(Getty Images)

Desde que en 2014 el entonces presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, indicara que la UE estaba pasando por un momento de “fatiga europea” tras la última ampliación, el resto de candidaturas se quedaron paradas y entramos en un momento de parálisis de los procesos de adhesión. Sin embargo, esto parece que está cambiando con Ursula von der Leyen al mando del timón europeo. Lo hemos visto en la Cumbre de Granada, auspiciada bajo la presidencia española del Consejo, donde los líderes europeos han acordado empezar a prepararse para una futura ampliación. Los procesos de adhesión vuelven a la agenda europea. 

¿Por qué ahora? Si nos movemos en un espacio de tiempo breve, vemos que todo implosiona cuando tras la invasión de Ucrania, los Estados miembros ofrecen la ampliación a dicho país y a Moldavia. En ese momento, los líderes europeos sintieron la necesidad y la urgencia de anclar a estos dos Estados en el seno de la Unión Europea. Hacía falta establecer los límites de Occidente. Esto se hace, asegura Ruth Ferrero, investigadora en el Instituto de Estudios Internacionales de la Universidad Complutense: “como muestra de unión contra Rusia, pero transforma toda la aproximación meritocrática sobre la que se había sustentado la política de ampliación de la UE a una de seguridad”. Esta visión se extiende a los Balcanes occidentales, cuyos procesos habían quedado paralizados desde hace años, y ahora tras la invasión rusa, vuelven a adquirir una nueva importancia geopolítica, señala Miguel Roán, consultor y analista, director de Balcanismos. “Hay una cuestión fundamental para la UE y es que los Balcanes son una zona relevante a nivel de seguridad y estabilidad, si no existen unos Balcanes seguros hay una amenaza para la Unión”, prosigue Roan. 

Con esta ampliación, la UE pasaría de veintisiete miembros, a treinta y cinco. Son ocho los países candidatos. Pero afrontar una ampliación de estas características, y más con la entrada de un país como Ucrania, supone trabajar en una serie de reformas dirigidas a reestructurar la Unión. De lo contrario, sus instituciones, políticas y mecanismos de toma de decisión perderían eficacia. “Ucrania es el gran problema, ya que por sus dimensiones reventaría todo el proceso de equilibrio europeo”, asegura Ferrero.

¿Cuáles serían esas reformas principales? Los especialistas hablan principalmente de cuatro: habría que modificar el reparto de los escaños del Parlamento Europeo, trabajar en un nuevo sistema de votación, hacer una reforma presupuestaria y, no podemos olvidarnos, reformular y repensar la Política Agraria Común (PAC). El problema es que estas reformas levantan ampollas en algunos de los Estados miembros, que tienen mayor o menor reticencias a implementarlas, según qué intereses se vean afectados. Por ejemplo, si no se hiciera un nuevo reparto de escaños en el Parlamento Europeo, éste podría convertirse en un órgano poco manejable tal y como está articulado actualmente, ya que solo la entrada de Ucrania supondría 50 o 60 eurodiputados nuevos. Sin embargo, cambiar la representación de cada Estado miembro, no ...