Este Estado africano, que ha vivido un maratón electoral en 2016 con legislativas, municipales y presidenciales en apenas medio año, se ha convertido en un caso de estudio de desarrollo a escala global.

Cabo Verde, diminuto archipiélago de 10 islas volcánicas aisladas en medio del Atlántico, no ha sido bendecido por la naturaleza con abundantes recursos. De clima saheliano, recibe apenas precipitaciones y sólo el 21% de su terreno es apto para la agricultura. Son legendarias las hambrunas que asolaron la entonces colonia portuguesa, como aquella entre 1947 y 1948 en la que murieron uno de cada seis caboverdianos.
Este país es hoy un Estado de desarrollo humano medio, el sexto mejor posicionado de África Subsahariana según el PNUD y, desde 2008, el Banco Mundial lo clasifica como una nación de renta media. La educación básica y el acceso a la salud son universales. La esperanza de vida ha pasado de 57 a 71 años desde la independencia, mientras la mortalidad infantil en niños menores de cinco años se ha reducido de 164 por mil a 23,6. La población pobre se ha dividido por dos desde 1990, cuando representaba la mitad de los caboverdianos. Con todo, el archipiélago se ha convertido en alumno aventajado de entre los países en desarrollo, siendo uno de los pocos Estados que ha logrado satisfacer los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la ONU y está comprometido en la actualidad con los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible.
La apuesta por los intangibles
El archipiélago es una excepción en su región debido a su estabilidad; un país que nunca ha sufrido revueltas violentas de importancia, golpes de Estado o guerra.
La independencia de Portugal no se luchó en las islas sino en las planicies de Guinea Bisáu, aunque fueron caboverdianos quienes dirigieron el rebelde PAIGC (Partido Africano para la Independencia de Guinea y Cabo Verde) hasta la emancipación de ambos países en 1974 y 1975. Al frente del Cabo Verde independiente, el PAIGC supo aglutinar las ambiciones de los caboverdianos y mantener la estabilidad, imponiendo un régimen de partido único marxista-leninista sólo tímidamente contestado.
Las primeras elecciones multipartidistas de 1991, punto final del proceso de apertura económica y política de los 80 y 90, fueron vencidas, contra todo pronóstico, por la recién formada oposición del MpD (Movimiento para la Democracia). El traspaso de poder se realizó sin excesos por parte del ya entonces PAICV, inaugurando una dinámica de transición tranquila excepcional en el contexto regional.
La prueba de fuego para las instituciones democráticas caboverdianas vino en 2001 cuando, tras 10 años de impulso privatizador y liberalizador, el MpD devolvió sin traumas el poder al PAICV de José María Neves. Quince años después, en 2016, la solidez institucional caboverdiana se ha visto nuevamente reafirmada y el PAICV, perdedor de las elecciones legislativas de marzo, ha cedido el Ejecutivo al MpD del nuevo primer ministro, Ulisses ...
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