos populistas ha ido ganando terreno. Un año antes del pico de solicitantes de asilo de 2015, más del 50% de los ciudadanos del Reino Unido y Francia manifestaron querer menos inmigrantes. En Italia y Grecia, el porcentaje era del 80 y 86, respectivamente.

Además, las percepciones negativas hacia los inmigrantes, y en particular aquellas que los consideran como una carga para la economía, han ido cobrando impulso sobre todo entre los votantes que se sitúan a sí mismos a la derecha del espectro político.

En 2014, más del 60% de los votantes de derecha en Italia, Grecia y Francia manifestaron su creencia de que los inmigrantes eran una carga porque se quedaban con los trabajos y se aprovechaban de las prestaciones sociales. La proporción de votantes de derecha que compartían esta opinión era la más alta en los ocho países europeos encuestados, mientras que Alemania se destacaba como el país para el que el porcentaje era el más bajo, situándose en el 16%.

Además, el porcentaje de ciudadanos europeos que vinculan a los refugiados con el terrorismo y el crimen fue alto en 2016, especialmente en los países del Este y el Sur de Europa. En Hungría y Polonia, más del 70% de la población afirmó creer que los refugiados aumentan la probabilidad de actos terroristas. Un 30% y un 47% de los ciudadanos de Grecia e Italia, respectivamente, manifestaron que los refugiados son más culpables de los delitos que se cometen en el país que otros grupos.

Entre los Estados que forman el núcleo de la Unión Europea existen opiniones divergentes sobre el panorama económico nacional. Países como Alemania y el Reino Unido, cuya economía funciona relativamente bien en comparación con otros, tienen menos tendencia a considerar a los inmigrantes como una carga, y más del 70% de la población alemana se muestra positiva sobre la situación económica.

 

Populismo y cambios en la paz positiva

El examen de las variaciones en la Paz Positiva revela por qué los partidos populistas europeos han logrado avances tan importantes. Los datos muestran que se ha producido un deterioro en el funcionamiento de los gobiernos y en la distribución equitativa de los recursos y un aumento de la percepción de corrupción, proporcionando por tanto combustible a los partidos populistas, que han puesto en su punto de mira a la “corrupta e incompetente élite política”. Unido a eso, promover una plataforma sobre la base de “nuestro país primero” se vuelve relativamente fácil en los lugares en los que los Estados de Europa están teniendo dificultades con el aumento del flujo de refugiados, el crecimiento de la desigualdad y la disminución de la seguridad en el trabajo.

El ascenso del descontento y el deterioro simultáneo en la Paz Positiva puede convertirse en una tendencia en la que estos dos factores se refuercen mutuamente. Si el descontento se canaliza políticamente hacia áreas que no abordan las cuestiones que subyacen en él y se convierte en parte integrante del debate político mainstream, como sucede con el populismo, las actitudes pueden transformarse en consonancia con esto, lo que a su vez crea un efecto cíclico en el que el debate político sigue sin enfrentarse a los problemas subyacentes, produciendo por tanto un deterioro aún mayor en la Paz Positiva. Llevado al extremo, un colapso de la Paz Positiva puede conducir a un creciente déficit en la capacidad de los países europeos para capear las consecuencias de los shocks financieros, socioeconómicos y de seguridad del estilo de los que han asolado Europa en la última década.

Entre 2005 y 2015, se registró una muy ligera mejora en la puntuación general de Europa en Paz Positiva, pese al deterioro de cuatro de los ocho pilares. No obstante, Europa no es homogénea, y 18 de los 36 países sufrieron un empeoramiento de la puntuación general de su Índice de Paz Positiva (PPI). Aunque la mitad de los Estados europeos mejoraron, esto todavía representa la segunda mayor proporción de países que han sufrido un deterioro entre todas las regiones.