Refugiados ucranianos en un andén de la estación de ferrocarril de Laatzen tras su llegada. (Michael Matthey/picture alliance/Getty Images)

La respuesta de Europa a la migración ucraniana ha demostrado las ventajas de adoptar un enfoque humanitario en el trato a los refugiados, que debe sentar el precedente para implantar una política migratoria europea más compasiva.

Ante la invasión rusa de Ucrania, Europa reaccionó con rapidez, de forma unida y a gran escala. La Unión Europea y los Estados miembros han mostrado su unidad a la hora de actuar frente a la agresión de Rusia y sus consecuencias. Una de esas consecuencias fue la llegada de refugiados ucranianos a Europa. Diez días después de la invasión, la UE aprobó por unanimidad una ley para conceder protección temporal a los ucranianos que huían del país y activó la Directiva de Protección Temporal por primera vez desde que se promulgó en 2001. Para inscribirse en el régimen de protección, los solicitantes de asilo ucranianos solo tienen que exhibir un documento de identidad o pasaporte.

Esta reacción contrasta con la que tiene la UE ante las migraciones procedentes de otros lugares, que están volviendo a aumentar. En los siete primeros meses de 2023, más de 119.000 refugiados llegaron por mar a Italia, Grecia, España, Chipre y Malta. De ellos, alrededor de 38.750 zarparon de Túnez, donde el puerto de Sfax se ha convertido en el principal punto de partida para los migrantes procedentes del África Subsahariana. En un intento de regular la llegada de estas personas, Bruselas anunció en junio un nuevo pacto “histórico” sobre migraciones y asilo. El proyecto de acuerdo plantea unos procedimientos más estrictos en las fronteras exteriores de la Unión, en las que los funcionarios harán un control previo de los inmigrantes para determinar si tienen derecho a entrar en la UE o si hay que trasladarlos o devolverlos. También permite que los inmigrantes permanezcan retenidos hasta seis meses. Los Estados miembros no llegaron a un acuerdo sobre el pacto para presentarlo en julio al Parlamento Europeo porque discreparon sobre cómo afrontar las situaciones de crisis que provocan un aumento de la inmigración. Las conversaciones se reanudarán a mediados de septiembre.

La respuesta de la UE y de los Estados miembros a la llegada de refugiados ucranianos contiene unas lecciones importantes para los responsables políticos europeos y muestra los beneficios que tiene adoptar un enfoque humanitario del asilo tanto para los refugiados como para los países de acogida. Unas lecciones que conviene tener presentes a la hora de replantearse la estrategia de la UE sobre la migración.

1. Europa puede acoger a grandes cantidades de refugiados

En menos de año y medio han llegado a Europa aproximadamente seis millones de ucranianos. Muchos países europeos se apresuraron a acogerlos. Polonia, por ejemplo, había empezado a prepararse para que llegaran muchos refugiados poco antes de la invasión, por la tensión en la frontera ucraniano-rusa y a las maniobras militares que Rusia había llevado a cabo. Hasta marzo de 2023, Polonia había concedido protección temporal a más de 1,5 millones de ucranianos. Después de Polonia, Alemania, Italia y España son los países que más ucranianos han acogido. Alemania ha dado protección temporal a más de 960.000, mientras que Italia y España han acogido aproximadamente a 186.500 y 186.000, respectivamente. En marzo de 2022, la comisaria europea de Interior, Ylva Johansson, declaró que la Comisión Europea “daría a los Estados miembros más capacidad para gestionar esta crisis de forma ordenada y eficaz”, concedería “derechos de residencia, acceso al mercado laboral y vivienda a las personas necesitadas” y garantizaría que “quienes huyen de la guerra en Ucrania puedan entrar rápidamente en la UE, sin tener que cumplir formalidades interminables en las fronteras”. La respuesta de la Unión y los Estados miembros ha demostrado que los países europeos son capaces de movilizarse a toda velocidad para acoger a grandes cantidades de refugiados cuando lo consideran necesario.

Lodewijk Frans Asscher (izquierda), consejero especial de la UE, Ylva Johansson (centro), comisaria europea de Interior, y Nicolas Schmit (derecha), comisario europeo de Empleo y Derechos Sociales, hablando con los medios de comunicación en Berlaymont, sede de la Comisión Europea, en Bruselas, junio de 2023. (Thierry Monasse/Getty Images)

2. Autorizar a los refugiados a trabajar beneficia al país de acogida

El programa de protección temporal de la UE permite trabajar a los refugiados ucranianos. Justo un año después de la invasión, alrededor del 40% de los refugiados ucranianos en Europa ya trabajaban por cuenta propia o ajena. Esto no solo les ayuda a integrarse en su nueva comunidad, sino que también beneficia al país de acogida. La pandemia de Covid-19 puso de relieve la importancia de los trabajadores inmigrantes en sectores fundamentales de toda Europa. Según la Comisión Europea, el 13% de los trabajadores esenciales de la UE en 2020 eran inmigrantes. La Unión ha dejado claro que los inmigrantes desempeñan funciones vitales que mantuvieron en funcionamiento las economías europeas durante la pandemia. No es un fenómeno nuevo: en los últimos diez años, los inmigrantes han representado el 70% del aumento de la mano de obra europea y han pagado más en impuestos y cotizaciones sociales de lo que han recibido en prestaciones. Además, Europa tiene puestos de trabajo disponibles. En octubre de 2022, la Comisión Europea puso en marcha una nueva herramienta de búsqueda de empleo por Internet, la iniciativa piloto Reserva de Talentos de la UE, para ayudar a los que huyen de la agresión rusa a conseguir empleo en la Unión, que empezó ofreciendo más de tres millones de puestos.

3. La participación de diversos sectores alivia la presión que sufre la comunidad de acogida 

En diciembre de 2020, la UE publicó un nuevo plan de acción para la integración y la inclusión en el que se señalaban cuatro elementos esenciales que contribuyen a la integración: educación, salud, empleo y vivienda. Sin embargo, el documento no tiene objetivos ni recomendaciones concretas para los Estados miembros, que son los responsables de esa integración. La campaña llevada a cabo por los países europeos para integrar a los refugiados ucranianos ha demostrado que la cooperación intersectorial y la gobernanza participativa facilitan de manera eficaz la prestación de estos servicios. La UE ha trabajado directamente con los gobiernos nacionales y las organizaciones humanitarias para que pudieran proporcionar educación y otros servicios de integración a los refugiados. Por ejemplo, en junio de 2022, el Banco Europeo de Inversiones aprobó dentro de su paquete de solidaridad un préstamo de 2.000 millones de euros al Fondo de Ayuda nacional de Polonia, que ha proporcionado suministros para centros de acogida, atención médica, prestaciones de asistencia social y educación infantil y escolar a los refugiados ucranianos. Las organizaciones internacionales han complementado estos esfuerzos. Por ejemplo, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos ha ofrecido cursos de idiomas por Internet y otros materiales educativos en línea a los refugiados ucranianos.

Ante la llegada de los refugiados ucranianos, la UE ha tenido una reacción cálida, correcta y compasiva. Ha demostrado que una actitud humanitaria no solo es posible sino que puede aportar beneficios a la comunidad de acogida, sobre todo cuando las instituciones europeas, los gobiernos nacionales, las organizaciones internacionales y la sociedad civil trabajan en colaboración. Este debería ser el punto de partida desde el que la Unión Europea elabore una estrategia más humanitaria para abordar la inmigración.

La versión original de este artículo se publicó con anterioridad en ECFR. Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.

Esta obra ha recibido una ayuda a la edición del Ministerio de Cultura