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El líder de Podemos, Pablo Iglesias, en una conferencia de prensa en Madrid, mayo de 2014. Gerard Julien/AFP/Getty Images
Precisamente porque tienen muy pocas cosas parecidas y se encuentran en polos opuestos del espectro político, resulta curioso e intrigante que puedan compartir seis rasgos esenciales.
El tsunami progresista que ha dado a luz al partido político Podemos y el movimiento conservador que ha vivido su última reencarnación en el Tea Party se beneficiaron de un líder militante y minoritario que convirtió una determinada conciencia social en maquinaria política, supieron transformar en éxito histórico y punto de inflexión unas elecciones que nunca ganaron, se vieron impulsados por una impresionante red de jóvenes indignados con lo que percibían como el pensamiento único y bipartidista, emplearon las bases de datos, las redes y el crowdfunding para vertebrar sus movimientos, impusieron cambios y giros claves en la política y la estructura de otros partidos y, por último, corren el mismo peligro de que la fortaleza de sus convicciones degenere en una sensación de superioridad moral que les impida pactar acuerdos de mínimos...
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