A pesar de su traumática historia, los iraquíes están encontrando soluciones individuales y cívicas a los fracasos políticos de su país. Estas fotografías de Julie David de Lossy, tomadas en octubre y noviembre de 2018, retratan a un pueblo cuyos espacios públicos —las calles, los cafés y los mercados— muestran las cicatrices de los golpes sufridos. Pero también transmiten el empeño de los iraquíes en superarlas y capturan diversos instantes de su búsqueda de la normalidad contra viento y marea.

Irak ha soportado décadas de sanciones, una guerra, una invasión, el cambio de régimen y un Gobierno disfuncional. Empezaron con la dictadura de Sadam Hussein, los devastadores ocho años de guerra con Irán en los ochenta y las dañinas sanciones de la ONU en los noventa. Después llegaron los traumas de la invasión encabezada por Estados Unidos en 2003 y sus caóticas consecuencias, que llevaron a los insurgentes del Estado Islámico hasta las afueras de Bagdad en 2014.

Mientras se forman y se desploman los gobiernos tras los muros acorazados de la Zona Verde de la capital, la vida en el resto de la ciudad se ha vuelto resistente a las perturbaciones de la política. Los iraquíes están encontrando soluciones individuales y cívicas a unos problemas colectivos de los que no se están ocupando ni los políticos ni el Estado.