Ciudadanos de Omán esperan para dar la bienvenida a la reina Isabel II. John Stillwell - WPA Pool/Getty Images)
Ciudadanos de Omán esperan para dar la bienvenida a la reina Isabel II. John Stillwell – WPA Pool/Getty Images)

Los debates en torno al Brexit no se limitan a Europa. En Oriente Medio, tanto la opinión pública como los políticos, tienen mucho que decir.

Tras décadas de dictaduras y la experiencia de las revoluciones, no es de extrañar que lo que más llame la atención del Brexit a la opinión pública de Oriente Medio no sean tanto las implicaciones políticas para el viejo continente, ni tan siquiera para sus propios países, sino la disposición de los líderes británicos a plegarse a los deseos de su ciudadanía. Acostumbrados a ser engañados con referéndums en los que el régimen de turno logra el triunfo con resultados que, sospechosamente, rozan el 100% de aprobación a sus políticas, les parece que el Brexit es un triunfo de la democracia.

Faisal al Kassim, comentarista de la cadena de televisión Al Jazeera, lo resumía perfectamente: “En Gran Bretaña, cuando la gente dijo ‘No’, [el entonces primer ministro] Cameron [anunció] su marcha inmediatamente. En Siria, cuando la gente dijo ‘No’, fue la población la que se marchó y Al Assad quien se quedó”.

Sin embargo, también consideran el Brexit una venganza de la historia. En palabras de un bloguero saudí, “los  británicos, que dividieron hace 100 años los países árabes en partes incompatibles, pronto probarán el sabor amargo de la división y la ruptura”.

 

¿Qué hay de lo mío? Cómo afecta el Brexit a cada actor

A nivel político, algunos, como Recep Tayyip Erdogan, se mostraron poco diplomáticos. El presidente turco recordó, en sus primeras declaraciones tras conocer el resultado del referéndum, cómo Cameron había intentado ganarse a los británicos, muy preocupados por la emigración, aduciendo que Turquía no sería miembro de la Unión Europea hasta el año 3.000. “¡Mira lo que ha pasado! Tú [Cameron] no has durado ni tres días”, espetaba Erdogan. Pocas semanas después, sería él mismo el que estaría a punto de perder el poder en el golpe de Estado fallido, protagonizado por una facción de su Ejército.

Sin embargo, la mayoría de los mandatarios de la región han mostrado su deseo de continuar manteniendo una relación estrecha con Londres. Omán incluso fue más lejos cuando su ministro de Asuntos Exteriores calificó la decisión británica de “valiente e histórica”.

Pero, ¿cómo afectará realmente el Brexit a Oriente Medio? ¿Habrá cambios profundos a nivel de relaciones económicas y políticas con Gran Bretaña y la Unión Europea? ¿Cómo afectará a cada actor regional? Vayamos por partes y veamos los diferentes casos uno por uno.

Las implicaciones para los países miembros del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) son las más inmediatas. La caída del valor de la libra esterlina les influye especialmente debido a los importantes lazos económicos y financieros que les unen a Londres. Los efectos son tanto positivos como negativos. Por un lado, países con fuertes inversiones en Gran Bretaña, como Catar, han visto disminuir el valor de éstas pero, por otro lado, el momento actual representa una buena oportunidad para nuevas adquisiciones.

Los regímenes del Golfo ven con buenos ojos la nueva independencia británica respecto a las políticas de la UE, que, en el pasado, han dado al traste con acuerdos entre ambos bloques. Por ejemplo, han impedido la firma de un amplio tratado de libre comercio entre los dos organismos. La nueva situación permitiría estrechar los lazos con Londres a través de un acuerdo bilateral sin las restricciones europeas.

Si a nivel económico los países del CCG son los que se ven más influidos por el nuevo estatus, los actores del conflicto palestino-israelí son los que, en el campo político, puede que experimenten las mayores repercusiones. Ya lo auguraba así Cameron, en su campaña a favor de la permanencia, cuando alertaba a la comunidad judía de que el Brexit conllevaría la salida de Europa del más firme aliado de Israel, en un momento en que toman fuerza y legitimidad iniciativas como la que aboga por el Boicot, las Desinversiones y las Sanciones (BDS) contra el país mediterráneo.

A pesar de las palabras del ex premier británico, hay quien opina en Israel que la salida de la UE beneficia al Gobierno hebreo, pues el organismo, aducen, perderá peso político en el proceso de paz. Sin embargo, olvidan que la UE es el principal socio comercial de los israelíes y que puede utilizar este factor para influir en cualquier acuerdo, si se le ignora. Que no lo haya, inexplicablemente, utilizado nunca, no supone que no lo haga en el futuro.

El punto de vista palestino, favorable al Brexit, lo expresaba recientemente el famoso periodista Abdel Bari Atwan cuando señalaba que “en sus 43 años como país miembro de la UE, Gran Bretaña siempre ha pisado el freno europeo ante cualquier intención de criticar a Israel o sus políticas”.

La importancia de la salida de Europa de los británicos en el devenir de Siria e Irak no tiene una lectura clara a corto plazo. La no presencia de Gran Bretaña en las instituciones del viejo continente puede llevar a pensar en una disminución de la influencia de de EE UU, grandes aliados de Londres, en la toma de decisiones. Pero no debemos olvidar que los lazos existentes entre europeos, británicos y estadounidenses, a nivel de seguridad y defensa, siguen vigentes y en plena forma en el marco de la OTAN, organismo mucho más activo en esta materia que la UE.

¿Pero cómo ha interpretado el Estado Islámico el Brexit? Para el grupo, la salida de Gran Bretaña de las instituciones del continente, supone una alegría ya que ésta representa “una amenaza a la unidad de los cruzados europeos”,  según señala en su periódico propagandístico Al Naba, pero también, probablemente, por la potencial descoordinación con Europa en seguridad que, algunos pronostican, facilitarían sus actividades en suelo europeo.

A pesar del optimismo general que inunda la región tras el Brexit, cabe destacar el caso de Irán. Aunque el presidente iraní, Hasán Rohaní, no se ha pronunciado directamente, su entorno sí. De hecho fueron los primeros en mostrar su entusiasmo por la incertidumbre que supone la nueva situación tanto para los británicos como para los miembros de la UE. Desde la oposición de Londres, en la década de los 50, a la nacionalización del petróleo y su apoyo al golpe de Estado contra el primer ministro Mohammed Mossadegh, los persas no les tienen especial simpatía. La Revolución Islámica de 1979 no hizo más que empeorar la relación. A pesar de que la desconfianza hacia el resto del continente también existe, el Brexit se entiende que podría hacer mejorar las relaciones con la Unión Europea y disminuir la influencia de Estados Unidos, históricamente el otro gran enemigo de los ayatolás. Washington, por ejemplo, influyó para que Europa estableciera sanciones contra Teherán.

En Turquía el debate giró, en un primer momento, en torno a si la salida de Gran Bretaña beneficiaría su eterna candidatura a entrar en la UE o, si por el contrario, la haría más difícil. El ministro de Asuntos Europeos, Omer Celik, llegó a sugerir que su país podría ocupar ahora el espacio dejado por los británicos en las instituciones comunitarias. Algo difícil de creer teniendo en cuenta que, irónicamente, tanto Francia como Alemania siempre han mostrado mayores reticencias a su entrada que los británicos. A esto se une, también, los conflictos ya existentes con Grecia, sobre Chipre, y con los kurdos, sobre sus aspiraciones nacionalistas, además del problema de las derivas autoritarias de Erdogan.

El golpe de Estado del pasado 15 de julio no hizo más que alejar aún más las opciones de Turquía, con el aumento de la inestabilidad y la campaña de represión del presidente turco. Se evidenció, en contra de lo que los políticos pro Brexit señalaban, que la entrada de Turquía y sus 76 millones de habitantes en la UE no es, ni de lejos, eminente. A lo mejor no será en el año 3.000, como auguraba Cameron, pero difícilmente en los próximos años.

El parlamentario laborista británico contrario al Brexit, Christ Bryant, ha levantado la polémica al declarar que las mentiras contra Turquía, utilizadas por los partidarios de la salida de la UE, colaboraron en la desestabilización del país y en el consiguiente golpe de Estado.

Respecto a los países del Magreb, al no ser ésta una región prioritaria para Londres, la política en la zona quedará fundamentalmente relegada. Sin embargo, si los británicos optan por mantenerse al margen de la colaboración en materia de control y gestión de refugiados, sería un gran error, por mucho que despierte el rechazo entre su opinión pública. Como ya han dicho incluso los políticos defensores del Brexit, pensar que el país puede mantenerse al margen del problema, no es realista.

Cabe destacar, por último, el caso de Egipto, que disfruta de unas estrechas relaciones tanto comerciales como políticas con Londres. Aunque se respira cierta inseguridad por la posible caída del turismo británico, que ya ha sufrido recientemente otro revés al suspender British Airways sus vuelos a Sharm el Sheikh, se espera una mejora en las relaciones comerciales con Reino Unido. Sin embargo, El Cairo vigila muy de cerca las decisiones que pueda tomar la UE tras la salida del considerado como más liberal de sus miembros.

En resumen, la salida del Reino Unido de la UE es percibida en Oriente Medio, en general, de manera más positiva que en Europa, tanto en términos políticos como económicos. Se aprecian más oportunidades comerciales, mientras que se cree que la influencia anglosajona en la región, tan demonizada, disminuirá considerablemente.