¿Cuáles son los principales riesgos del uso de la biotecnología fuera de los laboratorios? ¿Están los Estados preparados para afrontar este tipo de desafío?
El término bioterrorismo ha ampliado su significado desde que los investigadores científicos, en la última década, disponen de herramientas cada vez más sofisticadas y accesibles para la manipulación del genoma de los microorganismos, tanto de los denominados como agentes biológicos como los que potencialmente pueden constituirse como tales.
Con la globalización como denominador común para el crecimiento de todas las tecnologías, una de ellas, la biotecnología, como conjunto de aplicaciones tecnológicas que utilizan sistemas biológicos y organismos vivos para la creación o modificación de productos específicos, es, con toda seguridad, la que está haciéndolo de una forma exponencial, y es previsible que continúe siendo así en los próximos años.
Es por tanto necesario desde hace tiempo considerar un nuevo enfoque al hablar de bioterrorismo debido a la aparición de nuevos componentes del mismo que, en malas manos, son verdaderos retos a la seguridad. Debemos orientar y ampliar nuestros conocimientos hacia conceptos, entre otros, como la impresión 3D, la biología sintética, los gene-drives, la edición genética y algunas de sus herramientas más poderosas como CRISPR-Cas9 y Prime Editing, y también ahondar en el entendimiento de determinados movimientos sociales como el DIY-Bio y, particularmente, alguna de sus variantes como grinders y biohackers.
Edición genética: herramientas y doble uso

Gracias a esta técnica, descubierta en los 70, los investigadores disponen de la capacidad de modificar, en el laboratorio, el genoma de un organismo vivo. Esto permite desde combatir enfermedades de origen genético o producir proteínas humanas esenciales a partir de animales, hasta disponer de cultivos agrícolas con un mayor rendimiento y resistencia a plagas y adversidades climatológicas o incluso la eliminación de virus de animales cuyos órganos pueden ser utilizados en xenotrasplantes. Todas estas aplicaciones están realizándose hoy de manera rutinaria y sus resultados son cada vez más esperanzadores.
Por otro lado, en su variante más siniestra, la edición genética también puede utilizarse para la modificación de agentes biológicos tradicionales, confiriéndoles un poder letal muy superior a la versión original que encontramos en la naturaleza, o para la creación de nuevos agentes biológicos a partir de microorganismos que a priori no están clasificados como tales pero que, por sus características, son susceptibles de serlo, como por ejemplo, por su elevada capacidad de infección o los largos tiempos de incubación necesarios hasta que se manifiesta la enfermedad.
Estamos, por tanto, ante una tecnología de doble uso que requiere de especial atención y seguimiento, ya que cuenta con herramientas cada vez más potentes, más baratas y más accesibles para modificar cualquier parte del genoma de cualquier virus, bacteria, protozoo, vegetal, animal o ser humano con todo lo que esto conlleva. Una de estas herramientas es el sistema CRISPR-Cas9 (CRISPR fue un descubrimiento español que data de 1993, de manos ...
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