Grecia_portada
El líder de la formación conservadora Nueva Democracia, Kyriakos Mitsotakis, saluda tras hacerse con la victoria en las elecciones parlamentarias, julio 2019. Milos Bicanski/Getty Images

Los desafíos son muy diversos, casi tanto como los riesgos que proceden de dentro y fuera del país. ¿Será capaz el nuevo Ejecutivo de lograr en la próxima legislatura acuerdos sobre las cuestiones más importantes para el futuro de Grecia?

Tras las elecciones de este domingo en el país heleno, el horizonte de Atenas seguirá cargado de retos que el partido ganador de esta cita con las urnas, el conservador Nueva Democracia (ND), liderado por Kyriakos Mitsotakis, deberá afrontar ahora.  La Grecia que recibe Mitsotakis –quien gobernará con mayoría absoluta, tras unos comicios en las que obtuvo el 39,8% y la participación fue baja (57,9%)– atraviesa aún una dolorosa recuperación de la devastadora crisis económica que abatió al país hace 10 años, y que supuso durísimos planes de austeridad que han trastocado la vida de los ciudadanos.

La erosión de los ingresos de los griegos. Pese a que durante el mandato de Alexis Tsipras la economía mejoró –el país ha eliminado sus mastodónticos déficits fiscales y el PIB real creció un 2% en 2018, según el FMI y las autoridades helenas–, esto ha cambiado poco la percepción de la población de que Grecia haya salido del túnel de la crisis socioeconómica. Algunos indicadores explican el porqué de este sentimiento. El PIB per cápita de los ciudadanos ha bajado de los 21.800 euros en 2008, a los 16.800 de 2017, según cifras de Eurostat. Tanto así que, a causa de la crisis, Grecia es en la actualidad uno de los Estados con el mayor número de personas en riesgo de pobreza y exclusión social (31,8% de la población, o 3,3 millones de personas, en 2018), solo superada en la UE en números totales por Rumanía. Además de ello, los griegos han sufrido fuertes subidas de impuestos. Una situación que el gobierno de Alexis Tsipras y su rival de centroderecha anunciaron, en campaña electoral, querer revertir. Mitsotakis, en particular, ha prometido bajar la presión fiscal a ciudadanos y empresas.

grecia_economia
Una mujer camina al lado de un grafiti que simboliza la relación de Grecia con las instituciones financieras internacionales, Atenas. LOUISA GOULIAMAKI/AFP/Getty Images

Cumplir con la troika. Bajar los impuestos a los griegos, no obstante, puede que no sea tarea fácil para el nuevo Gobierno, a causa de la todavía altísima deuda pública (176% de su PIB, según Eurostat) y el compromiso pactado de seguir bajo la vigilancia de la troika –la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional– para que las reformas continúen y se mantenga controlada la situación fiscal.

De hecho, si bien el año pasado Grecia salió del tercer y último plan de rescate, el país ha accedido a ser sometido cuatro veces al año –la última vez fue en junio– a revisiones de la troika sobre sus cuentas públicas. Tanto así que, después de que se anunciara el adelantamiento de la cita electoral, oficiales europeos volvieron a insistir en que es fundamental que Grecia se atenga a los objetivos pactados con las autoridades europeas y el Fondo Monetario Internacional.

Menos bebés y más jóvenes que emigran. De acuerdo con cifras de Eurostat, la población griega está en declive. En concreto, de 2014 a 2018, perdió 185.642 habitantes, por las bajas tasas de natalidad (se ha pasado de los 94.134 nacidos en 2013 a los 88.553 de 2017). El resultado es que el país está envejeciendo. En la actualidad, de los 10,7 millones actuales de griegos, el 27% (2,9 millones) son personas de más de 60 años, un porcentaje que ha ido creciendo con constancia en los últimos años. Un fenómeno que se suma a que miles de jóvenes se han marchado –medio millón, según algunas estimaciones– por la falta de oportunidades, los bajos salarios, la corrupción y para evitar engrosar la alta tasa de paro juvenil, que afecta en la actualidad al 39,9% de los jóvenes. Esto último también se debe a que muchas empresas han emigrado a otros lugares. Tan solo entre 2015 y 2016, los últimos datos oficiales disponibles en Eurostat, desaparecieron 11.294 empresas de la economía griega, muchas de ellas pymes.

El resultado de esta situación es que, como está aconteciendo en otros Estados europeos, hay escasez de profesionales. Ya el año pasado el diario heleno Ekathimerini informaba de que en la isla griega de Paros, cuya población de 15.000 personas se duplica en los veranos, sólo había disponibles tres doctores para atender a los pacientes. Mientras que en Corfú, otro destino turístico en el que viven de manera estable unas 110.000 personas y que cuadruplica el número de residentes en las épocas de vacaciones, dos médicos renunciaron a causa de la fuerte presión a la que estaban sometidos por la escasez de personal.

La corrupción y las empresas extranjeras. Las corruptelas y el trabajo en negro son plagas trasversales en la sociedad griega y difíciles de erradicar, ya que han caracterizado a la Grecia contemporánea. Tanto así que, en la actualidad, el país se encuentra en la posición número 67 de los 180 Estados que forman parte del índice de Transparencia Internacional, detrás de Rumanía, Hungría y Cuba.

No obstante, a menudo, las grandes empresas europeas e internacionales que trabajan en Grecia han sido vinculadas directamente al fenómeno. El año pasado, el Parlamento heleno pidió que se investigaran dos antiguos primeros ministros y ocho ministros por supuestos sobornos de la farmacéutica suiza Novartis para lograr una posición dominante en el mercado del país. Sobre esto, Mitsotakis ha prometido que el próximo Parlamento griego abrirá la investigación.

Otro es el caso de Siemens, que se conoció hace ya cinco años, y por el cual la empresa alemana fue imputada por supuestamente dar sobornos para obtener en 1998 el contrato de suministro de servicios digitales de la compañía pública griega OTE. En abril pasado, durante el juicio que está celebrándose en Atenas, la fiscal de la acusación, Eleni Skerparniá, llegó a alegar que Grecia perdió unos 69 millones de euros por los daños ocasionados por Siemens. Otro es el caso del dueño del equipo de fútbol Olympiacos, Evangelos Marinakis, quien ha sido recientemente involucrado en una serie de oscuros casos de corrupción y tráfico de drogas cuyo desenlace final todavía se desconoce.

Grecia_Macedonia
Las banderas de Macedonia y Grecia en una ventana en Tetovo, cerca de Skopje, justo antes del referéndum, 2018. ARMEND NIMANI/AFP/Getty Images

El acuerdo con Macedonia del Norte. En los últimos meses, los primeros ministros griego y macedonio, Alexis Tsipras y Zoran Zaev, lograron uno de los mayores éxitos de los últimos años en el ámbito de la diplomacia internacional: sellaron un histórico acuerdo que cambió el nombre del país macedonio en Macedonia del Norte y pusieron fin a una disputa entre ambos Estados que duró casi 30 años.

Ahora Grecia está llamada a cumplir su palabra hasta el final y pronunciarse sobre el acceso de Macedonia del Norte en la OTAN y en la Unión Europea, tras años de haber puesto su veto sobre las dos candidaturas. A este respecto, Mitsotakis ha enviado señales encontradas. En una de sus últimas intervenciones sobre el tema, afirmó que Atenas podría poner el veto sobre el acceso de Macedonia del Norte a la UE “si los intereses nacionales [de Grecia] no se garantizan”, según informó el diario griego Naftemporiki. Sin embargo, de acuerdo con los analistas, es muy poco probable que Grecia obstaculice en la práctica el acceso de Macedonia del Norte a estas instituciones, después de que el pacto fuese ampliamente respaldado por la comunidad internacional.

El peligro de la derecha radical. La incógnita es cómo influirán en el nuevo Gobierno liderado por Nueva Democracia las ideas de algunos exmiembros del partido nacionalista de extrema derecha LAOS –que en 2012 se quedó sin escaños y fue parcialmente absorbido por ND–, entre ellos las de Adonis Georgiadis, un abierto antisemita que en 2013 llegó a promover una ley para hacer exámenes de VIH a prostitutas, indigentes e inmigrantes, y que hoy ocupa el cargo de vicepresidente de Nueva Democracia. Además de él, otros que proceden de LAOS y ocupan importantes puestos en ND son Makis Voridis y Thanos Pleuris. Este último es hijo de Costantinos Pleuris, que apoyó la dictadura de los coroneles de 1967-1974.

Dicho esto, la formación neonazi Aurora Dorada, que en años pasados llegó a convertirse en el tercer partido de Grecia, ha perdido fuelle en los últimos meses. Tan solo en la unidad regional de Laconia, considerado una de sus bastiones, Aurora Dorada perdió en las últimas elecciones europeas más del 50% del apoyo que había obtenido en los anteriores comicios europeos de 2014, cuando superó el 15%. Además de ello, ahora, este partido también tiene otro rival de un sesgo parecido al suyo, el ultranacionalista Solución Griega, que en las europeas logró un escaño tras una campaña basada en la hostilidad contra el acuerdo sobre Macedonia del Norte.

La tensión con Turquía. Ankara y Atenas mantienen desde hace más de medio siglo ocasionales escaramuzas en la delimitación de sus fronteras marítimas y aéreas en el mar Egeo, sobre las que nunca se han puesto de acuerdo del todo, y por la dividida isla de Chipre, donde se mantiene la misión de la ONU más prologada de la historia de la organización internacional. De hecho, este conflicto se remonta a 1974, cuando la isla se dividió entre el sur, en el que habita una población de mayoría grecochipriota que forma parte de la UE y el norte, donde se encuentran los turcoparlantes, cuya soberanía solo es reconocida por Ankara.

En años recientes, a causa de posibles yacimientos de hidrocarburos en las aguas territoriales de Chipre, la disputa ha ido subiendo de decibelios. La última ocasión ha sido en los pasados meses, después de que Turquía retomara la explotación de los valiosos recursos en el mar, algo que a su vez suscitó una condena por parte de la Unión Europea. Durante la campaña electoral, Mitsotakis ha pedido que Bruselas apruebe sanciones contra Turquía por “su violación” de la soberanía de Chipre, a la vez de que pidió “unidad nacional y determinación” de Grecia para hacer frente a la supuesta amenaza.

Grecia_migrantes_refugiados
Una mujer sostiene a su bebé fuera del campo de refugiados, Diavata, cerca de Salónica, abril 2019. SAKIS MITROLIDIS/AFP/Getty Images

La vulnerabilidad de los migrantes y refugiados. En la última década, Grecia se ha convertido primero en un importante país de paso y después de estancia prologada y forzosa de miles de migrantes y solicitantes de asilo que vienen de Oriente Medio y África, deseosos de alcanzar un futuro mejor en el norte de Europa. Pese el polémico acuerdo de la UE con Turquía, firmado en 2015 y que parcialmente bloqueó la salida de desplazados desde este país euroasiático, Grecia recibió 52.215 migrantes y solicitantes de asilo en 2018, según la OIM. Y, en los primeros seis meses de este año, esa cifra ya ha sumado un total de 17.356 personas, de las cuales 13.604 fueron migrantes y solicitantes de asilo que pisaron suelo griego tras un peligroso viaje a través del mar Egeo.

En medio de la grave crisis económica que golpeó al país, estas circunstancias mantienen al sistema de acogida griego en un estado de precariedad, y ha dejado en el desamparo a centenares de inmigrantes y solicitantes de asilo. Tanto que, en junio pasado, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos condenó a Grecia por detener en condiciones “degradantes” a cinco menores afganos no acompañados en comisarías de policía y en el campo de refugiados de Idomeni. De igual manera, otras organizaciones también han señalado intentos de suicidios y casos de explotación laboral y sexual. En algunas plazas de Atenas, se han registrado casos de adolescentes y jóvenes migrantes abordados por personas que les ofrecen sexo a cambio de pequeñas sumas de dinero, ropa o comida. El ayuntamiento de la capital pidió una investigación policial sobre el caso, que hasta la fecha no ha desembocado en ninguna acusación concreta. Sin embargo, durante la campaña electoral, el tema de la migración ha estado prácticamente ausente en los debates.