Un cliente paga pan en una panadería en Buenos Aires, Argentina. (Tomas Cuesta/Getty Images)

La recomposición social, económica y política en el continente latinoamericano continuará siendo prioritaria en un contexto de crecimiento ralentizado a lo largo del nuevo año.

Este año 2022 ha dejado consigo importantes acontecimientos para la región, tal y como veremos a continuación. En primer lugar, el continente latinoamericano, en su conjunto, de acuerdo con la CEPAL, ha crecido por encima del 3% en su PIB, lo que si bien confirma un ciclo de muy lenta recuperación –en 2021 la tasa de crecimiento fue de casi el doble–, ni mucho menos representa una vuelta a la normalidad con respecto a antes de la pandemia. 

Todo indica que el crecimiento neto de la región seguirá desacelerándose, en niveles inferiores al 1,5% para 2023. Además, el reporte anual de la misma CEPAL, el conocido como Panorama social de América Latina y el Caribe, publicado en noviembre 2022, alerta de una tasa de pobreza del 32,1%, la cual afecta a 201 millones de personas, de las cuales 82 millones se encuentran en condiciones de pobreza severa. Expresado de otro modo, entre 2021 y 2022 se ha podido corregir levemente los niveles de pobreza relativa, agudizándose, por el contrario, los de pobreza extrema. Tanto es así que, en relación con la realidad previa a la pandemia, hoy tenemos 15 millones más de pobres de los cuales 12 millones lo hacen en niveles especialmente acuciantes. Contener estos avances en términos de vulnerabilidad y mayor afectación a los sectores más desprotegidos, como jóvenes, mujeres o minorías étnicas, ha de ser una prioridad en la agenda gubernamental de la mayoría de los gobiernos progresistas que hoy concentra Latinoamérica.

Aun cuando igualmente, de forma muy tímida, en el último año ha mejorado el coeficiente de Gini, con un valor de 0,458, América Latina, por mucho, se trata de la región más desigual del mundo. No ayuda el escenario de incertidumbre generalizada, a lo que se suma una notable erosión del desempleo (que pasó del 9,5% en 2019 al 11,6% en 2022), una inflación todavía muy elevada –que según el Fondo Monetario Internacional, en 2023 pasará de un 12,1% a un 8,7%– y una dimensión laboral y fiscal que, en la mayor parte de los Estados, está fuertemente azotada por la informalidad, la regresividad y la debilidad institucional. 

En lo que respecta al plano de las inversiones económicas para el continente, estas no presentan un escenario en 2023 que pueda ser considerado más favorable. La subida generalizada de los tipos de interés y el ambiente de inseguridad para los inversores hace que, para la propia CEPAL, tenga lugar un clima de contención en lo que respecta a las inversiones extranjeras directas. De hecho, una eventual recesión de la economía global en 2023 se acompañaría de muy malas consecuencias para un mercado como el latinoamericano, profundamente reprimarizado, y que experimentaría una bajada de sus precios, apenas compensada por la inelasticidad de la ...