El poder de Rusia va mucho más allá de sus tanques, aviones y misiles. El país es un gigante energético mundial y sabe muy bien cómo jugar esa carta en diversos terrenos. Está en los puestos más altos de productores y exportadores de gas y petróleo, hecho que propicia que el sector energético sea clave para su economía. Pero ser un líder en hidrocarburos también le otorga una gran capacidad de influencia entre los países que son sus clientes.