Marcha contra el cambio climático en el centro de Madrid, 2015. Gerard Julien/AFP/Getty Images

Un análisis de cómo ha evolucionado el tratamiento del cambio climático por parte del Gobierno español en los últimos años. ¿Existe un verdadero compromiso?

El 1 de diciembre se publicó la nueva Estrategia de Seguridad Nacional (ESN) de España (la anterior era de 2013 y, por tanto, publicada por el mismo Gobierno) y lo cierto es que sorprende ver cómo ha evolucionado el tratamiento del cambio climático en cinco años.

La anterior estrategia cuasi menospreciaba el desafío del cambio climático al definirlo como un mero "factor potenciador de amenazas", y al no incluirlo ni como riesgo, ni como amenaza ni en ninguna línea de acción para terminar con un problema de magnitud global. Resultaba curioso ver que mientras una consecuencia del cambio climático como la vulnerabilidad energética, los flujos migratorios o el aumento de catástrofes eran consideradas "amenazas", el motor de éstas no era considerado como tal.

La nueva estrategia, sin embargo, aporta algo de coherencia y cordura a este tema. Además de ser mucho más sólida y larga que la anterior (tiene el doble de páginas), el cambio climático es mencionado en numerosas partes del documento como un desafío junto con los movimientos migratorios, las epidemias o la inestabilidad económica. Incluso se ha incluido el medio ambiente como una de las 15 líneas de acción estratégica en el ámbito de la seguridad nacional, destacando la necesidad de profundizar en el cumplimiento de los compromisos asumidos en el marco de la UE en la lucha contra el cambio climático y de fortalecer la lucha contra las agresiones al medio ambiente.

También es una buena noticia la relación entre cambio climático y seguridad que hace la ESN. Esta relación, que a menudo ha sido despreciada desde el realismo teórico, es cada vez más evidente si utilizamos conceptos como el de seguridad humana, popularizado en un informe del PNUD de 1994, y en el que el referente de la seguridad no es el Estado, sino las personas, que necesitan de seguridad económica, política, personal, alimentaria, sanitaria, medioambiental y en la comunidad para sentirse seguras. Si bien la ESN no hace referencia a la seguridad humana, sí que menciona la relación entre cambio climático y la degradación de los recursos hídricos o su impacto a nivel político, económico y social, todas ellas dimensiones del concepto de seguridad humana. Que la preservación de la biodiversidad también esté incluida como un reto importante para la seguridad dentro de la ESN es revolucionario para un país como España, que poco se ha preocupado por el medio ambiente y mucho menos de su relación con la seguridad. De hecho, un informe de Ecologistas en Acción de 2016 constataba que España solo había implementado parcialmente 14 de las 37 acciones establecidas en la Estrategia de la UE sobre Biodiversidad hasta 2020 (firmado en 2011), que a su vez tiene como objetivo cumplir con las conocidas como Metas de Aichi acordadas en 2010 para ...