Después de tres años de guerra civil, el país más joven del mundo sigue castigado por múltiples conflictos. Las quejas por la actuación del Gobierno central y la espiral de violencia étnica estimulan unos combates que han desplazado a 1,8 millones de personas dentro del país y han obligado a 1,2 millones a salir de él. Existe cada vez más preocupación internacional por las informaciones sobre las atrocidades masivas y la falta de avances en la aplicación del acuerdo de paz de 2015. En diciembre, el presidente Salva Kiir llamó a reanudar el alto el fuego y el diálogo nacional para promover la paz y la reconciliación. El éxito o el fracaso de estos esfuerzos dependerá de que el Gobierno de transición esté dispuesto a negociar en pie de igualdad con cada grupo armado y dialogue con las comunidades descontentas desde la base.

El acuerdo, respaldado por la comunidad internacional, se rompió en julio de 2016 cuando estallaron combates entre las fuerzas gubernamentales y los antiguos rebeldes en Juba. El líder de la oposición y antiguo vicepresidente, Riek Machar, que acababa de volver a Juba en virtud del acuerdo, huyó del país. Desde entonces, Kiir se ha hecho fuerte en la capital y la región en general, lo cual ofrece la oportunidad de impulsar negociaciones con la oposición armada, incluidos grupos que en la actualidad están fuera del Gobierno de transición.

En Juba, la seguridad ha mejorado en los últimos meses, aunque en otros lugares continúan las luchas y la violencia étnica. Los esfuerzos diplomáticos internacionales están centrados en el despliegue de 4.000 soldados para proteger la región, una fuerza que no serviría para apagar un brote serio de violencia y que desvía la atención del compromiso político fundamental necesario para consolidar la paz. La misión de paz de la ONU en Sudán del Sur, UNMISS, necesita reformas urgentes, como quedó claro cuando no pudo proteger a la población civil durante los estallidos de violencia del pasado mes de julio en Juba. Existe un atisbo de esperanza en medio de la tragedia: el frágil acercamiento iniciado entre Sudán del Sur, Uganda y Sudán, que tal vez, un día, pueda garantizar una mayor estabilidad.

 

Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia