
Cómo el comercio de recursos entre países funciona aún siguiendo la ley de la jungla.

Blood Oil: Tyrants, Violence and the Rules that Run the World
Leif Wenar
Oxford University Press, 2015
Tanto si estás mirando la pantalla de tu ordenador o cualquier otro dispositivo digital, como si escuchas música a través de unos auriculares de plástico, estos y otros aparatos que constituyen la base de la vida moderna están fabricados a partir de materiales que llegan desde todas las esquinas del planeta. El petróleo, por supuesto, ha tenido un papel clave en nuestro actual modo de vida y en muchos de los conflictos que han asolado el mundo. Y gran parte de la mercancía nos la venden tiranías sangrientas.
Pero a la mayoría de nosotros no nos perturba esta realidad, de hecho ni siquiera la conocemos. ¿Cuántas familias en Estados Unidos son conscientes de que casi el 10% de lo que un hogar estadounidense medio gasta en combustible va directamente a las arcas de estos regímenes? El libro de Leif Wenar es oportuno y provocador. Va más allá de los titulares en busca de la regla global oculta que hace que consumidores normales acaben teniendo relación de negocios con gente que tiene las manos manchadas de sangre. Y al hacerlo, desvela una antigua ley que una vez dio carta blanca al tráfico de esclavos, el apartheid y el genocidio. La abolición de la esclavitud y la del apartheid figuran entre los mayores triunfos de la humanidad y, no obstante, el comercio en recursos naturales por valor de miles de billones de dólares continúa enriqueciendo a tiranos, señores de la guerra y terroristas.
El autor sigue el razonamiento de Karl Marx en su afirmación de que la rutina diaria de la vida económica hacía difícil que la gente pudiera vivir de acuerdo a sus ideales políticos. Su obra es un libro de grandes ideas, que evita la jerga y es, en su mayor parte, un placer leer. Pero su fuerte inclinación hacia la filosofía a veces se impone a la claridad y el lector se siente machacado por los argumentos filosóficos, especialmente en los últimos capítulos. Sin embargo, tiene toda la razón cuando afirma que, por muchas normas internacionales e instituciones multilaterales que tengamos, el comercio entre naciones todavía funciona siguiendo la ley de la jungla.
Este libro desde luego hará que pienses de forma diferente en todo lo que compras, desde teléfonos móviles a juguetes para niños, y te hará ser dolorosamente consciente de lo cómplices que somos de las severas dictaduras que producen las materias primas con las que se fabrican todos esos productos de uso diario. Consideremos el caso de tres hombres gais condenados a muerte en Irán por homosexualidad. Si huyen a Europa o Estados Unidos, los tribunales se negarían a hacer cumplir la ley iraní porque para nuestra manera de pensar ésta es injusta. Los europeos y los estadunidenses encontrarían inaceptable que sus tribunales ...
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