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Una máquina limpia la playa de Kuta en Dempasar, Indonesia, llena de plásticos. (Sonny Tumbelaka/AFP/Getty Images)

Cada año, los europeos generamos 25 millones de toneladas de residuos plásticos, pero reciclamos menos del 30%. En todo el mundo, los plásticos suponen el 85% de los residuos que llegan a nuestras playas y costas. De hecho, incluso hemos creado una isla-continente hecha de residuos plásticos en el Pacífico Norte, de dimensiones desconocidas pero con estimaciones de alrededor de 700.000 kilómetros cuadrados –más o menos el tamaño del estado de Texas-. Pero no todos estos desechos son tan evidentes, puesto que los microplásticos en el aire, el agua y los alimentos también llegan a nuestro organismo y tienen un impacto aún desconocido en nuestra salud y nuestro bienestar.

Cuatro nuevas tendencias globales para reducir nuestro consumo de plásticos:

 

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Bolsas hechas con plásticos de botellas recicladas en California, Estados Unidos. (David McNew/Getty Images)

Prohibición de las bolsas de plástico de un solo uso

Pese a que puede parecer una solución muy drástica, es también la más directa para reducir el uso de plásticos y, por tanto, el nivel de residuos que producimos, puesto que la cantidad de residuos globales equivale a cinco bolsas de plástico por cada 30 centímetros de costa.

En 2016, el estado de California prohibió el uso de bolsas de plástico de un uso. Fue el primero de Estados Unidos en hacerlo y los resultados preliminares demostraron su utilidad. Las bolsas supusieron un 3,1% de los residuos recogidos en las playas californianas en 2017, una clara reducción comparado con el 7,4% que suponían en 2010.

Sin embargo, la primera ley nacional es la de Kenia, que anunció una restricción aún más severa, mediante la cual podría penalizarse el uso de bolsas de plástico de un solo uso con hasta cuatro años de prisión o 40.000 dólares de multa. Pese a entrar en vigor en 2017, la ley keniata tardó tres intentos y hasta diez años en ser aprobada. Esta medida permite a la policía del país que acoge el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente perseguir a quienes utilicen bolsas de plástico, pero la Ministra de Medio Ambiente Judy Wakhungu advirtió que la ley se aplicaría, en un principio, únicamente a fabricantes y distribuidores.

Un caso similar es el de Italia, el país europeo que supone el 20% del uso de bolsas de plástico de toda Europa. En diciembre de 2006 ya estaba lista la legislación que prohibía las bolsas de polietileno, pero no se aprobó hasta 2010 y no fue efectiva hasta 2011. En 2016, Francia se sumó a Italia como segundo país europeo en prohibir las bolsas de plástico de un solo uso, adaptando rápidamente una directiva europea que pretendía crear en la UE una zona libre de bolsas de plástico de un solo uso. En España, esta prohibición se ha retrasado pendiente de un dictamen del Consejo de Estado, pero se espera que se haga efectiva en 2020 pasando por una fase transicional desde 2018 en la que se cobrarán entre 5 y 15 céntimos de euro por bolsa.

 

Impuesto al uso del plástico

Pese a que la prohibición de este tipo de bolsas es relativamente reciente, Dinamarca ya había aprobado un impuesto a las bolsas de plástico en 1994. Así pues, el consumidor pagaría entre 0,27-0,47 euros por bolsa, de los cuales el impuesto en sí supone alrededor de 0,06 euros. Esta medida tuvo un efecto muy positivo en el uso de plásticos, reduciéndolo en 80 bolsas por persona al año –alrededor de un 60%-.

Irlanda se sumó a esta iniciativa en 2002, cobrando 22 céntimos de euro por bolsa. En sólo unas semanas, el uso de bolsas de plástico cayó en torno a un 94% y los irlandeses comenzaron a utilizar bolsas de tela reutilizables. Además, el Ministerio de Medio Ambiente irlandés destina todos los recursos de este impuesto para implementación y proyectos de limpieza y recogida de residuos.

Bangladesh y algunos países africanos han intentado seguir este ejemplo, puesto que las bolsas de plástico bloquean sus rudimentarios sistemas de alcantarillado, creando importantes problemas para la salud pública. Además, también quedan flotando en sus aguas, suponiendo un problema para la vida marina y para la pesca.

Finalmente, en 2018, el Comisario Europeo de Presupuestos, Günther Oettinger, coqueteó con la idea de implementar una tasa al plástico dentro del marco de propuestas para el nuevo Marco Financiero Plurianual 2021-2027, que tendrá que tapar un agujero presupuestario de alrededor de 14.000 millones de euros consecuencia del Brexit. Sin embargo, la propuesta no tuvo obtuvo el apoyo necesario dentro de la propia Comisión Europea y no forma parte de la nueva Estrategia de Plásticos que fue anunciada en enero de 2018.

 

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Verdura envasada en plástico en un supermercado. (Justin Tallis/AFP/Getty Images)

Venta de productos sin embalaje

Según datos de Eurostat, el europeo medio produce en torno a 1,8 toneladas de residuos en 2014 –últimos datos disponibles-. Por ello, las instituciones públicas han puesto en práctica políticas para reducir, reutilizar y reciclar los materiales que usamos en nuestro día a día. Con la nueva Agenda 2030 de desarrollo sostenible, la aprobación del Acuerdo de París para mantener el calentamiento global por debajo de 2ºC, un nuevo movimiento ha cobrado fuerza para ir más allá y avanzar hacia un mundo libre de residuos.

Las ciudades de la OCDE generaron, en 2014, alrededor de 519,5 kilogramos de todo tipo de residuos por habitante. Sólo en la UE, en 2015 se generaron 15,8 millones de toneladas de residuos plásticos provenientes de embalajes de productos. Por ello, son las ciudades quienes han tomado la iniciativa para conseguir alcanzar ese objetivo de un mundo sin residuos. Los planes son diversos, incluyendo programas ciudadanos para reducción de residuos, reutilización y programas de reparación, compostaje, reciclaje o de cambios en los hábitos de consumo como la venta de productos sin embalaje, incluso en alimentación. Las políticas de cero residuos se consideran inclusivas, marcando el camino para una gestión de residuos sostenible que funcione tanto para las comunidades humanas como para el medio ambiente. Por ejemplo, en la Unión Europea, la Red de Municipios Libres de Residuos aspira a progresar en este sentido, contando ya con más de 350 municipios en más de 7 países.

Además, las redes sociales están ayudando a hacer esta tendencia aún más extendida, con alrededor de 350.000 publicaciones en Instagram con la etiqueta #zerowaste y numerosos blogs sobre el tema, como Trash is for Tossers, en los que los usuarios explican cómo reducen sus residuos en su vida diaria. Esta tendencia de consumo está también teniendo sus efectos en los fabricantes y distribuidores, que han empezado a tomar medidas por un mundo libre de residuos. Por ejemplo, IKEA quiere ser libre de residuos en 2020, mientras que otras grandes empresas están tomando decisiones en esta misma dirección.

 

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La obra Suciedad del Futuro expuesta en Londres denuncia el uso de plásticos. (Rob Stothard/Getty Images)

Residuos para el arte

 Por último, la tendencia más creativa para reducir el uso de plásticos realmente implica reutilizarlos una vez que han sido desechados al océano. Según un estudio del Foro Económico Mundial de 2016, de seguir con el nivel actual de vertido de plásticos a los océanos, en 2050 contendrán más plásticos que peces. Como resultado, artistas y activistas han tomado nota y han decidido utilizar el plástico en los océanos como pintura o arcilla para crear sus obras de arte.

Por ejemplo, Mandy Barker crea arte visual sobre el impacto de los residuos oceánicos. En una de sus obras más famosas, Hong Kong Soup: 1826, decidió tomar una fotografía de plásticos recogidos en las 30 playas diferentes de Hong Kong, donde se estima que se vierten alrededor de 1.826 toneladas de residuos plásticos cada día. Por su parte, Steve McPherson utiliza el viaje de Phileas Fogg en La Vuelta al Mundo en 80 días como marco para su obra Correlation, en la que las piezas de residuos plásticos crean un esquema de colores que representa las temperaturas máximas y mínimas de las ciudades que va visitando. El artista afirma que estas piezas, como Fogg, “se han embarcado en una aventura desconocida, en la que cada paso y cada incidente queda marcado como una cicatriz en el objeto, como un recuerdo del viaje”.

Alejandro Durán, un artista de México DF, también ha creado una serie de fotografías que ha titulado Washed Up con el ánimo de “revelar el impacto perverso de la cultura consumista sobre el mundo natural”, así como “la tensión entre la humanidad y la naturaleza”. Además, en su web Durán también anima a adoptar patrones de consumo responsables y a reducir los desechos plásticos.

Por tanto, la utilización de plásticos está cada vez más extendida y, con ella, aumentan los peligros que el mal tratamiento de residuos plásticos suponen para el medio ambiente, la salud y la biodiversidad. Sin embargo, las campañas de concienciación y el liderazgo de algunos gobiernos y actores del sector privado están dando algunos frutos y los patrones de consumo muestran algunos síntomas de cambio. Aún queda mucho por hacer para alcanzar una economía verdaderamente circular. Según un estudio de Deloitte para Plastics Recyclers Europe, el 23% de los plásticos en Europa van a parar al vertedero y el 47% acaba incinerado. Se estima que sólo se recicla un 15% de los plásticos que utilizamos en la UE. Sin embargo, ese mismo estudio afirma que es posible alcanzar un 65% de tasa de reciclaje para 2025, lo que además supondría la creación de unos 115.400 empleos y generaría unos mil millones de euros. ¿Y tú? ¿Cómo reduces el uso de plásticos?