Los populistas de derechas han ganado las elecciones polacas, gracias en gran medida a sus programas sociales, pero lo han hecho por debajo de las expectativas.

Polonia
Una mujer polaca lleva un folleto del Partido Ley y Justicia (PiS), ganador de las elecciones, Varsovia, octubre 2019. Sean Gallup/Getty Images

Los recientes comicios en Polonia dieron una estrecha victoria al Partido Ley y Justicia (PiS), que fue reelegido para otro mandato después de haber gobernado el país desde el otoño de 2015. Sin embargo, el margen de victoria es menor del esperado, el partido ha perdido el Senado y ha obtenido menos votos (pero no escaños) que las formaciones de la oposición en su conjunto. Aun así, con el 43,59%, el PiS, con un programa considerado populista de derechas, logró 235 escaños en la cámara inferior del Parlamento —Sejm—, lo que le otorga una mayoría de cinco escaños en una cámara de 460. La Coalición Cívica, centrista, que gobernó entre 2007 y 2015, obtuvo el 27,40% de los votos y 134 escaños. La izquierda, que no estaba representada en el Parlamento anterior, logró el 12,56% de los votos y 49 escaños. La Alianza Popular Polaca, un partido agrario que cogobernó entre 2007 y 2015, obtuvo 30 escaños, y la Confederación, de extrema derecha, 11 escaños. El PiS perdió por poco la mayoría en la cámara alta, el Senado, que estará dominado por los partidos de la oposición en una proporción de 51 a 49.

Si bien el resultado general del Partido Ley y Justicia puede parecer meritorio después de cuatro años de gobierno, la formación tenía unas expectativas mejores. Además, es indudable que esta no fue una disputa en igualdad de condiciones. El informe de los observadores internacionales de la OSCE dice que las elecciones fueron libres y estuvieron bien preparadas, pero cuestiona que fueran justas y, en especial, el papel de los medios de comunicación públicos. Desde 2015, la radio y la televisión públicas, hasta entonces supervisadas por un regulador pluralista, con presencia de todos los partidos, ha estado directamente bajo la administración del Ejecutivo. Y, desde que las emisoras públicas se convirtieron en instrumentos de la propaganda oficial, los partidos de la oposición han presentado y ganado múltiples querellas por supuesta información sesgada e incluso por difundir el lenguaje del odio. Ahora, el informe de la OSCE confirma que los medios públicos han favorecido al Gobierno y no han proporcionado informaciones imparciales a los votantes.

Aparte de controlar el acceso a la información, la victoria del PiS se debe a los programas sociales puestos en marcha por el Ejecutivo entre 2015 y 2019 y en las promesas de más programas de ese tipo para el próximo mandato. En los últimos cuatro años, el Gobierno lanzó un generoso programa de ayudas por hijos. Todas las familias tienen derecho a recibir 500 zlotys (120 euros) al mes por cada hijo, una cantidad que supone una diferencia material considerable para muchas familias, especialmente para las que viven fuera de las grandes ciudades. Asimismo, introdujo una 13ª paga en la pensión y ha prometido introducir la 14ª el próximo año. Los menores de 26 años que tienen trabajo no pagan impuestos. Y, por último, en contra de la tendencia mundial y pese a la propia crisis demográfica polaca, se ha rebajado la edad de jubilación de 67 años —impuesta por el gobierno anterior— a 65 para los hombres y 63 para las mujeres.

No cabe duda de que, después de 30 años de dolorosa transición a la economía de mercado, los polacos están cansados de apretarse el cinturón y quieren un Gobierno que los mantenga y cuide de ellos. El partido Ley y Justicia ha cumplido sus promesas sociales y ha aumentado sustancialmente el gasto social. A muchos polacos no les gustan las derivas autoritarias de su política, en particular el ataque al estado de derecho y a la libertad de expresión, como tampoco las disputas constantes con la Unión Europea. Sin embargo, los últimos cuatro años han demostrado que los principios, aunque son importantes para una gran parte del electorado, para muchos votantes pueden ser menos esenciales que el bienestar personal.

Aun así, los resultados del domingo 13 de octubre fueron agridulces para el PiS. Al partido le ha beneficiado la expansión de la economía, propiciada por el fuerte crecimiento de la eurozona. Ahora que esta crece más despacio y es probable que Alemania (el mayor mercado para las exportaciones de Polonia, con gran diferencia) entre en recesión, parece que habrá menos dinero para gastos sociales, lo que, sin duda, afectará a la popularidad del Gobierno. Además, en el nuevo Parlamento, el partido estará flanqueado a izquierda y derecha. La izquierda que vuelve a tener escaños después de cuatro años de ausencia es una izquierda reformada y con varios dirigentes carismáticos. Aunque tiene menos peso que la Coalición Cívica, también promueve el gasto social, algo que claramente apela al electorado polaco. En el pasado, el PiS logró atraer a los votantes nacionalistas de derechas, coqueteando con el euroescepticismo y aprovechando el fuerte sentimiento antialemán que sigue existiendo en el país. Sin embargo, la presencia de la extrema derecha en el Parlamento, aunque sea pequeña, significa que no va a poder seguir monopolizando ese relato.

Y ahora se ha sumado una limitación estructural. Con el dominio de la oposición en el Senado, el gobierno del PiS no podrá obligar a aceptar leyes de emergencia, que fueron su rasgo distintivo durante el pasado mandato. El Senado no puede impedir que se aprueben leyes pero sí ocasionar enormes retrasos. El PiS obtuvo la mayoría de los escaños en la cámara baja gracias a la ley electoral polaca, pero en total recibió ocho millones de votos, frente a 10 millones para los partidos de la oposición. Polonia celebrará elecciones presidenciales en la primavera de 2020. Si los partidos de la oposición consiguen ponerse de acuerdo y designar un candidato conjunto, existe la posibilidad de que logren alcanzar la presidencia.

 

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.