Manifestantes colocan piedras en la calle durante una protesta contra

El último día del año, la República Democrática del Congo recibió una buena noticia poco antes de la medianoche, cuando los obispos católicos anunciaron que se había alcanzado un acuerdo para resolver la crisis política del país. El presidente, Joseph Kabila, no ha firmado aún el pacto, que le exige retirarse después de que se celebren unas elecciones, antes de que termine este año. A pesar de la enorme desconfianza que existe entre las partes, el acuerdo negociado por la Iglesia Católica congoleña es la mejor oportunidad de avanzar. El reto, ahora, es prepararse para unos comicios y una transición pacífica a corto plazo, y la ayuda de la comunidad internacional es esencial para ello.

El empeño de Kabila en aferrarse al poder después de haber terminado su segundo mandato, en contra de la Constitución congoleña, se encontró con una gran oposición y con agitadas manifestaciones callejeras durante todo el año 2016, y parece que la violencia generalizada va a continuar. La corrupción endémica del Congo y la política de no hacer concesiones a los vencidos significan que la gente de Kabila tiene mucho que perder, así que es posible que no se vayan así como así. Las potencias africanas y occidentales deben coordinar sus esfuerzos para sacar al país de la situación en la que está y evitar más inestabilidad en la región. MONUSCO, la mayor misión de paz de la ONU, no tiene capacidad para hacer frente a estos problemas y sería más eficiente si redujera su mandato, dejara la consolidación de instituciones y se limitara a los buenos oficios y la vigilancia del respeto a los derechos humanos.

El pasado mes de septiembre murieron al menos 53 personas, en su mayoría a manos de las fuerzas de seguridad, cuando las manifestaciones contra la posibilidad de que Kabila prolongara su presidencia se volvieron violentas. Coincidiendo con el final de su mandato, los días 19 y 20 de diciembre, los choques entre las fuerzas de seguridad y los manifestantes en varias ciudades causaron, al parecer, la muerte de 40 personas. La violencia va a continuar, con toda probabilidad, si vuelven a aplazarse las elecciones. La principal coalición opositora, Rassemblement (la Agrupación Congoleña para la Democracia), estará dispuesta a utilizar el poder de la calle para intentar expulsar a Kabila. La tensión política en Kinshasa también está contribuyendo a aumentar la violencia en determinadas zonas del país, incluida la parte oriental, asolada por la guerra.

 

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia