
Cómo hemos acabado con la unidad de la Red.
El Internet que conocemos es el resultado de una combinación de tecnología y geopolítica. En contra de lo que dice la leyenda urbana, Internet se concibió como una forma de mantener el control militar durante una guerra nuclear. Es cierto que las Fuerzas Armadas estadounidenses encargaron al grupo Rand Corporation que estudiara la posibilidad ya a principios de los 60. Uno de sus investigadores, Paul Baran, diseñó una red de comunicaciones con un enorme grado de redundancia. Pero la empresa de telecomunicaciones AT&T rechazó el proyecto porque era demasiado caro. La única idea de Baran que sobrevivió cuando Internet se hizo realidad fue la de dividir los mensajes en diferentes paquetes de datos que viajan por rutas separadas para reagruparse al llegar a su destino. El Internet que conocemos se desarrolló como medio de comunicación entre los académicos e investigadores que trabajaban con el Pentágono en los 80. Por consiguiente, todos los aspectos del diseño de Internet y los protocolos que rigen su funcionamiento los decidieron esos académicos e investigadores antes de presentar la Red al resto del mundo. Esa labor tuvo como consecuencias, entre otras, la creación de la ICANN y la decisión de dar más importancia a que un mensaje llegara a su destino que a verificar su origen. El motivo era que los investigadores y académicos que utilizaban el primer Internet se conocían unos a otros y no estaban preocupados por el origen de los mensajes, sino solo por asegurarse de que llegaban a la persona adecuada. Si hoy tuviéramos que rediseñarse, con la preocupación por la seguridad informática, daríamos prioridad a verificar el origen de los mensajes. Pero esta característica ya está demasiado integrada en su estructura.
Uno de los problemas de los primeros pasos de Internet era garantizar que las direcciones de los usuarios fueran únicas. Si había direcciones duplicadas, los mensajes podían llegar a la persona equivocada. Se necesitaba un directorio de éstas para garantizar que ocurriera, todavía más a medida que aumentaba el número de usuarios. Un ingeniero estadounidense especialista en Internet se ofreció voluntario para la labor. Pero el gobierno tuvo miedo de que eso diera a una sola persona demasiado poder sobre la Red que estaba naciendo y prefirió que la asumiera el Departamento de Comercio, que a su vez la delegó en una empresa californiana sin ánimo de lucro: la Corporación de Internet para la Asignación de Nombres y Números (ICANN). En 2015, con el estatus global de Internet, el Departamento de Comercio de Estados Unidos renunció a su responsabilidad sobre la ICANN, que se convirtió en una compañía independiente, sujeta a las leyes del estado de California. En la medida en que la Red es hoy un bien público mundial, es inevitable que muchos gobiernos hayan puesto en tela de juicio que una función tan esencial para su gobernanza la desempeñe una empresa del sector privado en la que los gobiernos ...
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